UN AMOR DE HISTORIA 3

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Se acercaba el fin del viaje, y dos días antes del regreso de Luis a su lugar de orígen a éste le

visitó una vez más en un rincón del patio del lujoso hotel en el que se hospedaba el estrambótico

espectro de Shinué.

" - ¿Te ha satisfecho el roce con nuestra vieja civilización? ¿Has aprendido algo? - le preguntó

aquel personaje.

- Pues a pesar de que a ambos nos separan un montón de años, la naturaleza humana apenas

ha cambiado - respondió Luis-. En tu época estábais influenciados por el omnipotente Faraón que

era el dueño y señor de vuestras riquezas. Y en la mía el Faraón se ha convertido en una

aristocracia capitalista que adora el dinero por encima de todo, y así alcanzar el Poder.

- Ya entiendo. Pero mira. Me decía un sacerdote que si quieres que tu conducta sea buena, aléjate

del mal. Guárdate de la codicia que es una enfermedad.

- Estoy de acuerdo con esto. Hay dos clases de indivíduos. El que cultiva su personalidad; que

vive y deja vivir, y el hombre-araña que tiraniza a los demás a través de la usura. Claro que si

la codicia es una enfermedad es porque el hombre-araña esconde su pobreza espiritual tras el

rutilante dinero, y así se cree que es más importante que nadie.

- ¡Sí! Por eso te digo que tú no seas arrogante con tu pensamiento. No confíes en que eres un

sabio. Busca el consejo tanto del ignorante como del prudente, porque los límites del Arte no

pueden ser alcanzados, y ningún artista (intelectual) posee la destreza por completo.

- Eso es verdad - convino Luis-. Sólo hay parcelas del saber. Y es un imbécil el que se cree que

ha nacido sabiendo.

- Piensa que el "bello discurso" está mas escondido que la preciosa "piedra verde" (el diamante) y

sin embargo cabe encontrarlo en los lugares más recónditos; allí donde menos se piense.

- Ya. ¿Pero no crees que soñamos en un imposible al buscar este "bello discurso" cuando desde

siempre se ha impuesto el egoísmo del hombre-araña? A veces pienso que si se habla tanto

del "bello discurso" es precisamente porque este brilla por su ausencia, y es lo que se desea

-objetó Luis que le había sacudido otro arrebato de pesimismo.

Para Sinhué las bellas palabras contenían las buenas enseñanzas. La Ética.

- No digas eso. Ëste existe, y lo tienes que saber hallar. ¡Mira dentro de tí! Pero cuando lo

encuentres aprende a valorarlo".

 Y dicho aquello la "sombra" de Shinué se desvaneció en el aire.

 Poco después Luís se hallaba en su casa de Barcelona, y seguía admirando el busto de Nefertiti

porque para él era evidente que nosotros somos consecuencia de un pasado.                                           

                                          

 


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