Leticia y Benita. 7

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A la mañana siguiente o mejor dicho la madrugada siguiente se levanto, desayuno, dio un vistazo a la yegua y se puso con la lectura mañanera –debería dar gracias por tener a alguien por quien preocuparse lo bastante como para hacer que los fantasmas desapareciera de su cerebro-. Las cuatro, las cinco, las seis, las siete de la mañana, eso es, las siete de la mañana era cuando se tomaba su Quetiapina. Era de los momentos del día en los que permanecía más cómoda y placida. Se puso un pantalón corto vaquero, una sudadera, se coloco los zapatos y la mochila y se marcho al pueblo.

El amanecer estaba bonito, se veía la luna y detrás un manto de cielo azul con “esos” puntitos claros llamado ¡estrella! Benita siempre decía <<decir que ahí arriba no hay vida, es como mirar el mar y decir que abajo del agua no hay vida>>. Hecho a caminar y en cincuenta minutos ya estaba en el pueblo. Para llegar al cuartel de la benemérita tenía que cruzar el pueblo y coger por el centro, cosa que a ella no le gustaba mucho, si lo tenía que hacer lo hacía, pero no le hacía ni pizca de gracia pasar por el centro del pueblo. Justo cuando pasaba por el centro, vio a su hermana mayor Fátima Martin ¡mira ahí está la mujer complicada! Exclamo Benita, eso lo decía porque la hermana Fátima la llamaba a ella “la paisana enloquecida” y a su hermano Benito “el paisano enloquecido” y cuando se refería a los dos “los paisanos enloquecidos”. Fátima, era una mujer joven aún, de unos cuarenta y seis años, siempre decentemente vestida, bien plantada, flaca y rubia, con el semblante amarillento, de un tono algo sucio, unos ojos negros chico y con poca intensidad. Fátima era arquitecto, una mejer que parecía estar siempre pensando, hablaba a trompicones y sin mucha corrección, cuando hablaba sentenciaba de una forma bastante extraña, conservadora y poco sensible (vamos una “flipada” más de la familia) ella que creía saber de pe a pa, las layes de la conducta, cuando hablaba creía dar clase a los demás. Fátima pertenecía a un club selecto de personalidades de la zona. Una vez Benita estuvo en uno de los encuentros que ella organizaba en su espectacular casa, todo hay que decirlo, y quedo horrorizada con lo que percibió, nunca se había sentido más avergonzada y ridícula en toda su vida. El chismorreo y el poco tacto era lo que prevalecía en esos desagradables encuentros. Había gente de todo pelaje, por ejemplo, gente de amaneramiento solemne a la más inculta y estúpida.  Benita, una chica generosa y desinteresada, quedaba fuera de lugar en medio de esas gentuzas. Paso de largo sin decir nada y en un momento ya estaba en el cuartel de la guardia civil. Entro y se sentó en un asiento que había en la salita de espera, abrió la mochila, saco una botella de agua y un plátano, cuando comía el ultimo trozo de plátano salió un agente y le dijo con media sonrisa <<a que has venido a la comandancia a comerte un plátano>> ella abrió los ojos de par en par y contesto <<hola buenos días agente, me llamo Benita Martin, vengo a comentarle que la yegua pia desaparecida que ha salido en los medios de comunicación la tengo yo en la casa de campo que tengo en la carretera “La Palmera” cerca de la antigua granja Leticia>> dijo de un tirón. <<Se expresa usted muy bien Benita>> gracias le interrumpió <<pase para dentro, si no le importa>> dijo y a continuación <<a perdona me llamo Francisco Álvarez>> <<vale paso para dentro, gracias>> dijo ella, sintiéndose muy bien atendida.

Dentro de la oficina, le explico Benita al joven y simpático agente Francisco Álvarez todo lo que sucedió aquella mañana cuando rescato a la yegua, él quedo impresionado y sintió admiración por aquella joven poco común de cara y ojos brillosos. La cosa quedo en que al día siguiente se pasaría por la casa de Benita una pareja de agentes de la benemérita para ver en las condiciones en la que estaba el animal.

Benita se sentía extremadamente bien cuando salió de la comandancia de la guardia civil, pero “ese” bien estar podía durar muy poco tratándose de Benita. De momento echo a andar y se puso camino a la casa. Cuando llego a la casa, era medio día sobre las 14:30 horas.


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