¡DUELO DE HOMBRÍAS EN ALMORRENDAS DE MÓÑAGO! (Parte 1)

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Nos encontramos en Almorrendas de Móñago, un bello enclave de montaña perteneciente a la provincia de Moñanza situado a escasos kilómetros de Tocagays de Lubrique y de Moñigonas de Lámer, donde va a tener lugar el tan esperado combate de hoy. Mientras esperamos a que los contendientes hagan acto de presencia, sepamos un poco más de este sugerente lugar: para empezar les diré, como dato anecdótico, que la temperatura media invariable es de 69º C a la sombra. La característica principal en cuanto a sus 1069 habitantes radica en una actitud frenéticamente promiscua de los cuales 69 dedican su tiempo con vigorosa integridad a inducir al resto de sus vecinos a fornicar de forma vertiginosa en cualquiera de sus recesos. Cabe destacar uno de los enclaves más frecuentados para este uso, la Fuente del Cipotar, de donde emana un agua ligeramente amarillenta y tibia que enloquece a todos los cercanos. Asimismo, desde el Cerro de Encules se sustenta el portentoso Mirador de Empinabizcos, lugar desde el que se puede divisar una panorámica fascinante sólo si se posee una portentosa mirada asimétrica, así como la cúspide y los precipucios del Sierrapollema. Advertimos que Almorrendas no resulta una población apta para los vecinos de Pijoteras de Quefuerte, ya que en cuanto éstos la visitan resultan escandalizados en demasía por las formas explícitamente faliformes que rodean la villa, y se rasgan sus vestiduras de primeras marcas adquiridas en las prestigiosas tiendas de Amanda Ruiz de la Pradera en señal de caprichoso enfado.

Por otra parte hay que tener en cuenta la remarcable Fiesta Mayor de Almorrendas celebrada muy alocadamente el día más caluroso del año, en resumidas cuentas, cualquier día de éste, en honor a su patrón, San Pederasto de Abreanos, natural de San Sodomice del Infante, cuyos méritos son conocidos y envidiados por la totalidad de los habitantes del pueblo. Algunos de ellos todavía esperan el regreso desde los cielos de tan ansiado redentor para que los adoctrine con contundente (aunque vaselínica) perseverancia, como hizo con los agraciados Moñaguillos de la Catedral de Montamonjes.

A su vez, la actividad más notoria y solicitada de esta tórrida celebración radica en el concurso de estiramiento de almorranas cuyo récord ostentado por Guillermo Roides con ciento veinte centímetros no ha sido superado todavía. Otra apreciada actividad en la población es el linchamiento de heteros en la Plaza de Mil Leches, capitaneada por Sodomo T’nkulo, descendiente de esclavos aleccionados para complacer sin tregua ni aliento a sus amos en todo lo que requieran. Este titán de ébano es conocido también como el líder fundador de la secta anti-heterosexual “Los Esfinterianos”, cuyos aspirantes ingresan al grupo cumpliendo con rigurosa integridad los requisitos establecidos por Sodomo, realizando éste las pruebas de acceso personalmente.

Del mismo modo hay que remarcar que dicho linchamiento es una bella tradición muy arraigada en esta población que recompensa a sus participantes con los siguientes premios: al ganador absoluto se le laurea con un fardo de veinticinco tubos de vaselina mentolada con su respectivo aplicador de oro; al segundo se le agradece su implicación al evento con una docena de cánulas henchidas de lubricante con su aplicador de plata; y al tercero se le abofetea directamente en la cara con cinco trozos de manguera rellenos de grasa de pollo con su correspondiente aplicador de latón.

En cuanto a su arquitectura histórica, la construcción más notable de Almorrendas es el Moñasterio del Escrotal, en el que descansa el insigne fraile Serafín Olis, del orden de los Penedictinos, el cual, como cuenta la tradición, luchó sin tregua en la Batalla de los Sarasones contra las despiadadas hordas de Maromo III, conocido como “el Rey Flácido”, dominador de todas las tierras colindantes, un monarca despechado y corroído por la envidia que le provocaba la compacta falometría de los frailes. A partir de su conocimiento sobre los atributos nada desdeñables de los religiosos, el único afán de Maromo III consistiría en erradicar sin piedad la pasión glútea consumada por éstos en todos los territorios que conquistara. En dicha contienda de los Sarasones murieron también gran parte de los disciplinados monjes del orden de los Moñiguinos del Viagral, acérrimos incondicionales de los Penedictinos, que compartieron cordiales roces en aras del Supremo. Aún hoy se conserva una parte de las aulas de las que se desprende cierto hedor rancio y agriamente picado, lugar que evoca a imaginar con regocijo aquellos tiempos de tan arduas prospecciones, primera causa fraterna entre los miembros de ambas congregaciones.

No obstante, la anécdota más conocida de los Moñiguinos fue la unión todavía más granítica que mantuvieron con los monjes del Moñigal de Feroceda, de tendencia altamente misógina, con el fin de llevar a cabo un empalamiento sumario, muy de moda en aquella época, a las monjas Copulinas de la región de Bolles, cuya sede se encuentra hoy en día en el pueblo de Tortilléjar. De ellas se cuenta que, al remover el terreno para asentar una imagen de Santa Pipitilla del Restregón, descubrieron la clitonita, un mineral carnoso, suave y rosáceo que provocaba náuseas acentuadas y regurgitares insufribles a los Penedictinos, cosa que alejaría a éstos para siempre de esa región, permitiendo a las monjas intensificar sus relamidos principios sin ser molestadas.


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