El reencuentro (2/2)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
6741 visitas

Marcar como relato favorito

 

Le doy la vuelta al carro hacia donde tú estás. Te tranco el paso. Te agarro por la cintura primero, luego por tus nalgas. Te empujo un poco contra la camioneta. Con una de mis manos agarro tu cabeza y te robo un beso. Primero sólo nuestros labios se rozan. Apenas busco sorber de ellos. Beso un poco tu cuello, justo allí debajo y detrás de la orejita. Voy de nuevo por tus labios. Tu vienes por los míos. Nuestras piernas se entrecruzan. Abres la boca voy por ella. Nuestras lenguas se encuentran, coquetean, se abrazan. Una de tus manos agarra mi nalga. Una de las mías te mide la temperatura. Caliente, 70 por ciento de humedad. Te escabulles de mi poniéndote adelante. Me agarras sobre el pantalón, sueltas y caminas buscando el ascensor.

Me dejas atrás y yo me quedo viéndote embobado. Caminas con el paso firme de tus botas. Ese breve espacio en el que no hay bota, ni falda, solo tu piel, me mata. Corro para alcanzate.

-Amor espérame, te digo.

-Apúrate chico.

Hay poca gente en el ascensor. Son 8 meses también sin estar en nuestro nido de amor. Nuestro pequeño dúplex. Nuestro hogar.

Fue de las primeras cosas que hicimos en conjunto. Nos endeudamos para comprar ese apartamento, ponerlo a nombre de los dos. Eso fue hace como 7 años. Dos años después de habernos conocido. Que nos dimos cuenta que lo nuestro no iba a ser pasajero, sino que nos habíamos encontrado.

El inmenso pasillo sigue igual a como lo recuerdo, largo con unos bombillos con luces y otros no. Parque Central alguna vez fue el futuro, pero yo no lo conocí. Sin embargo esto fue lo que pudimos comprar y al atravesar la puerta seguía allí nuestro paraíso particular.

Como dije un dúplex dónde el cuarto principal está arriba abajo nuestra sala y cocina. entro y la puerta la cierro detrás de mí. Este lugar tiene demasiadas historias, cada pared pintada , cada cuadro en la pared, cada disco, cada repisa y sin duda cada libro.


Allí estás de nuevo sentada justo en el medio de nuestro sofá rojo. Con las piernas cruzadas. Imposible no verte. Imposible no notar que descruzas las piernas y las abres ligeramente. Imposible no pensar que quieres provocar mi instinto básico.

-Espera te digo. Aún sin subir las maletas al cuarto abro una de ellas y saco una botella.

Un merlot, de Mendoza ya sabes.  Busco el destapador y las copas. Saco el corcho, sirvo un poco, te lo doy a probar. Me sonríes y sirvo más. Eso siempre te gustó que te diera a probar un poco antes de servir el resto.  Sirvo finalmente las dos copas y me siento a tu lado. Pongo mi mano en tu rodilla. Te acaricio. Me voy hacia tí buscando tus labios. Tu contratacas. Te avalanzas sobre mi. Me hueles, das besos a mi rostro. Tomándolo entre tus manos. Como necesitaba ese olor, tu olor, nuestro olor confundido.

Me miras, te miro. El reencuentro de la complicidad compartida en nuestras miradas. Te ansío toda. Beso tu cuello, con besos chiquitos. También te muerdo. Levanto tu pelo para seguir comiéndote a besos. Sabes a gloria. Hace calor y me quito la camisa. Sonríes. Tomas mi pecho hacia ti, lo besas. Lo besas todo. Te volteas un poco para que te quite el sostén ¿En que momento te quitaste la blusa? No supe. Te desabrocho y allí están tus hermosos pechos, tus aureolas y pezones apuntando a mi ofreciéndose como manjar. Los beso.  Juego con mi lengua en tus pezones. Los chupo como si de allí sorbiera la vida. Tus manos acarician mi pecho, aprietas mis tetillas.

Te sonrió y desde el sofá me lanzó al piso. A tus piernas. Bajo el cierre de tus botas infinitas. Te las quito una a una, junto con las medias de media pierna. Beso tus pies. Los beso primero con devoción y luego con deseo. Paso de los besos pequeños, a los más grandes y también a lamerte toda y cada una de esas piernas.

Tu falda empieza a estorbar. Mientras, levanto tus piernas para que no quede piel sin ser besada siento cada vez más el calor de tu entrepierna en mi rostro y una humedad que me llama.

Subo mis manos hasta tu ropa interior. Te pusiste una de encaje blanco que te envié. La arrastró por todas tus piernas hasta quitarlas. Pongo tus piernas sobre mis hombros. Para que te vengas hacia mí. Juego alejándome y acercándome a ti. Te beso, te lamo, te chupo. Te erizas toda. Mi lengua se hunde en tus pliegues buscando tu elixir. Te estremeces. Te saboreo. Recorro tu hendidura húmeda. Me chupo un dedo, para luego introducirlo en ti, para acariciarte toda por dentro mientras te como. Mi mano libre se ocupa de tu nalga. Que acaricio y agarro duro alternativamente.

Mientras te saboreo, te escucho. siento en mis labios tu placer, tus movimientos de goce y satisfacción.

Me agarras la cabeza, me estiras el pelo. Termino de quitarte la falda.  Te beso. Mis besos van de tu entrepierna hasta tu ombligo. Te recorro buscando tus costados. Una de mis manos regresa a ti. Juega contigo. Mi otra mano desabrocha mi pantalón. La presión no se aguanta  y ya pides con la mirada.

-Estás callada

-Coño que rico. Sólo quiero sentir. Vente, acuéstate.

Te quiero dentro.

Me quieres montar. Siempre me ha gustado eso de ti. Que buscas lo que te provoca, que un día puedes ser pasiva dejándome hacer y otras veces eres tú la que lleva la voz cantante.

Agarras mi miembro con tu mano. Con toda tu mano. Mi acaricias los testículos.

-Así me gusta a mi- me dices.

Dices eso. Te levantas y te sientas sobre mi. Sueltas un suspiro. Te quedas quieta un instante, como corroborando que está todo dentro de ti y te empiezas a mover. Me estremezco todo. Estoy así de nuevo, contigo dentro de ti, sintiendo tus pálpitos más íntimos, tus movimientos con los que me posees. Con los que te das placer. Disfrutas. Agarro tus pechos. Los chupo. Nos besamos. Apasionadamente. Que rico, me dices, que rico. Agarro tu nalga. Con fuerza, con propiedad. Te nalgueo. Gimes.

Te quedas quieta, me muevo yo. Tratando ya no de estar dentro de ti, sino fusionados. Sintiendo como aprietas para que no tenga escape. Me levanto para voltearte, para tenerte a ti contra del mueble. Me rajuñas la espalda. Trato de recorrerte toda por dentro. Apenas aguanto. Nuestros cuerpos se estremecen. Te siento toda cuando nuestros fluídos se mezclan. Somos uno, al fin de nuevo.

Yazgo a tu lado. Aún te estremeces un poco. Me miras, sonríes. Te enderezas. Abres una cajita que está en la mesa frente al mueble. Sacas un cigarrillo y un yesquero. Lo enciendes.

-¿Estás fumando de nuevo?

- A veces hay que sustituir un vicio por otro ¿o cómo crees tu que aguanté estos meses?

 

***


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed