A la tercera va la vencida

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
10286 visitas

Marcar como relato favorito

Sólo nos hemos visto dos veces en nuestra vida. Nos seguimos mutuamente en redes. Pasamos años sin conversar el uno con el otro y cuando creemos que finalmente nos vamos a reencontrar no sucede. Como si la vida nos obligara a alejarnos.

Es extraño pero allí seguimos. Medio pendiente el uno del otro a pesar de la distancia y el tiempo.

No, nunca tuvimos nada. Si por nada se refiere a que hubiésemos sido pareja, nos hubiésemos revolcado o simplemente saliéramos al cine juntos. Nada de eso ocurrió.

Lo nuestro es como lo de Mulder y Scully: una tensión sexual no resuelta.

Hasta hoy claro. Demasiadas coincidencias como para dejarlo pasar.

Los dos separados recientemente. Los dos en otro país. Yo porque me fui a ti porque te dejaron.

Yo por trabajo, tú por qué te viniste.

Y todo empezó con dos miradas. Dos miradas de esas que sabes que te conectas. Dos miradas no resueltas ,un intercambio de números de teléfono. Muchos mensajitos en el medio primero, audios con voz y emojis después nos vimos una vez más. A la carrera como por no dejar. En un aeropuerto en medio de un vuelo mío y otro tuyo. Un mal café con muchas risas y ese brillo en los ojos. Y después silencio. Algún mensajito cumpleañero o de fin de año, una carta contando intimidades no respondida. Cada quien con sus respectivas parejas, sus propias vidas por resolver y un nosotros  sin encontrarse.

Escribo esto después de verte, de olerte, de comerte por fin. De hacerte mía, de ser tuyo, de explorarnos mutuamente. Escribo para no olvidar. Para dejar constancias de esas horas por fin juntos.

De largos besos tan ansiosamente esperados. De besos chiquitos y rápidos, pero también profundos y sin fin. Escribo para dejar registro de que bebí de la humedad dulce de tu entrepierna, que degusté cada pliegue de tu intimidad que hundí mi lengua en la profundidad de tu cueva que se abrió ante mi.

Dejó constancia como si fuera un notario de tus mordiscos en mi piel. De tus rasguños en mi espalda, de tus besos en mis piernas y en mi pecho. También de tus lamidas que me estremecieron.

Y sí claro que si quiero dar cuenta de tus pezones paraditos, de tus pequeños pechos en mi boca, de tu estremecimiento con mis besos en tu cuello y tus orejas.

Quiero sin duda dejar aquí asentado mi gusto por la redondez de tus nalgas y de que no me dejaste lugar sin explorar. Como yo tampoco te dejé a ti sin eso.

No quiero que se me olvide lo que sentí dentro de ti. Lo ricamente apretado, cálido y húmedo. Y lleno de una sensación plena como si nuestros cuerpos se hubieran reencontrado.

Quiero, si, de eso se trata esto de querer , que en mi recuerdo quedé como pasamos de la exploración calma a la desesperada, como nos ansiamos mutuamente. Como bebí yo de ti y tu de mi.

Por que nos entregamos el uno al otro sin miramientos sin precauciones, como si no fuera la vida en ello.

Me encantó la manera en que me comiste. Como nos encontramos en el juego mutuo. Como fueron momentos divertidos de ti agarrándome, mordiéndome, lamiendo de arriba abajo, de llevarte todo a la boca de manera golosa, hambrienta, de tus chupadas intensas en la punta de mi. De ti apretándome en ese punto de ninguna parte para multiplicar mi placer y que no dudaste ni un instante en beber todo de mi.

Voy a tratar de recordar el tono exacto de tus gemidos, tus acordes de placer, el canto de tu satisfacción.

No puedo, ni quiero olvidar la manera en que me cabalgaste. Como pusiste tu ritmo del paso, al trote hasta correr desbocadamente. Cómo te moviste toda usándome para tu goce pero satisfaciéndome en cada apretada que me hacías sentir más dentro de ti.

No puedo olvidar como te monté y mi pelvis chocaba con tus nalgas, como nuestros cuerpos encajaban como un rompecabezas, como gocé mientras me hundía en tí una y otra vez como un sátiro habido de placer.

Recuerdo y registro para la frágil memoria el epítome de nuestra satisfacción, de nuestro goce, del estremecimiento de nuestros cuerpos de tanto placer encontrado. Y de cómo juntos al acabar agotados nos fundimos en un abrazo hasta que nos venció el cansancio.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed