Bibí en mi vida canalla.

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Bibí, es una chavalilla pequeña y proporcionada como un personaje de cómic. Me la encuentro en la calle pegándole patadas a todo lo que encuentra a su paso, presumo que está cabreada y no le digo nada, pero me imanta (lo advierto en seguida), me pongo a seguirla como un verdadero capullo, tarda en darse cuenta porque va a lo suyo, pero es demasiado evidente, se para con curiosidad y me mira con una sonrisa a medio definir 

¿Por qué me sigues?, me dice a bocajarro. 

Hago un gesto de “y yo que sé, te sigo porque sí, sin más”, me sale la risa, es espontánea y se le contagia. 

No necesita más, empezamos a hablar de cosas sin trascendencia, pero tiene su coquito y comenzamos a hilvanar cosas. Le explico cosas mías y ella suyas, al poco estamos sentados en un muro ancho como si estuviéramos en el psicólogo. 

Me siento tan bien que la cojo en brazos y ella se deja, de allí nos vamos a un bar, nos sentamos en el fondo, se hace un ovillito en la silla y no dejamos de hablar. 

A estas alturas me gusta tanto que me quedo sin palabras, la morreo y se me entrega. Se me sienta encima y desaparece el mundo para nosotros. La felicidad dura poco, el encargado viene a echarnos a la calle, dice que estamos dando un espectáculo, ¿que sabrá el mamón lo que es eso?. 

Empezamos a correr llenos de vitalidad y me entran unas ganas locas de follarla. Se lo digo sin reparos y ella se queda quieta, me mira detenidamente, está guapísima con ese gesto suyo, la vuelvo a morrear. Esta vez es ella la que me para, me pone las dos manos en el pecho, como si fuera a apartarme, pero me agarra, me sujeta de la prenda y acerca hacia ella. Me dice bajito 

- Yo también a ti. 

No sé ni la edad que tiene, debe andar ajustada, pero es que me da igual todo. No es desde luego una niña tenga la edad que tenga. Allí, lo más cerca que puedo agenciarme es la habitación de Piluca, la llevo hasta su portal y mantengo una conversación con mi amiga por el telefonillo que haría las delicias de cualquier chiflado. 

Tiene buen rollo y cuando se hace a la situación, cosa nada fácil, accede a salir una media hora y dejarme su nidito (que con el de otras tres amigas forman la vivienda que comparten). Le doy un abrazote de reconocimiento cuando baja y me da la llave y subimos como desesperados. 

Me estoy haciendo mayor o esta niña es lo mejor que existe. No voy a explicar lo que hicimos porque no me da la gana, pero juro que no recuerdo un polvo igual.

Piluca viene a echarnos una hora y media después, estoy tan alucinado y le estoy tan agradecido que le prometo cosas que no sé si voy a poder cumplir.

No sé que me ocurre pero lo siguiente que hago es llevarla a casa y la armo buena, es la primera vez que llevo a una hembra y todos están felicísimos, no sé que se imaginan. Cenamos, vemos la tele y cuando le digo de irnos a la cama a dormir me saca del sueño 

Tengo que irme a casa, me dice tan tranquila. 

Podría pensar que soy gilipollas pero juro que no he pensado que tenía vida independiente, es como si la hubiera incorporado a la mía, sin más. Cuando me dice donde vive me deja perplejo, estamos en el otro extremo de la ciudad. Mi padre que parece estar siempre en otra guerra, no lo está, enseguida se hace con la situación y se ofrece a llevarnos. Menos mal.


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