Gajes del oficio...

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Y ¿Porque yo? Le dije a Juan Carlos, mientras salía de su oficina muy disgustado, ese no había sido un buen día como para terminarlo con la orden de ir a una conferencia del nuevo vicepresidente del corporativo de esta cadena hotelera.

Con enfado llegue a mi oficina y le pedí a mi asistente no me pasara llamadas por media hora, cerré mi oficina y me recosté un momento en mi sofá, respire profundamente y deje salir mi coraje por los eventos sucedidos durante el día, el cansancio poco a poco comenzó a dejarme aletargado y fue hasta que Karina, mi asistente, toco mi puerta preguntando si todo estaba bien. Me levante sintiendo haber dormido demasiado, Karina entró y me compaña con esa sonrisa dulce y esos ojos perfectamente delineados que algunas veces yo logre poner en blanco mientras sentía mi orgasmo correr dentro de su ser.

Se sentó, subió un poco su falda y cruzó las piernas, coloco mis manos en sus rodillas y lentamente las fue deslizando hasta unos cinco centímetros de su sexo, sus labios llegaron a mi cuello y me besaron suavemente sin abrirse, su aliento tibio llego a mi oreja y con un susurro me tranquilizo el alma, habiendo visto la serenidad en mis ojos se levantó reponiendo el brillo labial perdido. –Velo por el lado amable David. –Me dijo caminando a la puerta guiñándome el ojo.

Al otro día, mi coraje ya se había desvanecido, elegí un traje azul que no había usado y una corbata, mi reloj caro y unas mancuernillas plateadas, desde que subí al carro sentí un agrado por hacer lo que un día antes, parecía una tortura. –A la verga. –Me dije. –Alguien tiene que hacerlo.

Llegue a Polanco, con buen tiempo y una actitud positiva recorrí las áreas que habían remodelado, subí al salón y elegí una mesa donde no llamara la atención, avise a Karina que ya estaba en la conferencia y ella me respondió abusando de los emojis de caras con ojos de corazón.

-Qué lindo, tu novia debe ser tan tierna…

Una mujer se sentó a mi derecha, poco a poco comencé a verla sin asombrarme, sonreí y asentí,

-Es mi asistente, pero… tienes razón, ella es muy dulce.

Su mano extendida me ofrecía un saludo. –Gloria, por cierto, y ninguna mujer es completa dulzura, tenemos partes saladas. –Me dijo con una sonrisa burlona.

-David Murrieta a tus pies, y si, son esas partes saladas mis preferidas.

Fingía no sentirme asombrado por la belleza de esa mujer, una nariz afilada y ojos medianos color café muy claro, una boca pequeña y el cabello recogido en forma de cebolla, un cuello largo y una piel fina suave a la vista, con un color claro muy delicioso. Una blusa blanca con un escote elegante, unos senos pequeños presionados por un sostén de encaje bastante elegante, una cintura perfecta, unas piernas largas descubiertas por apenas encima de la rodilla con unos zapatos de Gucci de tacón muy alto.

Arrimó su silla para estar más cerca de mí y continuamos charlando, obligadamente lo trivial inicio el contacto para luego pasar a temas un poco más personales, insistía en que si mi asistente era mi amante, que a cuantas chicas del hotel me había cogido y cosas similares, sin decirle toda la verdad admití un par de pecados y ella hizo lo propio diciéndome que además, actualmente estaba saliendo con el director general de su hotel y que, hacia media hora habían cogido en una de las habitaciones pero como él debía hablar en la conferencia, dejaron todo a medias lo que aun la tenía caliente.

Me sorprendí por su franqueza y también me subió el rubor en las mejillas cuando ella abrió las piernas para dejarme ver que no tenía ropa interior, en un segundo me corrió un escalofrió en el cuerpo seguido de una erección, Gloria sonreía completamente consciente de haberse impuesto, pero con el comienzo de la conferencia nos obligamos a comportarnos. Corrieron los minutos y Gloria y yo jugueteábamos por debajo de la mesa, a ratos ella acariciando mi pene y en momentos yo tocando sus piernas hasta sus muslos calientes, las luces aumentaron, y un aplauso se escuchó con estruendo por el término del primer bloque, nos dieron un descanso de diez minutos y Gloria tomo mi mano llevándome a la salida.

Bajamos por el elevador y llegamos al ala de habitaciones, saco la tarjeta de su bolso y entramos en una habitación individual que tenía la cama hecha un desastre, sin perder el tiempo se aventó sobre mi boca, mordiéndome como una perra y desabotonando mi pantalón, ni cuenta me di pero, mi pantalón y bóxer estaban en el suelo mientras Gloria de rodillas masajeaba mi verga mirándola fijamente, mojo sus labios, comenzó a chuparla, fuerte y rápido ella consiguió ponerme a tope, su saliva corría por mis huevos y con sus manos en mis nalgas se empujaba mi verga hasta el fondo.

Yo estaba jadeando con la sensación de venirme entonces empuje su cabeza bruscamente, la jale para que se parara, le di la vuelta y la empuje en la cama,  baje el cierre de su falda y la despojé de ella muy rápido. Mis ojos se abrieron completamente cuando vi que en su ano, tenía un dilatador, de esos que simulan tener un diamante en la base, ella, con cara de puta volteo a verme preguntándome si me había gustado, ¡¡claro que me había gustado!!, su culo delicioso me excito aún más, y comencé a nalguearla con ganas desmedidas haciéndola gritar.

-Mi hombre me puso ese dilatador para evitar que me cogieran por el culo, así que no lo intentes David que ese culito es solo de mi hombre.

Me sorprendió un poco lo que me dijo, porque inferí que “su hombre” sabía entonces que se la iban a coger, pero el que me prohibiera entrar en su ano me hizo retumbar en la mente que eso más bien era un reto. De manera que ya veríamos si mantenía su promesa.

-Así que tu hombre te dejo coger conmigo…

-Claro David, mi hombre sabe que me gusta ser una puta y hace rato no pudimos terminar lo que empezamos, me dijo que escogiera a un hombre con el cual divertirme y que era libre de saciar mi calor con él, pero con la condición de que no le entregara mi culo pues ese, es solo suyo.

Una inmensa sonrisa se dibujó en mi rostro, si ella no me hubiera dicho nada tal vez yo no movería esa joya falsa, pero ahora era un reto, y tenía la intención de disuadirla por el simple placer de salirme con la mía. Comencé a morder sus labios mayores, ella se revolcaba de placer apretando mi cara con sus muslos, se pellizcaba los pezones y bramaba completamente sin censura. Bajaba mi lengua y lamia esa joya por las orillas, ella me jalaba del pelo y me obligaba a no lamer su culo, pero luego de chupar su clítoris unos segundos, bajaba a su ano para volver a comerlo, lamia su sexo y movía con mi mano ese dilatador provocando el primer orgasmo de la putita de Gloria.

 


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