Gajes del oficio II

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En ese momento acomode a Gloria con las piernas completamente abiertas, ella había mojado la  orilla de la cama por lo que la recosté en medio para penetrarla, ella seguía sintiendo los estertores de su orgasmo y lentamente fui introduciendo mi pene sintiendo la estrechez de su sexo, su vagina estaba aún sintiendo espasmos y esos espasmos me ponían más caliente, le metí completamente mi verga y ella me abrazo para besarme con descaro la boca, me acomode para poderla embestir con fuerza y ella abrió completamente sus piernas tomando sus talones con sus manos, me decidía a comenzar mi embate cuando el teléfono comenzó a sonar.

-No contestes. –Le dije completamente caliente.

-Es mi hombre, seguro me va a preguntar si ya te traje a la cama.

Contrario a molestarme, mi pene se puso más duro, la idea de yo cogerme a su mujer mientras él hablaba por teléfono me excitaba, no sería la primera vez que lo hiciera pero si la primera vez en que el hombre el teléfono estuviera consciente de lo que estaba pasando.

-Hola mi pequeña putita. –Sonó una voz muy ronca en el teléfono. – ¿Mi zorrita ya tiene su juguete? Por favor dime que ya te están haciendo pedazos sobre esa cama.

-Si mi señor, como tú me lo dijiste me traje un juguete muy rico, y precisamente ahora me la está metiendo completa.

-Qué maravilla, vamos… quiero escucharte gemir, quiero escuchar como mi zorrita es destrozada, quiero escuchar como ese juguete tuyo te coge como a una cualquiera.

- No mi señor, solo soy tu puta, pero quiero que escuches como el me destroza el coño con su miembro.

-Mi pequeña zorrita, tan fiel como siempre. Vamos, quiero escucharte antes de que comience la conferencia.

Confundido y caliente comencé a moverme dentro de ella, Gloria se pellizcaba las tetas y se cacheteaba la cara, yo notaba como su humedad aumentaba cada que “su hombre” le decía <eres mi puta>, como por instinto ella al escuchar esa sola frase se volvía una fiera y se mojaba sin control. Luego de pocos minutos con la voz ronca en el teléfono y mi verga entrando muy rápido en su sexo ella reventó gimiendo como gata mojando nuevamente la cama.

-Mi dulce putita, no sabes el placer que siento al saber que otro hombre te complace, sigue divirtiéndote que esto ya va a comenzar, quiero que ese hombre te haga venir muchas veces, y luego de que lo haga, no te muevas que quiero culminar encontrándote así, oliendo a sexo, oliendo a una puta, quiero hacerte mi perra luego de que tengas el coño empapado de leche.

Ella con gemidos y la respiración agitada colgó el teléfono, yo la tome y la obligué a ponerse en cuatro, acariciaba sus nalgas y en momentos las nalgueaba con mucha fuerza, mis manos y sus nalgas quedaron muy rojas y calientes, su sexo estaba increíblemente empapado y luego de reponer mis fuerzas le volví a introducir mi pene, una vez más la chocaba con fuerza y ella mordiendo las sabanas bramaba como loca sintiendo mis huevos en su clítoris. Yo como un perro golpeaba sus nalgas y me ensañaba con ella chocándola sin medida, ese dilatador me llamaba y me excitaba cada vez más.

Sentí que mi orgasmo estaba próximo y saqué de golpe mi pene para no venirme, me fui sobre su concha empapada y comencé a chuparla con frenesí, mi nariz empapada en sudor entraba en su vagina cuando mi lengua lamia su clítoris erecto y mie ojos no dejaban de ver el brillo de ese diamante falso, lamia más y mordía sus labios entre los gemidos de Gloria.

Finalmente Gloria se diplomó en la cama, sus piernas temblaban como locas y ahogando sus gritos en las sabanas ella dejo chorrear nuevamente su sexo, apretaba las piernas y gemía sin parar, en uno de esos esfuerzos el dilatador salió de su culo a lo que ella me grito con preocupación.

-Métemelo David, ese dilatador no debe salir de ahí porque ahí lo dejo mi hombre.

Con mis dedos puse saliva en la entrada de su ano, y contrario a su petición la embestí con furia dejándole mi verga hasta el fondo, gloria se retorcía y trataba de empujarme, pero yo la tome del cuello y me movía dentro de su culo sin darle oportunidad a nada.  -“por ahí no, por ahí no David” –Me suplicaba, mientras yo necio y completamente desmedido la chocaba cada vez más rápido, pronto su negativa fue desapareciendo, ella misma apretaba mi cuerpo al suyo y yo la chocaba más adentro hasta hacerla gritar.

La volví a acomodar en cuatro, y esta vez con todo el permiso de Gloria la embestí de forma anal para hacerla sentir un último orgasmo más, pues yo ya no podía soportar tanto placer en esa habitación. –Por favor te lo pido David, no te vengas en mi culo, quiero que termines en mi coño, no quiero que mi señor encuentre semen en mi culo, por favor David, ya te deje que me cogieras por detrás, pero no termines ahí.

Viendo una verdadera preocupación en su rostro, saque mi pene de su culo y lo metí en su deliciosa vagina, tome también pues el Dilatador y se lo acomode tal cual lo tenía desde el principio, me moví una vez más con todas mis fuerzas y re vente con gruñidos toscos y fuertes embestidas.

Ella estaba completamente empapada de sus jugos, de mi sudor, de mi semen y sabrá dios que tanto más. Ella se quedó en la cama y me abrazo fuerte, me miro a los ojos con esa cara de pura recién cogida y soltó una cachetada.

-Hijo de puta, sabias que no debías hacerlo por ahí y aun así te atreviste. Eres un maldito hijo de perra, pero al menos supiste desquitar tu atrevimiento, pues ese orgasmo fue el que más disfrute. Ahora vete, que debo esperar a mi hombre como me dijo.

Con una sonrisa burlona y sobándome la mejilla me levante, corrí al baño y prendí la regadera, solo dos minutos me bastaron para lavarme y Salí para vestirme, Gloria tenía el celular en las manos y escribía con una cara de satisfacción, me vestí y luego de besarla en la boca Salí de la habitación 2151.

Salí con el rostro desarreglado y casi al llegar al elevador un hombre muy bien vestido me cruzó en el pasillo, como de unos cincuenta años, alto y con una loción bastante fuerte, lo mire un poco intimidado y recordé que esa misma loción me llego en la habitación de Gloria. Continúe con las emociones confundidas y regrese a la mesa donde estaba, la conferencia ya había terminado, solo estaban algunos directivos y acudí a saludar a las pocas personas que conocía.

Luego de comer en el restaurante algo ligero regrese a mi oficina, ya era casi hora de irse a casa por lo que mi asistente ya estaba acomodando sus cosas.

-Hola David. Cuéntame, ¿Cómo te fue?

-Pues…

 


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