BAJO LLAVE

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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Algún día moriré, abandonaré este mundo, me perderé entre las estrellas del firmamento, seré una más entre todas ellas. Pero dejaré bajo llave mi historia.

Mientras Irene se recreaba leyendo a su madre, el tiempo pasaba y tenía una cita.
Debía darse prisa, se decía, todavía muchos de los escritos personales de Elisa, permanecían encima del escritorio, que su hija estaba organizando.
Elisa era una aficionada a la escritura, nunca destacó en el mundo literario, pero sin duda sus reflexiones, cuentos y demás eran agradecidos por quienes la leían.
Palabras que entrelazadas con sus sentimientos formaban lindas expresiones que favorecían la lectura.
De casta le venía al galgo, Irene su hija heredó aquel preciado don, pero no conseguía al contrario que Elisa llegar a sensibilizar al lector.
En aquel instante Irene miraba el reloj, ya no le daba tiempo, cogió el teléfono y descolgó. Se le hacía raro llamar desde aquel antiguo aparato, no se aclaraba, de pronto saltó una llamada del contestador...
"Hija está bajo llave, ves a buscarla y que vea la luz"
Emocionada era poco, la extrañeza y la reciente muerte de su madre hicieron que Irene llorase, aliviando así un poco la pena a la ausencia de Elisa.
Mientras tanto a la mente de aquella hija ahora huerfana de padre y madre, llegaban los recuerdos de la niñez. Paseando con ellos de la mano por las calles de aquel pueblo blanco de Andalucía, llamado Sanlúcar de Barrameda.
Y cómo su madre los sábados la llevaba con ella a comprar a la plaza, llegándose luego a la Calzada dónde después de andarla entera las acercaba a la playa. Allí mismo había un edificio, que con el tiempo Irene reconocía como el Hotel Guadalquivir, allí y en unas cajas de seguridad dejaba su madre cada semana un escrito.

Ya había perdido la oportunidad de verse con un amigo que la iba a informar cómo editar un libro, así que continuó revisando los papeles que su madre una y otra vez le dijo que a su muerte, fueran recopilados.
Habían demasiados e Irene no tenía tiempo, además aquella antigua llamada la había puesto nerviosa. Por lo qué tomó una decisión, los fue metiendo en una bolsa de basura, sin saber cómo uno de ellos voló hasta sus pies. Allí leía tál cuál las mismas palabras que escuchó en la llamada del contestador, más una ubicación que sería crucial en la vida de Irene.
Sin más vacilación se encaminó al lugar que le pedía la nota en cuestión, escrita de puño y letra por su madre. Enseguida se personó allí, aquel no era otro que el hotel dónde su madre acudía a dejar ocultos sus escritos bajo llave. El cajetín era el número cuatro, lo abrió y sacó de él un bloc de notas, en la tapa se leía un título "La historia de mi vida"
Comenzó a leerlo, era también lo que se le recomendaba, que fuese leído allí mismo.
La historia romántica comenzaba con un te quiero, mientras Irene se recreaba en las bonitas palabras de amor que leía y que describían la situación a la que daban pie, apareció un nombre. Mezclándose con el erótico momento, Elisa nombraba a su compañero de lecho, Luis. Siguió leyendo, la historia era hermosa, en algún punto de lo escrito Irene soltó un suspiro acompañado de sus lágrimas. Era tierna, de amor, toda una cita clandestina en toda regla, una aventura tantos años guardada que erizaba la piel.
Lo que no entendía Irene era el porqué de citar a papá con el nombre del tito Luis. Pero para averiguarlo tendría que seguir leyendo y lo haría en casa.
Sentada ya en el escritorio de su madre, Irene siguió el relato de amor, del que ya había decidido editarlo y presentar la obra póstuma de Elisa, la escritora.
Volviendo a emocionarse con aquellas letras, Irene se sintió identificada en la figura de la niña que nacía en aquel punto de la lectura. Pero la protagonista seguía llamando Luis a su padre, el otro protagonista que ambientaba la historia de amor junto a su madre.
Faltándole únicamente unas pocas páginas que leer, apareció un nuevo personaje, esta vez sí, ahora ya el nombre de su padre salía a escena...

"Aquellas adversidades que soportamos por falta de dinero, nos hicieron fuertes, creciendo nuestro amor con el nacimiento de nuestra hija.
A pesar de qué volvía la falta de recursos y la escasez para criarla.
Entonces fue cuándo Arturo nos propuso el plan. Él tenía tiempo y dinero, podríamos formar una familia con dos padres, nos dijo.
El dinero no lo era todo, pero ahora con la niña pequeña nos vendría muy bien la propuesta de Arturo"

Irene no daba credito a lo qué leía, pero quería saber más y de cómo fue que creció creyendo en todo momento que Arturo era su padre, si en realidad lo era el tito Luis.
Llegaba el final de la historia, ahora no podía dejar de leer, por lo que dejó sonar el teléfono hasta que saltó el contestador.

"Así vivímos un tiempo, pero la felicidad duro poco, al año y medio, Luis se cansó de las arrogantes palabras que un día Arturo le dijo y se marchó. Y yo qué seguí con la farsa, le dejé marchar, antes era el bienestar de mi hija, él la vería cada vez que viniese al pueblo y así todo el mundo contento"

Éso fue lo que siempre me habían contado, que el tito, vivía fuera por cuestiones de trabajo, se decía Irene, mientras seguía leyendo y veía parpadear el aviso de la llamada no contestada.

"Y ahora llega el final de esta historia, el pasaje de mi vida que quedará bajo llave hasta que alguien decida qué sea de otro modo.
De cualquier forma mi vida no ha tenido secretos y ahora para quién me lea soy literalmente un libro abierto. Qué quiere dejar constancia de qué amé a dos hombres a la vez y no estaba loca.
Mis amantes fueron los dos y los dos fueron el padre de mi hija.
Luis creyendolo mientras fue mi amante y Arturo al que no le dije nunca que era el verdadero padre de mi hija, se lo creyó por su dinero"

Imposible asimilar tál declaración, se decía Irene y a su vez respiraba tranquila.
Cerró aquel manuscrito, se lo acercó al pecho y lo besó. Sin duda era una preciosa historia de amor, vería la luz, era un hecho, se dijo Irene levantando el auricular del teléfono para escuchar el mensaje que habían dejado...
-Hola hija, se que estás ahí. ¿Has leído la historia?
-Perdona, soy el tito Luis.

Los ojos de Irene se abrían cómo platos. Qué hacía ahora, se preguntaba.

©Adelina GN


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