CONTRARIEDAD PROCAZ

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CONTRARIEDAD PROCAZ

¡Vaya pues!.
Vaya, vaya, el juez y el pez,
a la última fila del primer reflejo.
Del espejo, del cangrejo, del canguro,
tan seguro como abeja bajo la uña,
del anillo del cabello del camello.

¡Vaya pues!.
El azúcar diminuto en un segundo.
En un dolor de botellas durmiendo.
En un rincón de párpados desnudos.
En un hueco de setas ebrias.
En un curso de musgo magro.

¡Nadie va!.
No, nadie nieva nunca, nadie lo niega,
ni tropieza con el sueño silencio.
Donde sólo las estatuas han huído,
donde sólo los muertos tiemblan.
No, nunca nunca, nadie nieva sólo.

¡Nadie va!.
Por el vientre de la tarde sin cuchara.
Sin el montón de playas pulpas plenas,
con el rabo del ojo entre las piernas,
y el filo del aire entre las curvas.
No, no, ni las ventanas con torso blanco.

¡Adelante, como siempre!.
Como siente la hoja el amarillo,
y reverencia el hilo al hielo,
en la pasión serena del violín,
y las fervientes burbujas añejas,
en la mirada azul del cangrejo.

¡Adelante, adelante!.
Como siempre el agua se levanta.
Donde el fuego sonríe a la ceniza,
y ella fragua cometas agoreros,
y ellos destiñen al insomnio,
y las cigüeñas y los matorrales.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez


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