Cuadro de las estrellas

Centellean las lucecitas vistas desde aquí arriba, paralelas o asimétricas, no importa, colocadas con un despropósito tal que el mismo Dios se sintiese orgulloso de ese bello espectáculo. Al igual son las mentes de millones de dioses que nos observan fulgurantes o miedosos, esperando el momento preciso para descargar una guerra de agua o un torrente de mañana sobre nuestras cabezas. A lo mejor no es más que eso, un papel fijado a una pared con el objetivo de distraernos y así mirar afuera de nosotros mismos. Tal vez la noche sea el maquillaje que las despinte o que las embellezca, abriendo y cerrando un gran párpado infinito. No lo sé. Solo sé que se ven quietas, presumidas pero quietas, contemplándonos desde todos los pasados y esperando por nosotros todas las eternidades.