Diario sobrio

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Día 8 

Ada toma el libro y camina rápido huyendo de él. Héctor la persigue gritando su nombre “Ada, Ada espera”. Ella sale de la biblioteca perdiéndose de la vista de Héctor.

Y así como se fue Ada se fue mi inspiración. La escena quedó hasta ahí, en blanco como el papel. Quiero alargarla, hacerla más graciosa pero hoy no es el día. Estar escribiendo esto me recuerda a mi indisciplina. Mantengo en constante cambio, sin lugar fijo, en la levedad. El haberme prometido que no iba a escribir más a excepción del guion y estar escribiendo esto es evidencia de mi indisciplina.

Mi indisciplina me recordó este diario, que ahora no es tan sobrio. Es el octavo día y ya he bebido y fumado. Espero que la carga de defraudarme me haga fuerte, menos inocente ante mí y mis engaños.


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