Las notas de tu cuerpo....

Ingrávidas e infinitas gotas de lluvia se escurren en la frialdad del cristal de tu ventana, olor a tierra mojada, el tenue frescor en el ambiente que suele dejar el líquido elemento al regar el pavimento… Y ahí sigues tú. Absorta ante el calor de tu chimenea, deleitándote con la calidez de la blanca alfombra de pelo  que te protege  del helor del suelo, a la vez que roza, acaricia la desnudez de tu sutil cuerpo desnudo. Al fondo, de forma liviana suena de manera suave aunque con fuerza la quinta sinfonía de Beethoven en su máximo esplendor, aminorando su brío a la vez que avanza en sus notas. Tus dedos aterciopelados van recorriendo tu estilizado cuerpo descubriendo rincones, oquedades que, aunque sabes de su existencia te gusta "redescubrir". Escalofríos, espasmos de excitación te recorren cada vez que tus dedos vuelven a rozar el adalid de tu placer, tu torso se contonea cual notas musicales y tus pechos erectos en "clave de sol" prevalecen sobre el pentagrama musical que es en ese momento tu cuerpo... el ardor va subiendo por ti cual escala musical evaluando la fogosidad que ya sin freno te invade por completo. Tus pavoneos, gemidos y autocomplacencia empiezan a resonar en la habitación aún más fuerte que la clásica música que envuelve el cálido ambiente. El momento sublime de tu colosal sinfonía no se hace esperar y estalla en ti burbujas de placer que deleitan de forma mayúscula tu rítmica anatomía... El poder la energía, el ímpetu de esa quinta sinfonía que aun suena, a ti te parece ya una dulce  melodía relajante. Tu hermoso cuerpo aun jadea tendido sobre la alfombra. La lluvia arrecia, la compacta chimenea no se deja amilanar por las inclemencias exteriores y te acompaña impetuosa, bizarra.   Mientras tus connotaciones vuelven a recobrar su estadía de solfeo elemental...