3 MINUTOS ANTES DE DESAPARECER

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Se despertó en una cama, confundido y aterrado se levantó para buscar una ventana. Después del pasar del tiempo se percató de la sangre bajo la puerta. Abrió la puerta con temor, lo que encontró lo aterró y lo dejó ahí tirado con miedo de pensar en lo que había sucedido. Sus ganas de descubrir que hacía ahí, su deseo de salir de ese cuarto cómodo y cálido tanto que el sentimiento de estar en una prisión ahondaba su alma se había reprimido debido a esa imagen. Un recién nacido, un pequeño ser de frágil estructura que parecía que apenas se mantenía en la existencia. Tirado en el suelo, cubierto de sangre de su propia vena, sangre que no era roja, sangre oscura cual vino y densa cual brea. 

Algo había en ese niño, su silencio era lo que destruía sus nervios, pensaba y pensaba, no comprendía que era lo que le parecía tan familiar en él. Después de horas transcurridas se percató que no conocía su nombre ni el del niño así que, se armo de valor, de un salto llegó hasta la puerta, la abrió con energía y al verlo detenidamente todo se aclaró. Cayo de rodillas sobre el charco de sangre, agarró a ese pequeño ser y lágrimas brotaron de sus ojos. Se le nubló la vista y recordó. Ese frágil ser era él... a medida que iba desapareciendo recordaba cómo el había sido abandonado, abortado en aquel baño público de una feria y que ese tiempo que para el fueron horas no fueron más que 3 minutos que se alargan en el momento de un fin. 


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