Era un chico tímido 2

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Después de varias lunas al fin saldría a una fiesta, aunque era a la casa de una amiga que vivía a tres cuadras de la mía peor era nada.

Desde donde me había sentado podía mirar hacia la puerta donde había un grupo de chicos todos amigos del barrio y entre ellos  Andrés conversando y riendo como un chico normal.

- Eh Ana ¿Cómo así ha venido Andrés?  -Ya no podía aguantar más la curiosidad de saber.

- ¿Andrés? ¿Qué Andrés?  -A pesar de que mi mamá me había enseñado a no señalar a las personas lo hice para enseñarle a mi amiga de quien estaba hablando.  -Ah Andresito, es amigo de nosotras desde siempre.  -Explicó.

- ¿¿¿Andresito???  -Pregunté sorprendida.

- Si, Andresito, es un chico súper lindo y estudioso, siempre está leyendo y es un poco tímido y cuando Karina estaba chibola vivía enamorada de él, pero Andrés ni caso le hacía, creo que aún le gusta.

- ¿Ah si, y desde cuando vive por aquí?  -Estaba muy interesada en saber más de él.

- Andrés vive por aquí desde siempre ¿Tú no lo conocías?

- Pues no, de hecho lo he conocido en la universidad.

- Aysh como no lo vas a conocer si vive al frente.

- Pues te juro que recién lo he conocido en la universidad.  -Le volví a explicar.  Pero había algo que si no preguntaba me desintegraría.   -Oye aquí entre nos ¿Andrés fuma marihuana?

- ¿Andrés? ¿Andresito? ¿Qué tú estás loca Vanessa?  Andrés es el chico más sano y bueno que he conocido en mi vida, ese chico ni siquiera fuma.

¡Plop! me sentía avergonzada de haber pensado tan mal de Andrés sin conocerlo cuando aparentemente era un niño bueno y era tan bueno que le decían Andresito.  Era un buen hijo, educado, atento, servicial, inteligente, buen amigo, asistía a su iglesia regularmente sobre todo los sábados que orientaba a los más jóvenes; según lo que me comentó Ana, lo estaban preparando para que sea un líder de su iglesia, casi casi como un cura en mi religión.

Y si lo están preparando para que sea casi casi un cura ¿Podrá tener enamorada? Y si le diera un beso ¿Sería pecado? me sorprendí pensando esas cosas... Pff ¡Y a mi qué me importa.

Durante toda la noche no me acerqué para nada a Andrés si bien ya no pensaba que era un vulgar marihuanero ahora pensaba que era casi un cura así que me mantenía alejada y él también de mi porque en toda la noche no pasamos de un hola de lejos.

Para las dos de la mañana ya estaba cansada y me quería ir a mi casa, la calle estaba solitaria pero muy iluminada así que tomé la decisión de irme sola.  Busqué a Ana y me despedí de ella y su familia. 

Durante la semana me la pasé de clases a la biblioteca y de la biblioteca a clases y es que se me habían juntado 3 trabajos y solo tenía la mitad de uno.  Por esos días llegaba muy temprano a la universidad incluso llegaba dos horas antes para avanzar con la información que necesitaba para mis trabajos.  Luego me iba a clases, en las horas libres sacaba resúmenes y revisaba otra vez los apuntes que tenía, luego a clases otra vez, después otra vez a la biblioteca y al llegar a casa tipear en la ruidosa máquina de escribir hasta que el cuerpo aguantara.

 - Hola Vanessa.

- Hola Andresito.  -Estaba sorprendidísima de verlo parado a un costado.

- ¿Qué haces?  Te veo muy concentrada ¿Tienes muchos trabajos?  -Serio como siempre y no estaba rojo.

?Acomodé mis cosas a un costado y lo invité a sentarse a mi lado.  Empezó a revisar mis apuntes y dijo:  - A ver en que puedo ayudarte.

?Pero un momento, había pasado algo por alto…- ¿Me has estado mirando Andresito?  -Lo empecé a fastidiar y él rió tímidamente y como ya lo estaba esperando se puso rojo.  -¿No tienes nada que hacer? ¿A caso no tienes que estudiar o hacer tus propios trabajos que entregar así como yo?  -Le pregunté.

- Sí, pero te veo preocupada y me gustaría ayudarte.

?Lo quedé mirando extrañada ¿Quién teniendo trabajos que hacer se ofrece a ayudar a otra persona?  Este chico es raro.   -Ok.  -Le contesté incrédula esperando que me dijera que era una broma.

- Dime, en que puedo ayudarte.  -Dijo serio esperando mi respuesta.

- A ver casi todo lo tengo, pero me falta el de geografía que ni siquiera he empezado; se trata sobre "La Sabana Africana", yo no sé porque tengo que investigar sobre eso, si nunca he estado en África. - Me recosté en su hombro un instante.  -¿Qué te parece Andresito?

?Andrés volvió a sonreír tímidamente y su gesto reflejaba que estaba pensando y que estaba muy lejos de donde estábamos.  Creo que estoy quedando muy mal ante él y más con mi comentario estúpido de África, será mejor que me calle.   -Disculpa, estoy en modo queja.  -Me excusé.

- No te preocupes, te entiendo, pero trata de relajarte que recién estás en primer ciclo.

?Tenía clases así que me fui mientras que Andrés se quedó con mis libros tratando de ayudarme, luego intercambiamos los puestos y él se fue a clases y yo me quedé avanzando. Cuando salió de sus clases me buscó y me encontró en el mismo lugar donde me había quedado llena de libros, cuadernos y apuntes en diferentes hojas; gracias a él terminé todos mis trabajos, solo me haría falta tipearlos pero para eso me ayudaría la Tere.

?Me sentía en deuda con él, estaba agradecida desde lo mas hondo de mi corazón el haberme ofrecido su ayuda así que a la mañana siguiente como no lo encontré en el paradero del micro y tampoco me lo encontré por los pasillos de la universidad; hasta la tres de la tarde que caminaba hacia su facultad.

- Hola Andrés.  -Lo saludé poniéndome frente a él e interrumpiendo su camino.

- Hola Vanessa.  -Era la única persona que utilizaba todas las letras de mi nombre.

- Te quería agradecer que me ayudaras ayer con mi trabajo.

- No tienes nada que agradecer, me gusta ayudar.  –Se le notaba apurado.

- Y yo te lo agradezco de todo corazón... Toma, es para ti.  -Estiré la mano y le di una manzana roja y grande; Andrés miró la manzana confundido y luego me miró a mi, pero no se movía, estaba ahí parado frente a mi, estático, así que cogí su mano y le di la manzana que le había traído.

- Gracias.  -Balbuceó.

?Me encantaba verlo cuando se ponía rojo y creo que era más porque lo dejaba mudo y confundido

- Cómela, te aseguro que no soy una bruja y que esta manzana no está envenenada.  -Le sonreía pero el no movía ni un músculo, confundido y mirándome con ojos de ratoncito. Entonces me acerqué a él, me puse de puntitas y le dije al oído con voz melosa:

- ¿Te arriesgas a comértela?  -Le di un beso en la mejilla y después me fui.  Unos pasos más allá volteé a verlo y Andrés continuaba parado como estatua en el mismo lugar y mirando la manzana


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