LA POETISA 2

Por
Enviado el , clasificado en Cuentos
715 visitas

Marcar como relato favorito

Aquella revelación me hizo caer en la cuenta de que nosotros vivíamos instalados en una mentira social la cual aparentaba que se se interesaba por la vida de los demás, pero que en realidad ésta sólo daba valor a un quehacer utilitario y prosaico de quien tenían a su lado y rechazaba, o se burlaba de sus pensamientos y de sus sentimientos. Sobre todo del concepto de espiritualidad expresado a través de la poética.

No era normal que yo fuera solo al cine y que mi mujer no me quisiese acompañar; o que no le hiciera ningún efecto los poemas que yo había llegado a publicar. Por lo visto yo para ella he sido un medio sexual para crear una familia, y nada más.

Ruth me hizo recordar aquel día en que presenté mi libro de poemas y recité algunos de ellos acompañado de música por un estupendo organista, a un nutrido público de un Club Náutico de un pueblo de la Costa Brava.

                                       " Un pellizco, una lágrima encendida.

                                         Una encajada fiel y nocturna relaja mi estéril mirada.

                                         Desde ahora soy un Fénix medio eterno

                                         porque aseguro el último vuelo,

                                          el primer vuelo hacia lo inacabable.

Este fue mi último poema de aquel desgraciado día, y mientras lo recitaba yo observaba las miradas vacías de cuántos habían allí, y al terminar todos aplaudieron maquinalmente, sin ningún entusiasmo.

- Es importante que los niños lean poesía, porque así aprenden a expresar sus emociones, sus sentimientos... - dije-. Ahora, si lo deseáis, podéis comprar en Secretaría algunos de mis ejemplares.

Pero mi oferta fue un fracaso, porque nadie adquirió ni uno de mis ejemplares.

-¡Ahora lo que toca es dedicarte en cuerpo y alma en el negocio de la Academia, y olvidarte de soñar despierto - me dijo despectiva mi mujer."

- Verás Ruth. Tienes que concienzarte en que vivimos en una sociedad, que tiene unas palabras apropiadas para desenvolvernos en un contexto práctico, de cara al trabajo diario, y muy poca gente entiende de sutilzas metafóricas o espirituales. Nosotros pertenecemos a un colectivo minoritario, y seguir nuestro instinto natural sin preocuparnos de malas críticas de los demás - quise puntualizar.

- Sí... ya... Entiendo.

Pero ya estaba bien de hacer de buen samaritano. Aquella mujer era una beldad, y la carne es débil. Quería salir con ella, estar con ella; y si era posible amarla, poseerla en todos los sentidos.

- Oye, Ruth. Me gustaría que nos volviésemos a ver. Me tienes que dar una respuesta a lo que te he dicho acerca de publicar tus poemas. ¿Nos vemos este jueves que viene en este mismo lugar? - le dije tomándole una mano y mirándola con afecto a los ojos-. Creo que tú y yo nos podríamos llegar a comprender.

- Lo siento. No puedo. Me halaga eso que me dices, pero aunque mi marido es aburrido, un insensible a mis poemas, yo no lo puedo traicionar. Tu me propones vivir una hermosa avenrtura, pero él me ofrece confort y seguridad. Ya ves que soy sincera, y ati no te puedo engañar.

Y dicho aquello se levantó de donde estábamos sentados, y salió con su carpeta de aquel PUB para perderse en la vía pública.

Desde luego yo siempre peco de romántico, y me olvido que las mujeres son capaces de sacrificar su fondo personal en favor de su instinto familiar por oscuro que sea.

 


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed