Fabiana 2

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Como les relaté en “Fabiana”, mi novia María Julia me sorprendió una noche diciéndome que fuera a hacerle el amor a su amiga Fabiana que estaba visitándonos. Cuando Fabiana y yo terminamos nuestro fogoso encuentro en la habitación de huéspedes, nos dimos cuenta de que María Julia había llegado allí en algún momento y había observado nuestras acciones. Cuando volvimos a nuestro dormitorio, María Julia reclamó que le hiciera el amor a ella. Así fue como tuve mi segundo encuentro sexual de la noche con dos mujeres distintas, tan hermosas y buenas en la cama una como la otra.

Al día siguiente mi fui de viaje de negocios, durante el cual había pensado con frecuencia en esa noche y la forma en que los tres habíamos satisfecho nuestros deseos sexuales. Regresé después de dos semanas ausente y María Julia me estaba llevando del aeropuerto a nuestra casa.

- ¿Qué tal te fue en el viaje? – me preguntó, mientras ponía su mano sobre mi rodilla.

- Muy bien, – respondí – pude hacer todo lo que necesitaba.

- Excelente, así que esta noche puedes relajarte.

- Efectivamente.

- Vamos a empezar con un rato en el jacuzzi y luego un poco de sexo.

- Ambas buenas ideas – le respondí mientras le acariciaba la pierna.

Entramos a la casa y nos desvestimos en el dormitorio. Después de dos semanas no podía ocultar que tenía ganas de hacerle el amor. Abracé y besé a María Julia con mi verga en camino a una erección.

- ¿Y si comenzamos con sexo? – le dije.

- Tranquilo, tranquilo, atengámonos al plan. – me respondió.

Bajamos a la planta baja con las toallas en las manos rumbo al agua caliente que esperaba en el patio. El jacuzzi ya estaba funcionando y, para mi sorpresa, Fabiana estaba dentro del mismo… tan desnuda como nosotros. Me quedé parado y mudo pero sentí que mi erección volvía rápidamente. Escuché detrás de mí la risa de María Julia.

- Una pequeña sorpresa que seguro te agradará – me dijo, mientras me ponía una mano en mis posaderas y me empujaba hacia el jacuzzi. – Vamos, entra, no seas tímido.

- Ya lo creo que me agrada – dije, y me metí en el agua, donde me esperaba Fabiana con los brazos abiertos y sus hermosas tetas fuera del agua. El beso de bienvenida fue una clara invitación sexual, como no podía ser de otra manera. Miré a María Julia como dudando, mientras sentía una mano de Fabiana acariciándome los huevos bajo el agua.

- No te preocupes. Los tres vamos a disfrutar este encuentro. – y como para ejemplificar lo que quería decir también besó profundamente a Fabiana mientras le acariciaba los senos. ¡Otra sorpresa!

Abracé a mi novia desde atrás, le hice sentir la dureza de mi miembro erecto, la besé en el cuello y le dije:

- ¡Me encanta tu plan de bienvenida!

Permanecimos los tres en el centro del jacuzzi y por varios minutos  intercambiamos besos, caricias de tetas y culos y, por supuesto, de la única verga y testículos disponibles.

- Miguel, siéntate en el borde. – me dijo María Julia y apenas lo había hecho comenzó a masturbarme; luego, dirigiéndose a Fabiana la invitó - Ven, vamos a darle a ésta unas buenas chupadas.

Ambas disfrutaban de mi verga enhiesta, hinchada, enrojecida, a veces al mismo tiempo. ¡Qué placer era no sólo sentirlas chuparme y lamerme la pija sino verlas haciéndolo!

- Ahora me toca a mí satisfacerlas a ustedes. – les dije – Siéntense en el borde y dejen que me ocupe de sus conchitas.

Comencé con la de Fabiana, que se había acostado en el piso cuan larga era con sus rodillas dobladas para mantener sus piernas dentro del jacuzzi. Vi que María Julia no se demoraba en besarla y chuparle los pezones. No tardé en introducir dos de mis dedos en la pelada vagina de Fabiana mientras mi lengua y mis labios se ocupaban de su clítoris. Luego le tocó el turno a María Julia quien antes de abrirme sus piernas me besó apasionadamente absorbiendo los jugos de su amiga que estaban en mi boca.

- ¿Estas lista para que nos penetre? – preguntó más tarde Fabiana a su amiga, atenta a los gemidos de la misma mientras le acariciaba las tetas.

- Sí, sí. – contestó María Julia. – Arrodillémonos y que nos la meta desde atrás.

- De acuerdo – dijo Fabiana.

Ambas se arrodillaron sobre unas toallas dobladas y me desplacé, pija en mano, hacia donde estaba Fabiana. Me arrodillé detrás de ella, me salivé la enrojecida e hinchada poronga y se la introduje en su húmeda vagina para deleite de ambos. Con mis manos estrujando sus hermosas nalgas comencé a atraerla al mismo tiempo hacia mí y luego a alejarla. Ella gemía cada vez que mi endurecida barra de carne se introducía en su concha mientras las dos se prodigaban profundos besos. Aprovechando la cercanía de María Julia, me salivé índice y mayor de mi mano izquierda y se los introduje a la vez, uno en la vagina y el otro en el agujerito arrugado. Los gemidos de María Julia se sumaron a los de Fabiana que había tomado la iniciativa de moverse en un vaivén que le sacaba y le metía mi verga en su concha. En el último movimiento hacia adelante se libró de mí completamente y mirándome dijo,

- Ahora, cógete a tu novia.

No me hice rogar. Saqué mis dedos de los orificios de María Julia, me acomodé detrás de ella y le enterré mi verga en su vagina hasta el último milímetro.

- Me voy a acostar. – dijo María Julia – Muévete conmigo, no dejes que se salga.

Puso su bajo vientre sobre un almohadón de forma que su culo quedó elevado. A horcajadas sobre ella empecé a cogerla con mis manos en los cachetes de su cola. Fabiana se sentó enfrente de María Julia, piernas abiertas. Mi novia comenzó a satisfacerla con un cunnilingus mientras ella y yo gozábamos con las penetraciones de mi verga.

- Estoy por acabar. – dijo Fabiana después de un tiempo y se acostó sobre el piso. No bien lo había hecho, las lamidas de María Julia la llevaron al orgasmo y su cuerpo se arqueó con placer mientras ella gemía a causa del éxtasis alcanzado.

María Julia llevó su mano derecha a su clítoris, con lo cual su hermoso culo se levantó un poco más. Seguidamente me pidió,

- Más rápido, más rápido. – La complací entrando y saliendo de su vagina una y otra vez.

Escuché como llegaba al orgasmo pero no me detuve. Adentro, afuera, y otra vez adentro, hasta el fondo, mi escroto impregnándose con sus líquidos vaginales en cada penetración. Finalmente, eyaculé. Sentía que mi orgasmo y mi leche venían de lo más profundo de mi cuerpo. Mi semen se derramaba una y otra vez en su deleitable cavidad.

Le saqué mi pija y me quedé allí, de rodillas, acariciándole el trasero. Pero Fabiana no había concluido. Se acercó a donde estábamos y se metió mi verga en la boca sin decir palabra, succionándome hasta la última gota de semen mezclado con los jugos vaginales de su amiga.

- ¡Bienvenido, Miguel! – dijo María Julia y los tres nos reímos con ganas.

 


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