EL ASUNTO GAY 1

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A mediados de los años 90 me llamó mi antiguo amigo que había sido condiscípulo mio cuando íbamos a la Escuela llamado Salvador Roig de quien hacía un montón de años que no sabía nada de él para vernos un día.

Al parecer Salvador se había encontrado casualmente con mi hermana en un Supermercado, y ésta le había facilitado mi número de teléfono.

Confieso que me hizo mucha ilusión volver a ver a mi amigo. Y cuando nos juntamos en un lugar céntrico de la ciudad, y nos dirigimos hacia el monumental almacén de EL CORTE INGLÉS para acomodarnos en una mesa del bar que había en la última planta, pude percatarme que el tiempo no había maltratado demasiado físicamente a mi amigo; sólo tenía algunas canas que asomaban en su voluminosa cabeza.

Estuvimos un rato hablando de nuestras aventuras de otras épocas frante a una copa de cerveza, y advertí que Salvador me trataba como si yo todavía fuese el ingénuo joven de aquel ayer.

- Bueno. ¿Y a ti cómo te va? -le pregunté.

Entonces él hizo una expresión de pesadumbre y en un tono lúgubre me respondió:

- Mal. Muy mal. Tengo un disgusto enorme que no sé si alguna vez llegaré a superar.

- ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Enfermedades? ¿Algún problema en el trabajo? - inquirí alarmado y a la vez curioso.

-No. Pero es algo terrible. Nunca hubiese creído que mi hijo Alberto fuese así - dijo Salvador.

- ¿Es acaso drogadicto?

-¡No, que va! ¡Alberto es gay!

-¡Ah, bueno! Me habías asustado - le dije yo sonriente-. ¿Y qué?

-¿Cómo que y qué? ¿Es que tu también eres de la manga ancha? - expresó molesto-. Cuando me entero que una pareja de invertidos deciden ir a un piso a vivir juntos, no lo puedo soportar. Me molesta en cantidad.

- Vaya tontería. ¿Y a ti que te importa la vida que puedan hacer los demás? Cada cual tiene derecho a vivir como le dé la gana, de acuerdo con su sensibilidad.

- Parece mentira. Mi hijo Alberto de pequeño era un niño normal; como muchos otros - prosiguió él-. Y cuando era adolescente yo le contaba mis aventuras amorosas con otras mujeres para estimularle el sentido de la virilidad. Pero el chico no se impresionaba en absoluto. Luego cuando fue a la Universidad, que por cierto siempre fue muy estudioso y sacó buena nota de la carrera de psiquiatra infantil, mi mujer y yo le instamos a que saliese con una prima de segundo grado que era muy guapa. La pareja se estuvo viendo durante un año. Pero por lo visto durante todo este tiempo mi hijo Alberto jamás le tocó ni un pelo. Al fin como es lógico la chica se cansó, se sintió decepcionada y ella se alejó de Alberto. En cambio cuando mi hijo invitaba a almorzar en mi casa a un íntimo amigo de la facultad, no dejaba de tener toda clase de atenciones hacia él, y le lanzaba miradas afectuosas. Se ve que le gustaba; cosa que tanto a mi mujer como a mi nos extrañaba mucho. Hasta que un día Alberto armándose de valor decidió salir del armario, como se dice ahora, y nos confesó su peculiar manera de ser. Y desde entonces mi hijo ya no es el mismo para mí. Cuando veo que cómo se arregla con su chaqueta de color granate para juntarse con sus... "amigos" se me revuelve el estómago porque me parece que es un degenerado. Lo veo como a un tipo ajeno a mi. Y sobre todo teniendo en cuenta a mi familia en la que han habido militares quienes siempre han enaltecido al macho valeroso dispuesto a enfrentarse al enemigo.

- Comprendo como te sientes, pero no lo comparto. Alberto aún teniendo su propia naturaleza, no por eso deja de ser tu hijo. ¿Verdad?

- Sí... claro...

-¿Y qué vas a hacer? ¿Lo repudiarás? ¿Lo desheradas? Si lo ves en apuros sean los que sean ¿no le ayudarás?- dije yo-. Porque si es así tu antepones un modelo de vida que está obsoleto; es una antigüalla que va en contra de la persona en sí.

-¿Qué pasa? ¿Es que tu ya no crees en los principios morales que nos enseñaron en la Escuela?

- Ese modelo tan viril del que te enorgulleces tanto, en el que subyace una tan inhumana como ridícula rigidez anímica hacia el diferente es una falsedad.

-¡Falsa dices!

-¡Sí! Es un modelo estrecho de miras que no sabe ver la diversa realidad en la que se vive, el cual viene de la vieja tradición patriarcal de la Biblia, que a su vez emana de la idea de un Dios señor con barba y zapatillas y que posteriormente dicho modelo ha sido asumido por una política autoritaria. Sin embargo todo el mundo sabe que en la Biblia sólo hay un 3% de realidad histórica, y un gran 95% que es pura fabulación. Y ese Dios iracundo del Antigüo Testamento no deja de ser una proyección mental de la gente de aquel lejano entonces. Muchas veces pienso que nosotros hemos sido educados en la falacia propiciada por los jerarcas de turno para podernos dominar.


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