Nunca quise saberlo

Me preocupa mucho que estés por aquí otra vez Alejandro…

Sucede que empecé a llenarle los ojos de inviernos cuando en realidad le había prometido primaveras, quise culparla primero a ella, era la materia prima que tenía a la mano, casi inevitable…después fui prestando real atención a sus cuidados tiernos, su interés por mis platicas repetidas, llegué a la conclusión de que era innecesario hacerla pasar por tanta zozobra, sobre todo porque siempre fue el refugio incondicional para las tormentas.

Tal vez sea suficiente por hoy Alex, debes aprender a perdonarte…

Entre tanta telaraña mental quise hacerme pasar como víctima de mi propia inexperiencia, pero me enfrente a mí mismo y comprendí que en realidad desde siempre me comporte como un cobarde, fui inoportuno, estúpido, infantil, impertinente y todas estas cuestiones que generalmente no se tocan pero que también se incluyen en el amor. Deseaba tanto que tuviera el valor de echarme a la calle con mis tres cambios de ropa….

Discúlpame Alex, pero como psiquiatra debo preguntarte ¿cuál es la cuestión ahora?

Esta mañana mientras acomodaba los libros vi su silueta dibujarse  a través de la luz que se filtra por la ventana del estudio y la escuche platicar consigo misma, cuestionarse si en realidad merecía esto…

Sé que estás ahí –me dijo sin voltear-

Le pedí disculpas doctora, no quise escuchar su soliloquio.

Fue la esencia de la lavanda –volteó, me miró y enseguida repuso con una sonrisa lánguida: lo que te delato amor, supe que estabas ahí desde el principio.

Le pregunte si era una manera indirecta de decirme que…

Así es amor –respondió-  no puedo más… se acabó.

Eso paso hace un año Alejandro y es tu tercer intento de suicidio.

Bueno doc, dicen que nadie sabe lo que tiene… y yo nunca quise saberlo.