Mi primer trío

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
15795 visitas

Marcar como relato favorito

Cuando me separé tuve que buscar nuevos rumbos, estaba desesperada y perdida, pero sabía exactamente cuál iba a ser mi nuevo refugio: el sexo.

Me mudé de la casa de mi pareja, me mudé de la ciudad y comencé mi vida de nuevo. Instalé aplicaciones de búsquedas de ligues, salí interminables noches en busca de compañía...en fin, sexo a cualquier precio no importaba como o quien, ni donde.

Empecé a frecuentar las partes íntimas de un nuevo compañero sexual, más chico que yo y con toda esa energía que caracteriza a los adolescentes, idas y vueltas llevaron a que me convenciera de hacer un trío con un amigo suyo, idea de la cual hacía tiempo venia enamorándome y con la que tuve miles de fantasías y sueños húmedos.

Coincidimos en que sería en mi departamento y me dejó un par de órdenes para esperarlos: sin ropa interior, completamente depilada y vestido al cuerpo y corto. Empecé temprano la preparación, entré a la ducha y me di un baño con agua caliente muy relajante, depilé cada parte de mi cuerpo, me masturbé pensando en lo que venía, cada minuto que pasaba se acercaba más a la hora de mi visita y se me aceleraba el corazón, estaba completamente húmeda mientras elegía la ropa, mientras me veía al espejo, elegia la música, se hizo eterna la espera.

Finalmente tocaron el timbre, baje a abrirles y luego de saldarlos subí las escaleras primera a modo de guía y dejando ver que no llevaba ropa interior, mi vestido negro pegado totalmente a mi cuerpo mostraba claramente mis pezones duros de la excitación y hacía que me excitara el hecho de que mi cuerpo reaccionara así ante una situación desconocida y con la que solo había fantaseado.

Una vez arriba, de rodillas en la cama y con dos hombres para comerme solita parados enfrente mío mirándome con mucho morbo recibí nuevas órdenes: -sácate el vestido y úsalo para taparte los ojos.

Lo hice lo más pronto que pude ya que estaba ansiosa por probar esas dos vergas que estaban sobresaliendo en ambos pantalones. Apenas lo hice sentí una cachetada en la cara que hizo que mis fluidos corrieran por mi pierna, me tambaleé y me apoyé en mis cuatro extremidades mientras una lengua se introducía en mi boca y una cachetada en mi culo me hacía gemir de gusto. Escuchar caer ropa al piso me pareció el sonido más excitante del mundo mientras una mano me frotaba fuertemente el clítoris, entonces cuando creí que no podía estar más caliente...

-no sabes en la que te metiste, te vamos a hacer mierda.

Poesía. 

Sentí que el suelo desaparecía y tuve el primer orgasmo de la noche, que fue callado con una verga muy dura que no hizo más que entusiasmarme y mientras sentía como me penetraban la agarré y empecé a pajearla mientras la chupaba. Tenía los ojos vendados pero sabía que nunca había tenido esa verga en mi boca, era más grande y dura que la de mi compañero inicial, por lo que decidí que quería dejar una buena impresión a mi nuevo invitado y me esmeré en la chupada, lamí de arriba a abajo, chupé y pajeé hasta que sentí que estaba por acabar, en ese momento -y queriendo mantener esa verga así de dura- pedí un cambio. Reconocí enseguida mi objetivo y comencé a hacer lo mío, pero mi visita tenía planeado torturarme un poco más...con los ojos vendados me tumbaron en una mesa e inmovilizaron mis manos y piernas, mi cabeza colgaba en el aire mientras me metían una verga sin piedad en la boca y del otro lado me penetraban tan duro que -de haber podido- mis gritos se hubieran oído en todo el edificio.

Mi mente iba a mil de imaginarme la escena, estaba tan excitada que termine con un fuerte grito ahogado en esa hermosa verga. Fue entonces cuando empecé a recibir golpes; cachetadas en la cara, en el culo, en las tetas. Una mano enorme y con mucha fuerza se prendió sin piedad de mi cuello y presionó hasta que los gemidos causados por los golpes se volvieron un lamento inaudible pero cargado de placer, mi excitación era palabra mayor, un dedo se introdujo en mi ano y hurgueteó sin piedad, abriendo camino para una verga que no hizo más que lograr que acabara nuevamente.

Otra vez decidieron cambiarme de posición y retome la posición de rodillas, pero esta vez en el suelo, me descubrieron los ojos y me metieron sus vergas de a uno, cada uno paseándose mientras el otro recibía la chupada. Finalmente, ambos terminaron sobre mi cuerpo: uno en mis tetas y el otro en mi cara. 

Los despedí, me di una ducha e intenté dormirme, pero no podía dejar de pensar en la próxima visita.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed