Juani y mi incontinencia.

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He dejado a la gitana en casa, me ha costado lo suyo y es que tiene guasa la niña.

Hace tanto que no voy por libre que me cuesta coger el aplomo necesario. Tengo la sensación de que ella me va a salir al paso de un momento a otro y ya sé cómo se las gasta.

Ahora mi barrio se ha vuelto peligroso porque aquí cualquiera puede irle con el chisme, pero como es donde me siento verdaderamente yo, pues eso.

Al ser ya atardecido me permito pasarme a ver a Juani en su frutería, está como siempre liada y harta de trabajar. Al levantar sus ojos ojerosos y cansados y verme se le alegra la cara. Es la chispa que necesito, me abro en simpatía y a ella se le funden las carnes. Hablamos de corrido, como deseando recuperar tiempo ó, como si éste se fuera a acabar. Franca y directa, como siempre, me dice que cada día recuerda mi último polvo. Pone una carita que me solivianto entero. Le digo que me alivio con la gitana todos los días, pero que me falta aliciente. Su cara viene a decirlo todo. Piensa que difícilmente ella va a poder estar a la altura de la niña. Me meto a matemático y le hablo de un teorema con resultado conocido pero difícil de explicar. Es algo así como, lo distinto consigue lo que lo habitual aun siendo mejor no alcanza. A ella le da la risa y algo más, porque se aberrunta lo que está por venir y le gusta. Me dice que lleva todo el día trajinando como excusa por su estado de aseo. Estoy morboso y guarro, le digo que hoy nada de pileta de lavar. Lo entiende a la primera, se mira como diciendo… pero así como estoy. Añado sólo, a modo de advertencia, que tenemos únicamente que ser cautos. Es una gilipollez de las mías, porque eso es algo que le es innato. Se apresura a ir a cerrar y vuelve con gesto de ir entrando en excitación. Le cojo de la mano y ya tiembla. Una vez en la parte de atrás se envalentona, es mucha Juani y está muy falta de empujones. Me bajo los pantalones y me da un recital de bien hacer, se atraganta por el deseo, pero sigue hasta ponerme como un verraco. Se coloca para aguantar bien mis acometidas sujetándose delante con las manos y poniendo en pompa su trasero, está sin bragas y la pelambrera le sobresale. Huele a hembra y me embalo. De primera ya le va una buena estocada. Gime como si fuera la primera vez. Después, ya no sabe parar, le sigue un quejido prolongado, sentido, profundo. Hace tiempo que no me la siento con tanta fuerza. Es un gozo especial, lleno de matices, pero sin freno. Un olor fuerte lo inunda todo, es un sexo primitivo, casi brutal. Suena bien cada vez que entra y sale. La sujeto y no paro de darle hasta oírla gritar perdiendo los papeles. Suelta un ¡Ayyyyy! largo que me llena también a mí de exclamaciones. Estoy tan excitado que le doy la vuelta y hundo mi cara en su entrepierna. Sus aromas son ahora deliciosos. Está tan descontrolada que expele de todo en sus espasmos. Ahora resulta como un mayor aliciente para mí. Me levanto, la sujeto de nuevo, le doy a morir y grita como una cochina en el degüello, está fuera de sí. Sigo y siento que la polla me va estallar de un momento a otro. En estas, suena un golpe seco en la puerta de delante y nos quedamos petrificados. Resulta extraño que alguien haya podido oírnos habiendo tanta distancia, pero es que Juani no ha tenido límite alguno. Suelta un ¡Coño! que le sale de lo más profundo, se desprende de mí con dificultad y se va guerrillera hacia fuera. La oigo caminar con peso como si me llevara a rastras cogido de los pies. Oigo como abre la puerta y después un, ah, eres tú. Después sigue un cuchicheo que no alcanzo a oír bien. Luego, cierra la puerta de nuevo y viene de vueltas. Me dice escueta, es Rafael (su pareja), y añade a continuación sólo un, éste no me va a estropear el mejor polvo de mi vida. Aunque parezca extraño sigue motivada, se la refriego por el culo y se enardece, no parece tener límites y yo estoy más salido que un lobo estepario. La pongo en pompa y le ensalivo el culo hasta que me pide que la reviente. Lo tiene estrecho como un tubo de pasta dental pero está deseosa y como la tengo tan dura no hay forma de impedir que le llegue hasta los riñones. Vuelven los gritos y el dique se me abre y le suelto todo, ella a estas alturas ya berrea de puro gusto. Juani, Juani, grito, como me haces gozar, condenada.


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