El tránsito de la ciudad

Estaba escogiendo hortensias en la florería de siempre, decidí acercarme.

Me encanta la manera en la que se filtra la luz –dije colocándome a su costado y le di los buenos días-

¿Cómo estás? –me devolvió el saludo alegremente; confieso que me emociona aún en los momentos más serenos la cara que hizo cuando me vio-

Debe ser el vitral–propuso inteligentemente- pareciera que estamos dentro de una piedra de ámbar.

No podría definirlo mejor –le contesté- estoy bien ¿y tú?

Todo bien –dijo, luego intento una clase de monologo sobre su ardua labor en el colegio de artes, pero mientras hablaba reconocí algunos ademanes que utiliza cuando miente; intentando seguir sin incomodarla le plantee que tanto trabajo debió aumentar el ahorro para ese viaje que tanto había postergado.

Está en pausa Alex, ya sabes, hay otros proyectos ahora…

-Por momentos su mirada la traicionaba y me decía en voz baja: sácame de aquí… hubiese querido tener mi traje espacial y llevarla a tomar un helado al cinturón de asteroides, una vez a solas rendirme, decirle que no pasaba un minuto en que no extrañara incluso el eco de sus estornudos de alergia primaveral por toda la casa. Creo que ella hubiese deseado  lo mismo-

Bueno –le dije cuando me percaté de que su novio estacionó el auto fuera del local- espero puedas cumplirlo pronto, la vida pasa.

Miró a través de la ventana y cogió rápido sus flores: Tengo que irme Alex.

Lo sé –le confirmé-

¿Tienes el mismo número telefónico? –preguntó-

Está a tus órdenes Julia, siempre…

Se dirigió a la caja y me asombro darme cuenta de que aún es una aventura encontrar la cartera en su bolso; antes de salir volteó fugazmente:

Me dio mucho gusto verte Alex…

Por favor no olvides lo del viaje –le contesté, después la vi subir al auto y perderse entre el tránsito de la ciudad-