La pasante (parte 2/5)

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El ciclo estaba por terminar, faltaban apenas 3 semanas y Karla dejaría de ser mi alumna, se graduaría y podría tenerla sin quebrantar reglas entre maestros y alumnos en la institución, era mi gran oportunidad y no la iba a dejar pasar. Mi trato hacia ella fue cambiando, buscaba cualquier pretexto para tenerla cerca, para tener contacto y rozar su cuerpo, sentirla. Ella lo notó y me dejaba hacerlo, le gustaba estar más cerca de mí y el contacto físico fue cada vez más común, sutil pero cada vez más frecuente. La semana previa a su graduación hicimos una despedida para las pasantes, solo les restaban 3 días con nosotros. Esa noche; como todas las anteriores, recibí mensajes de Karla, quería mostrarme su vestido para la fiesta de graduación y me mandó fotos del vestido y ella usándolo. Realmente se veía preciosa, el vestido era color verde y resaltaba sus pequeñas formas, haciéndola ver más deseable. Le dije que se veía preciosa, luego empezó a mandarme más fotos de sus vestidos, esos vestiditos cortos y ceñidos que tanto usa. Le dije que así no estaba bien, que mejor me mandara fotos de ella usándolos, a lo cual accedió inmediatamente. Fueron unos 10 vestidos que modeló para mí, mandándome muchas fotos, necesitaría al menos 10 hojas para describir todos y como los lucía, solo diré que cada uno era más sexy y revelador que el otro. Si de por sí la plática ya estaba subida de tono, quise subirla más y le pregunté “¿Que usas debajo de esos vestidos tan sexys?”. Tardó en responder y se desconectó, pensé que se había ofendido y terminaría todo, pero pasaron 15 minutos y me respondió “Uso ropa interior chiquita, para que no se me marque”, “A verla”, le dije. Me mandó 3 fotos de 3 coordinados distintos de brasiere y tanga, el solo imaginarla usando eso me prendió al 100, esos pequeños brasiere que más bien parecían corpiño y esas diminutas tangas de encaje las imaginaba entre mis dientes, quitándoselas de entre las piernas. “En este momento estoy imaginando como luce esa lencería en ti”, le escribí, pasaron unos minutos y me respondió “Para que dejes de imaginarte” y recibí 3 fotos de ella frente al espejo, usando cada uno de los coordinados, de frente, de lado y de atrás. Realmente no esperaba que me mandara eso, mi pene que ya estaba parado, se puso mucho más duro de lo que ya estaba, esa última foto donde podía apreciar sus preciosas pompitas en esa sensual tanga blanca provocó que mi pene expeliera líquido, estaba tan caliente pero no era así como quería saciar ese deseo, era con ella y no con su imagen con quien quería satisfacerme hasta el cansancio. No recuerdo como terminamos esa plática, pero fue muy poco tiempo después de que mandó esas últimas fotos, para mí ese momento fue la señal inequívoca de que Karla iba a ser mía y ella así lo deseaba.

Al día siguiente en la clínica no podía dejar de pensar en Karla usando esa lencería, la veía y la imaginaba en todas las posiciones sexuales que he conocido, ella me miraba y sabía lo que pasaba por mi mente, me sonreía coquetamente, se sabía deseada y le gustaba. La mandé a un cuarto por unos medicamentos, justo en el momento en que sabía que nadie más estaría por ahí, quería un momento a solas con ella. Dejé que pasaran un par de minutos y fui al cuarto de medicamentos, Karla estaba parada esperándome, entendió perfectamente que no necesitaba nada, que solo quería que estuviéramos a solas. Me fui sobre ella y la besé apasionadamente, la abracé atrayendo su menudo cuerpo hacia mí, ella respondió el beso de la misma forma y se dejó acariciar, bruscamente empujé mi pelvis con mi verga dura y erecta en su abdomen, lo cual la hizo sobresaltarse y abrir los ojos con sorpresa, interrumpiendo el beso. Mis manos bajaron para sentir y apretar sus ricas pompitas que me volvían loco de deseo, se sentían firmes, suaves, pequeñas pero deliciosas. Quise arrancarle la ropa en ese momento, pero no era así como quería disfrutarla, quería tenerla totalmente para mí, sin que nada pudiera interrumpirnos, disfrutar y probar cada rincón de su cuerpo. “Tenemos que vernos fuera de aquí, estar lejos de todo y de todos, donde nada ni nadie nos moleste. Aquí no, merecemos disfrutarnos por completo”, dije lo anterior mientras nos besábamos dulce y apasionadamente, Karla solo asintió y me miró fijamente, volteó hacia abajo y contempló el bulto que había en mi pantalón, puso su mano encima de él y dijo “El domingo nos vemos”. Salimos del cuarto y volvimos a nuestras actividades.

El día siguiente fue la fiesta de graduación así que les di el día a las pasantes para que se arreglaran, se prepararan y festejaran, fue bueno para mí no ver a Karla ese día pues sin duda alguna iba a querer poseerla ahí mismo, si bien antes pude contenerme creo que no habría podido hacerlo una vez más. Al ser profesor de la institución estaba invitado a la fiesta de graduación, pero no quise ir para evitar tentaciones y sabía que Karla estaría con su familia y amigos, si bien conocía al profesorado de la escuela y podía convivir con ellos, no me interesaba estar con nadie más si Karla estaba ahí. La fiesta fue en viernes, el sábado pasó sin tener mensajes de Karla, fui al cine, hice ejercicio, leí un libro, quise distraerme para evitar pensar en ella y así no masturbarme. En la noche, antes de acostarme, le escribí “Hola preciosa ¿A qué hora y en donde nos vemos mañana?” pasaron 30 minutos y no me contestaba, no creí que ya estuviera dormida, apenas eran las 2200, luego noté que ya había leído el mensaje, pero seguía sin contestar, pensé que se había echado para atrás. Casi a las 2300 me escribió “A las 1030 de la mañana, búscame en el obelisco, no puedo esperar más”. Leer esas palabras me dejaron estupefacto, a pesar de todo lo que había pasado en los últimos días, aún no creía que Karla iba a ser mía, mientras daba crédito a lo que leía, llegó otro mensaje “Hasta mañana guapo, sueña conmigo” y una foto de ella empinada en la cama, vistiendo una tierna y coqueta panti de encaje color celeste lo acompañaba. Sentí que explotaba, pero al final pude contenerme y esperar.

 

Continuará…


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