Cuando no estás aquí

El lunes de la semana pasada alguien se sentó en la cama, creí que mi madre estaba en la habitación a las dos de la mañana, pero al abrir los ojos comprobé que estaba equivocado, era ella: Julia.

-Tu flujo sanguíneo parece estar en una montaña rusa- me dijo sonriendo.

¿Recuerdas el casco antiguo de la catedral? –le contesté casi inconsciente-

Sí –respondió sin dejar de acariciar mi frente-

Pasé ayer por la mañana, te sentirías triste al ver que lo derrumbaron por completo –le conté- están construyendo la base del cohete que nos llevará por primera vez a la Luna.

¿Asistirás al despegue? –preguntó emocionada-

Me gustaría invitarte –dije ya completamente despierto- ¿Qué dices?

Prometo que estaré lista –agregó muy segura- me pondré un vestido que te gustará mucho.

No sabes cuanta falta haces Cuando no estás aquí –le confesé abrazándola muy fuerte-

Había intentado venir, pero a veces no encuentro la forma  –dijo angustiada, después me pidió un vaso con agua; mientras me dirigía a la cocina la escuche tararear una canción-

¿Prefieres beber café? –le pregunte en voz alta, pero no respondió, cuando volví  a la habitación ya no estaba.