Agua Salada, Resbalosa y Caliente. (P2)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
4893 visitas

Marcar como relato favorito

Bajé por la piscina caminando, observando quien se encontraba ya en el lugar y si había alguna cara conocida, nada. Saludé a las personas que trabajan ahí, ya que todos me conocen me recibieron con gran entusiasmo y cariño. Al fin tenía la arena y el mar frente a mí, me saqué las sandalias y puse un pie sobre la arena sintiendo su agradable y caliente consistencia. Camine hacia el mar mientras la arena se metía entre los dedos de mis pies, y podía sentir en mi nariz como el olor a sal del mar cosquilleaba mi nariz. Tuve un pequeño “flashback” …

“Santiago y yo nos encontrábamos solos hace un año en la playa.

-Hace mucho que no te veía, me contenta que estés por acá- Santiago me miraba con expectativa deseando una respuesta reciproca, pero él sabe de sobra que de mí jamás tendrá algo por el estilo.

-Si, así veo, no solo tu sonrisa te delata, también la carpa entre tus piernas- contesté mientras me reía a carcajadas. El me siguió el juego riéndose, pero sin esconder su erección.

- ¿Qué pretendes que haga Ami? Hace mucho que no te veo y te me acercas por atrás aparte de sorprendiéndome, me doy la vuelta y tienes que estar semi desnuda, parce no sé qué pretende vestida de esa manera-. Alcanzo a mirarlo de reojo riendo ante su ridículo comentario, lo único extraño de mi ropa era que me encontraba con mi terno de baño y un short diminuto.

-Es la playa San, ¿pretendes que use pantalones? – Le dije entre risas y empujándolo – Es más, me acaba de entrar un bochorno…- Lo dije mientras me quitaba el pantalón y decidía impulsivamente meterme al mar, sabiendo que el me seguiría sin pensarlo dos veces. Sin mirar atrás, lancé la prenda que tenía encima y corrí hacia el agua, por alguna extraña razón el agua estaba temperada, no caliente, pero si con una temperatura mayor de lo normal. Dejé que invadiera mis pies, hasta que subía poco a poco y me llegaba a las rodillas, así hasta que tuve el agua hasta la cintura y a Santiago junto a mí.

-Sabía que ibas a venir- Le dije sonriendo socarronamente.

-No puedo dejar que una delicada dama se meta a estas altas horas de la noche sola al mar, estaría completamente fuera de mis principios-. Me guiñó un ojo antes de clavarse en una ola formada “creído”. Regresó a ver hacia la orilla donde me encontraba y comenzó a llamarme gallina para que me fuera hacia la profundidad con él, en mi mente estaban sucediendo muchas cosas si decidía seguirlo hasta que decidí dejar de maquinar y aventurarme para comprobarlo por mi cuenta. Comencé a sortear las olas, presumiendo mis aptitudes para nadar, hasta que llegué junto a él.

-Pensé que no ibas a venir-. Me lo dijo sin mirarme a los ojos, y él sabe cuánto detesto que me desvíe la mirada cuando hablamos.

-Sigues sin mirarme cuando me hablas, ¿por qué? -. Lo miré expectativa, deseando una respuesta lógica. No me respondía, y aún no se dignaba en mirarme así que comencé a lanzarle agua salada en la cara, por un momento se dejó y comenzó a jugar, parecíamos dos niños chapoteando. Hasta que se cansó, pero yo seguía, quería ver que tanto me toleraba, con decir que me cansé de hacerlo y me decidí por nadar pretendiendo que estaba sola. San no me hablaba, solo nadaba junto a mi y no se alejaba, hasta que lo perdí de vista unos 10 segundos pensando que lo había revolcado una ola o algo por el estilo, hasta que sentí un par de manos abrazando mi cadera apretándome contra un cuerpo alto y duro, lo sentí atrás mío diciéndome pegado a mi oído,

- “Primero, me pones estúpidamente nervioso, y si lo hago, no creo tener la habilidad para controlarme”- lo último lo dijo cerrando la oración mordiendo el lóbulo de mi oreja. Alcancé a morderme mi labio y escapar de el como una lagartija en su jaula, me metí bajo el mar y nadé sin sacar la cabeza, tenía la cabeza bombeando al igual que la sensación en mi coño, quería más y rápido, pero no quería que fuera tan sencillo para los dos.

Salí buscando su cara entre el agua, y estaba frente a mí a un metro de distancia, le hice una seña con mi dedo para que venga. Hace mucho cuando salíamos a matar el tiempo hacíamos una pequeña apuesta de quién era el más pervertido, el que besaba al otro primero perdía y se quedaba con la corona hasta ese entonces, así que me dije a mi misma que nos íbamos a poner a prueba. Santiago llegó a mi lado riéndose y preguntándome si me encontraba bien ya que no paraba de mirarlo profundamente, cuando estuvo frente a mi salté del suelo con el agua ayudando mis movimientos y me aferré a su cadera con mis piernas enrollándolo. Me miró encantado, pero solo por dos segundos, y yo volví a relinchar del cabreo, así que decidí moverme despacio para que lo note encima de su pelvis, se encontraba dormido hasta ese momento en el que me sintió más cerca y un poco más activa. Pude notar como tragaba saliva de manera nerviosa, pero agarraba mis piernas con más seguridad y me pegaba más a él, me acerqué a su cuello y no muy alto le dije “pervertido”.

Sonrió y mientras subía sus manos a mi culo y lo agarraba sin miramientos me dijo – Quien se pueda aguantar contigo o es homosexual, o es ciego-. Me reí ante su estupidez, pero mi vagina se contrajo al sentir sus manos en mi culo, cerca pero aún muy lejos, mis pezones comenzaban a hacer acto de presencia.   

-Me parece ridículo tu comentario, a una persona puedo de manera libre no gustarle, no soy el gusto de todos-. Se lo dije mientras lo acercaba más a mí, el solo sonrió y meneando su cabeza me dijo:

(Continuación por límite de palabras, tercera parte)


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed