Realidad fungible

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La mañana regala

esa amistad que nos hace seguir

con el mejor deseo.

 

La calma nos convierte

en mejores personas.

Nos enseñamos cada día

con rutilantes actos.

Todo es sencillo a la par,

si así queremos mirar

la existencia y sus recovecos.

 

Nos proponemos

ansias y despertares

que han de complementar

el ciclo de un cariño

casi único,

al que nos debemos.

Caminemos cantando.

 

Las aficiones nos proporcionan

esos instantes extraordinarios

que nos invitan a la felicidad

más verdadera, la real,

la que nos hace justificar cada segundo.

 

No esperemos a la escasez

para valorar lo que tenemos

o habíamos albergado.

Ese juego produce melancolía

por el hecho de ir a destiempo,

con el paso cambiado.

 

Platiquemos más

y seamos genuinos

en la serenidad de una querencia

que brinda salubridad.

 

Los acontecimientos más valiosos

son los que vienen

desde el anonimato

y sin perseguir grandes reconocimientos.

 

Nos hemos de encantar

con los leales amigos,

esos que no fallan

en las eras fundamentales,

cuando nos hacen tanta falta.

 

Todo es cristalino

si queremos funcionar

en realidad, a ritmo bondadoso.

 

Todo engaño provoca en contra,

y más en una estructura relativa

y fungible.

No esperemos a descubrirlo tarde.

La mañana, el hoy, es un regalo,

que hemos de saborear.

 

Juan Tomás Frutos.


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