Las últimas gotas

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Mi madre me despertó muy temprano, emocionada, la noticia ya se había esparcido por toda la región: después de más de tres siglos la lluvia había amainado en el pueblo vecino, la desgracia que los azotaba fue exterminada por un ser alado que llegó un martes.

Fue tu amigo –dijo mamá- encontré esto colgado en la manija de la puerta.

-Me entregó el relicario que Alejandro utilizó siempre, dentro tenía una diminuta ala. Me asomé por la ventana y contemplé un azul uniforme, ya no se veía en el horizonte la gran división del cielo; sin dudarlo convencí a mamá para unirnos a las primeras caravanas de apoyo para reconstruir el pueblo. Nos preparamos durante el día entero y a la mañana siguiente salimos, cargadas con comida y utensilios de limpieza.

Llegamos cerca de las nueve de la mañana, lo primero que vimos fue el burdel incendiado, las muchachitas que trabajaron ahí se habían marchado, lejos, para olvidarse de la mala vida. Las calles empezaban a secarse y las últimas gotas que caían de los techos rebotaban contra el suelo, la gente trabajaba duro bajo el consuelo del sol.

La avenida principal estaba atestada de escombros y desechos acumulados durante mucho tiempo, parecía que el mundo se había volteado al derecho y al revés y ahora lo estaban reacomodando… entre todo el caos vi a lo lejos la figura inconfundible de la mujer más bonita que he visto en mi vida, dirigiendo a las personas, con una gracia natural en los movimientos que transmitía incluso a través de su fotografía, pero no quise acercarme, preferí disfrutarla en la distancia, al instante supe que tres siglos por ella habían valido la pena, y también comprendí como un ser humano puede inspirar tanto…

¿La mujer era Julia, abuela? ¿Abuela?

 

-Ya no puede responderte,  solo te escucha… discúlpame por llegar sin anunciarme, no quise hacer ruido, me encantaba escucharla contando la historia. Y si, era Julia, lamento que tu abuela no se hubiese acercado a ella, hubiesen sido buenas amigas.

Imagino que tú eres…

-Alejandro, señorita Paula, mucho gusto-

Eres muy distinto a cómo te imaginaba…

-Debe ser por la ausencia de las alas, es gracioso pero en el relicario de tu abuela está la única prueba de que existieron alguna vez-

¿Y qué te ha traído de vuelta?

- Será difícil entenderlo ahora pero… le prometí que estaría a su lado cuando su paso por este mundo terminará, así que aquí estoy…

 

 

Nota medianamente larga: “Las últimas gotas” es el punto final de una serie de escritos que forman parte de “La temporada más lluviosa”. Es necesario decir que “La temporada más lluviosa” tiene dos series: "A pesar de la lluvia" y "La cofradía del festín", estas dos series se complementan con “Angelexterminador I, II, III”,  relatos publicados en este mismo foro en el ya lejano mes de febrero.

Todos en su conjunto son piezas que intentan encajar en un relato largo que tiene como humilde fin, ser una historia de amor. 

Estos son los relatos que pertenecen a cada serie:

A pesar de la lluvia

(Se compone de: Los orígenes perdidos, Para lavar las penas, El lugar que ocupa el corazón, La lluvia tierna, La lluvia cambiante, El mecanismo del tiempo, El sol ausente, Hendiduras, El silencio insondable, A pesar de la lluvia)

 

La cofradía del festín

(Se compone de: La cofradía del festín, Me lo dijo un ángel, Me lo dijo un ángel -acto segundo-, Las últimas gotas)

 

Angelexterminador 

(Se compone de: Angelexterminador I, II, III)

 

Gracias por leer.


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