Mi graduación Inicial

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Era la fiesta de graduación y todos estábamos muy ebrios. Pero no me quería desmadrar, iba siendo la hora de irme para casa, así que me fui con mi amiga Miriam en su coche. Por el camino, nos contábamos los besos y pequeños tocamientos que nos habíamos hecho con los chicos del grupo. El tonteo que habíamos tenido con los chicos...Para mí todo había sido una aventura. Yo era virgen e inexperta en temas de sexo. Ella por el contrario ya había tenido varias relaciones con los chicos del instituto.

Ya en el sofá de nuestro piso, y mientras nos tomábamos una cerveza, empecé a contarle que había sentido la erección de Jose con los besos que nos habíamos dado y que me había dado mucha vergüenza, pero que mi cuerpo se había quedado con ganas. Que sentía un pequeño cosquilleó entre las piernas.

Ella me contestó que era normal y que ella en mi lugar, se iría para el baño o para la cama y se masturbaría.

Yo me ruboricé y le dije que nunca lo había hecho, que no sabía hacerlo... me miró fijamente durante largos segundos, se acercó a mí, me quitó la cerveza de las manos y me besó.

Sus manos se posaron sobre mis muslos y empezaron a adentrarse bajo mi falda. En un principio me bloqueé. No sabía si pararla o seguir, pero he de reconocer que me gustaba, y mucho, lo que estaba sintiendo. Sus labios eran suaves y estaban fríos de la cerveza, pero contrastaba con su lengua caliente.

Los besos cada vez fueron más largos más profundos. Guiaban a mis labios inexpertos de manera sutil, lamía su cuello y volvía a su boca. Creo que ella me hizo un pequeño chupetón, me tenía ganas, se notaba en la intensidad de sus besos, de sus caricias. Le apreté sus tetas. Ella hizo lo mismo, sacándome mis rosados pezones del sujetador. Me los apretaba, mordía a través de la camiseta, estaba totalmente excitada. Mis piernas ya no se podían abrir más y comencé a arquearme para que tuviera mejor acceso.

—Por favor, quítame la camiseta.

Me la subió hasta la cara, atrapando mis brazos con ella. No podría moverme, me lamía los pezones, me los apretaba con sus labios y tiraba de ellos. Mientras, su mano sobre mi coño, no paraba de tocarme el clítoris, estaba a punto del desmayo.

—¿Qué quieres que te haga? - le pregunté entre jadeos. Quería que ella sintiera lo mismo que estaba sintiendo yo.

—No quiero que hagas nada, quiero que te dejes llevar. Quiero que disfrutes de tu primera vez conmigo. Sólo quiero que me dejes disfrutar de ti, no pienses y déjate llevar.

Se arrodilló frente a mis piernas y me separó las rodillas. Estaba empapada. —Que sepas que te lo voy a comer —dijo a modo de aviso y supongo que buscando mi aprobación. Yo estaba tan excitada que era justamente lo que quería.

—Cómetelo. Me muero de ganas.

Me lamió el coño de arriba abajo. Su lengua se deslizaba por mi raja. Desde el culo hasta el clítoris una y otra vez. Jugaba con su lengua haciendo círculos sobre mi pequeño botón. Muy lentamente noté como me metía suave y lentamente un dedo. Yo seguía con la cabeza tapada por la camiseta, por lo que todos mis sentidos estaban centralizados en sus caricias, sus lamidas, sus dedos. Cuando el primer dedo entraba y salía totalmente lubricado por mis jugos, me metió el segundo, no paraba de lamerme. Miriam me estaba pajeando como jamás pensé que lo pudiera hacer nadie.

—Méteme el tercero, por favor.—Necesitaba sentirme más llena aún, estaba al borde del abismo. Me dijo que levantara más las rodillas y su lengua comenzó a jugar con mi rugoso culo.

—aaahhh!! síi, síii, Dios mío!! qué me voy a correr!!— Mi coñito comenzó a palpitar, oleadas de placer se apoderaron de todo mi cuerpo. Mi líquido caliente salía de él a borbotones. Yo pensé que eso no ocurría en la realidad. "Vaya corrida" pensé. Me di cuenta que yo misma me estaba pellizcando mis pezones. Había sido la mejor sensación corporal que había sentido a mis 18 años de edad. Me quedé extasiada sobre el sillón sin fuerzas, no podía levantarme, ni siquiera cerrar mis piernas.

Miriam se acercó a mi y me preguntó si estaba bien. Solamente pude asentir. Me tomó de la mano y me llevó al baño.

Entonces repetimos, pero al revés. Ahora le tocaba disfrutar a Miriam.

Desde entonces, no sólo compartimos piso, sino momentos gloriosos de placer. A pesar de todo, sigo con Jose. Tengo una relación maravillosa con él, pero hay veces que busco otra cosa y para eso, nos tenemos Miriam y yo.


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