CORAZÓN INGRATO

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Dos de la madrugada. Aunque continúas bajo las palabras del hechizo en el que él te envolvió tan dulcemente, no puedes percibirle.

Tu conciencia está ligada a la suya tan sutilmente que cuando lo has entendido ya es tarde para escapar.

 

Dos velas iluminan la vacía estancia que solo llena tu presencia y en la penumbra, en absoluto silencio, escuchas los sonidos de la noche pero nada te señala que esté cerca.

Esperabas sentir sus susurros y sus caricias pero lo único que tienes para sentir es su ausencia que te castiga, te aflige y te tortura.

Entonces llega el desconsuelo y te dejas abatir por la cruel realidad: a su corazón ingrato no le importa cuánto lo añoras. 

 

Eres como arcilla en sus manos, ardes en la hoguera de la pasión sin condiciones y sin embargo en este momento nada le conmueve y le acerca a ti.

 

Estás viviendo en una doble realidad, un mundo superpuesto en el que flotas por los tres suspiros que te provoca cuando sus ojos se posan en ti y se digna a ofrecerte una satisfacción grata, placentera y desesperantemente efímera.

 

Mientras sucede este prodigio, al otro lado todo tiene sentido, no hay tristeza que cargue tus hombros con el peso de la existencia. Vives la luz, nada te afecta pues un escudo de alegría te rodea.

 

Hasta que ese desconsuelo que te arrasa provocado por su indiferente ausencia traspasa los límites de la realidad, llena todo tu ser y lo convierte en un hondo y oscuro abismo que absorbe la luz de tus ojos y apaga tu sonrisa. 

 

 

 

(Continuación del relato en "SATISFACCIÓN")

 


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