SATISFACCIÓN #FS

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Este relato,es continuación de "CORAZÓN INGRATO"

 

Por fin escuchas unos pasos acercarse por el rellano de la escalera. Reconoces su caminar tranquilo, sin prisa, como que ya ha llegado a su destino.

Se desvanecen las sombras que cubrían tu frente y lo aceptas sin dudar, le abres la puerta y os fundís en un abrazo.

 

"¿Me has echado de menos?" le preguntas y un "si" pronunciado en un susurro estremece todas las fibras de tu cuerpo, ansioso éste por estar entre sus brazos.

Su presencia borra cualquier amargura que te haya hecho sentir. Siempre lo hace. Se va y vuelve. Sin explicaciones, sin excusas.

 

Lo que más deseas, lo que más ansías es sentir su piel pegada a ti, cómo te provoca y te seduce, cómo te eleva hasta el firmamento de los placeres y las sensaciones.

Todo es intenso a su lado. Intensas miradas que como aves de rapiña se quieren llevar el brillo de tus ojos al fondo de su alma; un simple beso se convierte en un torbellino del que no quieres salir por más que te aboque al desastre. Sus particulares caricias te dejan sin la más mínima gota de aire en los pulmones y su sexo llena el vacío insoportable de tu necesidad.

 

Le coges de la mano y se deja llevar. 

Le guías a una habitación que os gusta en especial: 

el ventanal que da a la calle, abierto, deja entrar la luz anaranjada de las farolas y el sofá tantra del centro de la estancia instalado sobre una mullida alfombra os está esperando.

Unas mesas bajas con velas que vas encendiendo y una botella de Verdejo en una cubitera con hielo y dos copas le demuestran que le esperabas. No importa que lo sepa. 

 

Una agradable sorpresa se refleja en sus ojos que sonríen mirando tu cuerpo cubierto con una escasa bata de raso que hace juego con el calor de tu rostro. Debajo, un minúsculo retazo de ropa negra de encaje apenas cubre tu desnudez.

Con un dedo separa las suaves solapas hasta hacer asomar tus blancos senos, en los que enhiestos botones rosados en su centro le están invitando a besarlos y un vehemente suspiro se te escapa al sentir sus voluptuosos labios acariciándolos.

"¡Cómo te deseo, locura mía!", pronuncia mirándote con intensidad, después mordisquea urgente tu cuello en dirección a tu boca y sus manos pasean por la parte baja de tu espalda buscando lugares ocultos de placer que descubrir.

Le desnudas sin preguntar, despacio, admirando su excitación y el deseo que se apodera de ti lleva inevitablemente tus manos y tu boca a acariciar la piel suave de todo el regalo que te ofrece hasta que consigue su momento de perdición y dejas su sed saciada.

 

El sofá que os acoge os ofrece posibilidades infinitas que vais explorando en un ciclo sin fin de caricias entre vuestros cuerpos, mientras el aroma a sexo os envuelve en la transpiración intrínseca de los sensuales movimientos, como un baile de compenetrado placer.

Vuestras bocas buscan y encuentran los lugares donde la pasión los necesita y así te elevas hasta que se produce el segundo suspiro por el delirante placer que sientes. La languidez que te llena ya no te permite continuar tu juego y él se contiene para la última posición, no es hombre de prisas, ya lo conoces bien. Montada encima de su cuerpo, extendida hacia atrás y apoyada en el curioso diván inicias la sensual cabalgada que os llevará al final del círculo. Sus manos se enganchan a tus caderas para acoplar el ritmo de vuestros cuerpos y en su rostro ves una mirada de deseo que te inflama todavía más, si es que eso es posible. 

Vuestros movimientos, cada vez más rápidos, más intensos, os producen descontroladas sensaciones hasta que sordos gritos lanzados al unísono anuncian el dejarse ir, el deseado orgasmo, mientras los últimos movimientos lo prolongan unos instantes más y entre los últimos jadeos él pronuncia tu nombre una, tres, cinco veces. Caes sobre su cuerpo, el tuyo sin fuerzas que lo sostengan y sus brazos te rodean con calidez. 

Cuando puede volver a hablar, una frase que pronuncia, "perdóname por ser como soy, sabes que siempre vuelvo a ti, corazón", te satisface porque sabes que es verdad.

Y en ese instante los mundos paralelos consiguen  alinearse convergiendo en la realidad de tus sueños.

 

(Continuación de Corazón ingrato.)

 


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