Chantaje (segunda parte)

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Acabando de decir eso Zara soltó un agudo gemido, me pegué a su cuerpo y mis manos apretaron sus nalgas, Zara estaba extasiada y solo se peinaba con los dedos, mi boca llegó hasta sus deliciosas tetas abultadas y comencé a chupar sus pezones erectos, juntaba sus tetas y las mordía suavemente, ella jadeaba y apretaba mi cabello pegando mi cara más a su cuerpo, mi mano diestra bajó hasta su sexo lleno de vellos y mis dedos se resbalaron por en medio de sus labios, Zara gimió fuerte y con mis dedos localice su botoncito del placer, seguía mamándole las chichis al tiempo que mis dedos hacía círculos en la dureza de si clítoris, los gemidos de Zara se hacían más intensos, mi velocidad aumentaba hasta el momento que ella no pudo más.

Entre gemidos y jadeos un chorro intenso brotó de la panochita de Zara, mi mano palmeaba su vulva mientras ella se retorcía abrazándome del cuello, sus ojos estaban en blanco y sus piernas largas se tambaleaban como gelatina con cada pequeña expulsión, fueron cuatro y ella solo se detenía de la orilla de la mesa, mi boca estaba en su cuello mientras que el aliento de zara volvía lentamente.

-Mira nada más que rico te vienes, no sabes lo caliente que me pusiste con esos gemidos, tengo la verga bien dura queriendo clavártela toda hasta que te vengas en ella. –Que rico David, dime más. –Me dice jadeando, yo me acerco a su oído para seguir susurrando.

-Te mojas delicioso, me puse bien caliente mordiendo tus chichotas y tocando tu panochita, ya quiero meterte la verga y que te resbale toda entre tus labios mojados, quiero agarrarte del pelo y cogerte bien duro hasta que grites. -¿Cómo puta? ¿Quieres que grite como puta David? Quiero que me digas que soy una puta, me estas mojando mucho con lo rico que me hablas.

-Como a una puta, quiero cogerte como a una zorrita que desea mi verga, ya quiero tenerte en cuatro para nalguearte fuerte, quiero morderte y darte cachetadas como a mi puta, voy a meterte mi verga una y otra vez hasta que no puedas más.

-David me voy a venir!!!

Entonces mi mano fue nuevamente a su sexo, mis dedos otra vez sobre su clítoris lo tocaban dando círculos rápidos presionando delicioso. Zara gemía como puta mientras nuevamente sus manos abrazaban mi cuello, sus pezones erectos bailoteaban mientras mis dedos como locos frotaban su clítoris, gemidos y más gemidos se escucharon hasta que su orgasmo llegó explotando tan rico como la primera vez, yo solo daba palmadas en su sexo mientras Zara gemía temblando nuevamente.

Tomé a zara de las nalgas, la subi en la mesa y me fui a besar su cuello, ella me quitaba la camisa mientras yo me desabrochaba el pantalón, en cuestión de segundos me encontraba desnudo con la verga ya lagrimeando en la entrada de su sexo. No hubo más que una mirada y mi verga se fue completa en su lubricidad, con todas mis fuerzas me comencé a mover y ella nuevamente gemía deliciosa, mis manos apretaban sus tetas y el sonar de nuestros choques llenaba la casa entera.

-Dime que soy una puta David, cógeme y háblame como si fuera una maldita zorra.

-Eres una puta Zarita, una puta bien rica, mira nada más como te comes mi verga, con esa panochita tan jugosa, tus tetas rebotan y me pones más caliente, eres una puta bien rica y te voy a coger como la puta que eres.

Con cada palabra notaba como su sexo se ponía cada vez más mojado, era evidente que le gustaba sentirse una puta y yo estaba encantado de complacerla, tome sus tetas y se las mordí, la tome del cuello y mientras le decía puta una y otra vez ella se escurría sobre la mesa, gemía cada vez más fuerte hasta que nuevamente se vino mojando mis muslos. –No pares por favor. –Me dijo aullando como zorra y yo me moví fuerte para que ella se regara de lo lindo.

Cuando me di cuenta que ya su orgasmo había pasado me detuve un momento, ella respiraba con problemas pero finalmente repuso su aliento, la bajé de la mesa y caminamos a la sala, la empotré en el sillón con el culo al aire y su cara en los cojines, mi verga estaba lista para darle una deliciosa cogida cuando…

-David, quiero que me la metas por el culo, estoy muy caliente y siento que solo por ahí se me van a quitar las ganas, pero no dejes de hablarme así de rico, por favor.

Escucharla también me puso caliente, me fui pues a su culo, abrí sus nalgas y lo chupe como loco, mis manos le daban fuertes palmadas hasta que sus nalgas quedaron del tono de un betabel. –Te gusta puta? Te gusta que te pegue?

Ella solo decía que si entre gemidos, sus muslos estaban escurriendo, sus nalgas demasiado rojas y su culo listo para ser mancillado. Escupí en su culo y sin piedad se la clavé completa, Zara solo mordió y se aferró como pudo del sillón, su culo no era nuevo pero lo parecía, con esfuerzos empujaba clavándole poco a poco mi verga, ella gritaba ahogando sus gritos en los cojines, cuando sin aviso un chorro caliente bañaba sus piernas. Yo con más fuerza empujaba hasta que no quedaba algo de verga por meterle, ella gemía como perra y sin piedad comencé a moverme, una y otra vez empujaba dando a su culo fuertes palmadas, Zara desplomada solo jadeaba sintiendo que su culo se llenaba de verga, seguí cogiéndola y hablándole sucio hasta que ya no aguantaba más. –Me voy a venir. –Le dije sintiendo mi orgasmo correr. –Vente adentro, quiero que llenes el culo de lechita!!

Me moví con todas sus fuerzas sintiendo como su ano me apretaba casi estrangulando mi verga, mi leche broto violenta entre mis toscos gemidos, ella llevó su mano a su sexo y se tocó con violencia mientras mi leche salía a chorros, me vine dentro de su culo y ella me apretó la verga impidiéndome sacarla, sus gemidos continuaban y sus dedos se escuchaban cada vez más empapados, finalmente soltó un grito tembloroso y pude sentir una última descarga de su sexo correr entre las piernas. Nos quedamos un rato trabados sobre el respaldo del sillón y luego de unos minutos fuimos a la ducha, me bañé rápido y ella me dio la pequeña memoria, llegué al trabajo y la oficina de Carlos estaba cerrada, pregunté a una compañera sobre su paradero y me dijo que no había llegado en todo el día.

Fui a mi oficina aun con la sensación del revolcón con zara, estaba apenas retomando mis fuerzas cuando Carlos llegó a mi oficina. –Que pasa hombre, todo bien? –Me dijo Carlos.

-Si Carlos, de hecho pensé que te urgía que ya ni me tomé el café que me sirvió tu esposa, llevo horas aquí esperando.

-Ya se, David, pero ando de aquí para allá que ni a ella le he llamado, a ver si ahorita le hablo por teléfono.

-Bueno pues aquí tienes.

 –Gracias David.

-Cuando gustes.

 


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