Baño discapacitados II

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Mientras ella lame sus labios, sus manos se encargan de que todo siga a punto. Ella le gira para que, ahora, se vea él, de perfil en el espejo, con su bailarina a sus pies, de rodilla. Él observa la imagen reflejada. Con tan sólo, dos movimientos de ojo, la tiene de rodillas mirándole suciamente y con el otro movimiento, una escena pornográfica en el reflejo.

Uno de los puntos eróticos del baño, era el espejo. Tenía una inclinación que permitía ver la imagen desde un ángulo diferente a lo acostumbrado. Era un primer plano. Muy sexual. 

Su bailarina se lo pone cada vez más difícil. Su boca caliente, hace que olvide todo. Su mente en blanco, negro, rojo....la lengua arropa la parte trasera de su polla. Su labio superior le protege, y se desliza a placer por todo su sexo duro, firme, caliente. De repente, esa lengua juega con su punta. Haciendo círculos. Libre y encantada de chuparla. Cuando sale, ve que se dirige a su escroto. “Uummm siiiiii” “Chúpamelos. Lame todo lo que quieras”.

Su bailarina se entrega a la faena. No sólo el espejo tenía protagonismo en ese baño. Y a Bárbara no se le iban de la cabeza. Las barras. Esas barras de sujeción en los laterales del váter. Esas barras que se subían y bajaban. Siempre había imaginado que las piernas encajarían a la perfección para controlar las envestidas y sus manos se sujetarían a la pequeña barrita que las unía. 

Estaba ella en esos pensamientos cuando él, la levanta. La coge en brazos y la sienta en el potro, de sus siguientes fantasías. Encaja sus pies, con los tacones de punta puestos, en las barras. Ella sonríe, conocedora de lo que va a disfrutar. Sin mediar palabra, él raja las medias justo en la entrepierna. Le quita el top escotado. No lleva sujetador. Dejándola desnuda de cintura para arriba. Sus medias puestas, sus tacones y su corta falda negra. Mueve hacia un lado su tanga y le enviste a placer. Para dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Le mete su dedo índice en la boca. Ella se lo chupa como si no hubiera un ayer, un hoy ni un mañana. Su ritmo se acelera. La imagen de tenerla ahí, entregada, gozando, follando, con sus piernas abiertas, sus pechos duros, su cabeza de lado.....no podía más. Ella le pide que le ponga de espaldas. De pie. Se inclina. Agarra las barras con ambas manos. Pone su culo en pompa. Los tacones ayudan a acortar altura y, como un buen rejoneador, le clava la puntilla final.

Unos minutos más tarde, salieron entre risas, complicidad, besos y una sensación de que habían sido muy malos y traviesos.

Llegan al salón y.....

Oyeeee, ¿Dónde estabais? - preguntó uno, que no veía nada del ciego que llevaba.

Hablando con Ventas –controlaron sus risas y dejaron al susodicho con una expresión de incomprensión absoluta.

¡¡¿Os vais?!! - gritó, levantando su brazo y tirando la mitad de su bebida aguada.

Síiiii. Se me han roto las medias –Sonrieron. Se despidieron en la distancia de él y desaparecieron.


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