La Flor de Jade Blanco/ Capitulo-2

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Ni su padre, ni un mal ser humano, pues la acomodé y le di todo mi calor, era inevitable y tampoco quería evitarlo, que mi pene respondiera a tan excitante roce, llevaba un short corto y cómodo, para evitar el sudor del viaje, que buena fue mi decisión muchas horas antes al decidir que ponerme, empezó a reaccionar a la proximidad de aquella chica hermosa de fracciones juveniles matizadas de madurez sexual, solo sexual, no era mujer para hablar de libros, pero de sexo sabia más que cualquiera, un lunar al lado de sus labios, de esos que se tatúan ahora, como para recalcar mis suposiciones, quizás es moda, pero eso llama mucho la atención, quizás solo a mí, pero me imagino que es un sello de buenas mamadas caminantes, no me defraudó la suposición, pero como toda excepción tiene su regla, dejo abierta las dudas, bueno queridos pervertidos la noche se hizo aún más fría, en todos lados menos en mi short, mi pene le llevaba la contraria a toda temperatura de muerte, él quería vivir, no sabía que podía mantenerse erecto al 100 % x 100 tanto tiempo, o sea, no una erección de esas flojas, era una erección viagral y solo con ella en mi pecho, creo que el sexo se huele, se siente, la excitación es algo evidente para las mujeres, se fue dejando caer sin vergüenza alguna la muy mala inocente, hasta tropezar con sus manos sin querer en mi pene ultra duro, que bajo solo unos centímetros por el peso, pero tan excitado y fuerte que se resistía el solo, a veces pienso que tiene voluntad propia, la muy experta como si nada, se apartó, como quien nota algo y lo toma normal y se acostó en mi muslo, podía sentir una débil vibración como de una risita de las que tienen los niños al hacer una maldad, pasaron unos 10 minutos y yo petrificado, pendiente al menor movimiento, me tomo la mano y la puso en su cabeza, como indicándome que le hiciera cosquillas, comento que los asientos del Tren son para 3 personas, yo estaba en el asiento más próximo a la ventana, ella en el medio y una señora supuestamente dormida en el más próximo al pasillo, única posible observadora, pero lucia señora de campo, de esas señoras honestas que solo vienen a la ciudad a un hospital o algo, así que aposte por un sueño sincero de su parte, pero nunca se sabe, era una situación excitantísima, pues aunque era oscuro, propiciado por la noche y el propio sistema del Tren para descanso de sus pasajeros, estábamos rodeados de personas de todo tipo, niños, viejos, gordos, flacos, que juego más delicioso, se giró mientras me entretenía acariciándole su lacio pelo y sus labios quedaron perfectamente alineados y al roce de mi glande bajo las capas de tela, ella con los ojos cerrados, como si nada, yo con los sentidos abiertos como si todo, explotando, a veces un juego de esto es más intenso que el sexo como tal, no sé, las ganas, la calentura, los deseos, la lujuria, ese punto en que se siente el sexo a punto de explotar, ese punto donde parece que toda la sangre del cuerpo se ha reunido allí, aun con algo de vergüenza presione mi pene descontrolado y desbocado contra su inocente boca, ella la semi abrió una de sus manos comenzó a acariciarme los muslos, ya esto era demasiado, el juego empezaba a ponerse más interesante a cada momento, sus manos poco a poco fueron ganando más terreno, hasta que con sus uñas largas, de esas que hacen unas cosquillas que erizan el ultimo pelo del cuerpo, toco mis testículos y empezó aun como dormida a tentar al dragón, saben que cosa es hacer eso?


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