Una noche sin dormir

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Por fin llegó la tan temida noche, no por nada en especial, simplemente porque no tengo forma de conciliar el sueño. Lo he probado todo, menos pastillas para dormir, no me gusta tomar pastillas.

Terminé de cenar, lavé los platos y cacharros, para así no tener que hacerlo nada más levantarme y entré en mi habitación.

Tengo la cama justo en medio de la habitación, con la cabecera pegada a la pared. Es una cama grande, no me hace falta tanto porque vivo sola, pero parecía buena idea cuando me la compré.

Me quité el pijama y me tumbé, cerré los ojos con la esperanza de que el sueño me viniera, pero después de media hora sin moverme desistí, abrí los ojos, cogí mi tablet y los auriculares y me puse a ver vídeos. Siempre empezaba viendo los que me resultaban interesantes o graciosos, pero al cabo del rato ya veía lo que fuera.

A cada rato miraba el móvil a ver si tenía algún mensaje de él, pero no era así y no quería ser la primera en empezar una conversación, porque últimamente era yo quien las empezaba y lo único que recibía de él eran contestaciones monosilábicas, frases cortas o una sola palabra.

Mi auto control se fue a dormir y cogí el móvil para enviarle un mensaje, abrí la aplicación, lo seleccione y escribí “que haces??”, solo me faltaba darle al botón de enviar, pero no lo hice porque sabía lo que me iba a decir “nada”, lo borre, cerré la aplicación y seguí con mis vídeos.

Miré reloj de la mesita de noche y marcaban las 3:30 am, me puse un podcast y me puse cómoda dispuesta a dormir. La última hora que vi fueron las 4:45am.

Me levante a las 8am, cansada y ojerosa, desayune y me fui a trabajar.

Y por fin volvió a llegar la noche y empecé con mi rutina, cené, fregué los platos y me metí en la cama, pero esta vez ni intente dormir, simplemente cogí la tablet, los auriculares y me puse a ver vídeos de gente bailando bachata.

La bachata es un baile muy sensual y empecé a imaginar bailándola con él. Sólo con imaginarme haciendo esos movimientos cerca de él me excité, estaba muy húmeda.

En mi imaginación el baile, nos llevó a otras cosas más excitantes.

Notaba sus manos sobre mi cuerpo, como me acariciaban de arriba abajo, con ternura pero firmemente, notaba sus besos en mi cuello, su aliento caliente bajando poco a poca hasta llegar a mis pechos, los agarro con ambas manos y los apretó, acercó su boca a mis pezones, sacó la lengua y los lamió, no pude evitar un gemido de placer, eso le excito, los apretó con más fuerza y empezó a darme mordisquitos, que eran dolorosos pero a la vez placenteros.

Seguí acariciándome imaginándome que mis manos eran las suyas. Me acariciaba el abdomen y los pechos, poco a poco una de sus manos bajo hasta llegar al pubis, empezó a juguetear con mi vello púbico, esa forma de recrearse y no darme lo que yo quería me excitó aún más.

Separé un poco las piernas y metí mi mano entre ellas, me note muy húmeda y caliente, con un dedo acaricie mi clítoris. Empecé a juguetear con él, sin llegar a tocarlo directamente y así poder alagar el placer que sentía al imaginarme que mi mano era la suya, unas manos que jamás había visto.

Estaba a punto de llegar al clímax y metí mi dedo en mi vulva y lo hice girar despacio, mientras con la otra mano me acariciaba mis senos y pellizcaba mis pezones con suavidad.

Ya no podía más, me iba a explotar la cabeza de tanto placer que sentía, separé las piernas aún más y continué jugando con mi clítoris hasta llevarme al orgasmo, lo hice sin prisa, con clama y al fin llegó, se me arqueo la espalda, mis pezones se endurecieron mas aún, si cabe, me tuve que tapar la boca con mi otra mano para que mis gemidos de placer no se oyeran en exceso.

Después mi cuerpo se quedó tendido en la cama como si fuera una muñeca de trapo, cerré los ojos para disfrutar de ese momento.

El móvil vibro en mi mesita de noche, era un mensaje de él, “¿Duermes?”, lo leí, en mi cara se dibujó una sonrisa, pero no le contesté, me tapé con la sábana y me quedé dormida. Dormí como hacía noche que no lo hacía.


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