Vivendo juntos

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Llevamos dos, más o menos, años saliendo y unos seis meses viviendo juntos y ¿ya se ha acabado la pasión?, ¿en sólo seis meses?, está claro que antes era más excitante, no teníamos un techo donde darnos mimitos, arrumacos y dejar fluir nuestras ganas mutuas.

¿Pero en solo seis meses?, no me lo podía creer. También es cierto que antes no nos veíamos todos los días casi a todas horas, antes los malos rollos del trabajo se quedaban en nuestras respectivas casas y cuando estábamos juntos solo estábamos nosotros, nada más.

Esa tarde yo había tenido un mal día en el trabajo, bronca con un compañero, dejarle claro que tenía pareja y que no quería nada con él, a lo que él respondió que era mi superior y que podía hacerme la vida imposible en el trabajo. Lo único que quería era llegar a casa darme una ducha, meterme en la cama y dormir toda la noche.

Llegué a casa y él estaba sentado frente al ordenador, haciendo vete tú a saber qué.

Hola mi niño, ya estoy en casa.

Hola pequeña, ¿qué tal tu día? - me pregunto sin separar la cara de la pantalla.

Prefiero no hablar del tema, me voy a la ducha – me miro ojos picaros y me sonrió con lascivia – hoy no, cielo, hoy no estoy por la labor.

Como quieras, yo ando un poco liado - “como siempre” pensé yo.

Me di media vuelta y me metí en la ducha. Me puse la temperatura del agua más bien fría, había sido un día caluroso. Me envolví con una toalla y salí del baño. Entre en la habitación donde estaba él sentado, me quedé en la puerta mirándolo, mirando su torso desnudo, admirando lo bien que le quedaban los bóxer ajustados, que hacían volar imaginación y que mi temperatura subiera.

Me acerqué por detrás, le puse las manos frías en sus hombros, dio un respingo y sonrió. Le abracé, acerqué mi boca a su oreja y lamí el lóbulo dejándole claro lo que quería. Separó la silla del escritorio, me cogió de la mano y me llevo delante de él. Me acaricio la parte trasera de mis muslos, lo que hizo que se me erizara el vello de todo el cuerpo.

¿No crees que te sobra algo? - Me dijo mientras tiraba de la toalla y esta caía al suelo.

¿Y a ti?, creo que a ti también te sobra algo – Antes de que terminara de decir esto sus bóxer ya estaban en el suelo junto que la toalla.

Ambos sonreímos y nos besamos despacio, sin prisa, saboreándonos mutuamente, lamiendo cada milímetro de nuestras bocas y nuestras lenguas. Sus manos acariciaban mi espalda y poco a poco iban bajando hasta llegar a mis nalgas. Su tacto era muy excitante, la suavidad de sus manos, el cambio de temperatura de mi piel fría, por la ducha y sus manos calientes, notaba cada dedo, cada huella dactilar sobre mi.

Despego su boca de la mía, fue bajando poco a poco por mi cuello, llegó a mis clavículas y las lamió con suavidad y siguió su camino hasta llegar a mis pechos. Los cogió con ambas manos, los apretó, los beso y metió mi pezón en su boca, lo cual hizo que de mis labios saliera un gemido de placer. Puso sus manos en mi cintura, me atrajo hasta él, yo separé mis piernas y me senté encima de él, noté la dureza de su pene y el noto mi humedad.

Puse una de mis manos en su nuca, lo atraje a hacia mi boca y lo bese con pasión, mientras con la otra mano acariciaba su pecho he iba bajando hasta llegar a su pene, lo agarré con fuerza. Subí y bajé mi mano, lo que hizo que pusiera los ojos en blanco y soltara un pequeño gemido de placer. Coloque su miembro en la entrada de mi vagina, poco a poco me deje caer sobre él, mientras él con sus manos en mis caderas dirigía mi ritmo adelante y atrás, arriba y abajo. Le cogí de los hombros para poder seguir el ritmo que me marcaba.

Mis pezones se endurecieron bajo el calor de su boca, me los mordisqueaba con cariño y eso hacía que mis ganas por él crecieran. Mis caderas aceleraron el ritmo adelante y atrás, adelante y atrás, el gemía de placer, ya no se contenía con el volumen de sus gemidos.

Baja el ritmo, niña, o vas hacer que me valla- le mire a los ojos y me mordí el labio inferior, sabía que ese gesto le volvía loco.

¿Y que tiene eso de malo?- dije mientras seguía sosteniendo el mismo ritmo. Él bajo su mano hasta llegar a mi clítoris y empezó a acariciarlo para hacerme llegar al orgasmo. - Lleguemos mi juntos mi niño.

Me beso con pasión y jugo con mi clítoris hasta llevarme al orgasmo, note como todos mis músculos se contraían y él también lo noto, lo vi en su mirada. Ambos llegamos al clímax a la vez como si nos hubiéramos sincronizado.

Nos abrazamos y me susurro.

Menos mal que no estabas por la labor, mi niña.

Pues imagínate lo que te hubiera echo si hubiera estado por la labor – le dije mientras le sonreía de forma picara y le besaba con cariño.


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