Esplendente transitoriedad

ESPLENDENTE TRANSITORIEDAD

Como el ruido su rumor serena,
en un enjambre, lleno bajo la luna,
no veo más que infinito, en el desierto,
por todas las alfombras y ventanas,
siempre acosadas por el polvo, coléricas,
encendidas de pereza por el vértigo.
Así que, iré lejos conservando al eco,
con ternura y purpurinas rosas,
como se acuerda, el campo abierto,
del sol, y la lluvia, la hierba gris.
¡Vaya posteridad rebosante!.

Esta playa azulina, que gotea y se filtra,
lo sabe, por su florido velo,
crispado, como un excéntrico clavel.
Pues bebía su tiempo en la copa,
en sus ojos, un cielo lívido, espumoso,
donde germina absorta como hoguera,
el huracán, sin dueño, al soñarlo,
con la dulzura que fascina, fulgurando,
el placer que mata, el olvido,
en el interior más frío y tenebroso.
¡Vaya inocuidad por rescisión!

El tiempo invade como la humedad,
los pálidos colores al reloj, en la pared,
entre los patios de las horas, y minutos,
atraídos por un imán, inmutable,
en una corta estancia, circulando,
donde se vuelven dócilmente,
días y noches, semanas del mes,
llenas de cansancios y silencio,
en blancos y amarillos, siglos,
cada segundo de eternidad.
¡Vaya burda filigrana vana!.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez