LOS EXTREMOS SE TOCAN 2

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No en vano cuando tuve que ir a hablar con el padre de alguna novia que era un fanático nacionalista, me percaté enseguida que aquella familia vivía anclada en los años 30 del siglo pasado. Eran inmovilistas, y no habían evolucionado.

En mi familia han habido personas de diferentes lugares de mi país, y no hemos levantado jamás ningún altar de cualquier ideal, dado que siempre hemos intuido que los altares en relación con la vida, la naturaleza misma no significan nada y se desmoronan, pero de momento pueden hacer daño. Se puede afirmar que nosotros teníamos en nuestro ánimo un ramalazo aventurero.

No obstante el vacío reflexivo, analítico siempre ha estado presente, y que ha sido en general el caldo de cultivo del "pensamiento mágico" y por tanto del fanatismo.

En muchas familias se hablaba, se pontificaba cualquier discurso en forma de idea-cliché pero no se dialogaba; ni se preguntaba al hijo o a la hija acerca de una cuestión: "¿Y tú que opinas; qué piensas?" "¿Por qué dices eso?"

Consecuentemente a esta postura fanática nacionalista que no busca dialogar, sino que desea imponer al otro su punto de vista, le ha salido al igual que en el resto de Europa su reverso de la medalla; su réplica ideológica. Me refiero a un grupo populista y radical ultraconservador, que es tan fanático como su antagonista. El fanático nacional-regionalista. Pues LOS EXTREMOS SE TOCAN.

Sucede que los partidos populistas ultraconservadores - los fachas como se les suele llamar-, cada uno de ellos está ceñido a la problemática y al ambiente relajado, permisivo de cada país. En el mío, dicho grupo "facha" además de enfrentarse al fanático nacionalista, también rechaza al emigrante como en cualquier lugar del mundo.

Visto este desolador panorama, yo pienso igual que el gran Voltaire, aquel filósofo del Siglo de las Luces, que decía que el fanatismo es la peor enfermedad del espíritu humano.

Y por eso yo insto al amable lector a que piense, y piense sin cesar.


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