Noche de Descubrimientos

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Siempre me ha gustado sentirme admirada y deseada, aunque todo depende cómo te miren y cómo es que te hagan sentir que les gustas y te desean. Mi debilidad son los maduros y como desde adolescente me desarrollé más rápido que mis amigas, siempre aparenté más edad de la que tenía, así que llamar su atención nunca fue difícil. Lo que voy a contar sucedió cuando recién había cumplido 18, y uno de mis primos me invitó a festejar mi mayoría de edad con sus amigos.

Mi primo, Martín, me lleva 8 años y siempre fue el que más me cuidaba y estaba al pendiente de todo. El plan era salir con él y Sara su novia y otros dos amigos suyos. Sara y sus amigos me conocían de un tiempo atrás y siempre habían sido muy buena onda conmigo, pero guardaban su distancia. Uno de ellos, Leo, me encantaba y se lo había confesado a mi primo.

Esa noche, mi noche, Martín y Sara llegaron por mi y pude ver la sorpresa en su expresión cuando vieron cómo me había arreglado. Blusa blanca ajustada y escotada, una falda corta de tablones tipo escocesa a cuadros rojos y de vuelo amplio, mallas de red y botas de tacón alto. Si mi papá me hubiera visto no me hubiera dejado salir y mi mamá un tanto alcahueta se hizo de la vista gorda y no dijo nada.

Ya en el antro, estuvimos brindando por mi mayoría de edad y a medida que el alcohol hacía sus efectos, yo me iba soltando y desinhibiendo. Procuraba acercarme a Leo y quizá era muy obvia, tanto que Sara discretamente me dijo que así no iba a lograr nada. Que a ellos les gustaba conquistar, no ser conquistados. Pero sin embargo me daba cuenta cómo me miraban no solo mi primo y sus amigos, sino otros chavos de otras mesas. No puedo negar que me gustaba sentir las miradas.

Estábamos bailando todos alrededor de la mesa, en eso Leo empieza a bromear que yo era la que mejor bailaba en el antro...

- A lo mejor no soy la mejor, pero sí la que más ganas le echa - Dije animada.

- Sí, eso se nota y por eso todos voltean a verte - Respondió volteando a otras mesas.

- Nah, no es cierto. Nadie voltea - dije solo para animarlo a seguir diciéndome más.

- Asómate, voltea para otras mesas y fíjate. Todos te miran. Es más, súbete a bailar a la mesa para que veas - y al decirlo golpeó la superficie de la mesa con la palma de su mano para no dejar duda dónde esperaba que bailara.

Tener la atención de Leo y que me retara de esa forma, me provocó bastante, así que le di mi mano en señal de que necesitaba ayuda, y entre Leo y Martín me ayudaron a subir a la mesa que Sara ya había limpiado de vasos y botellas. Así fue como empecé a bailar y a notar que efectivamente, todos me miraban, y que el que más me importaba, estaba perdido viéndome bailar.

Leo no perdía detalle y la verdad es que me sentía muy emocionada de tanta atención sobre mi. Luego pude notar cómo Leo se sentó para verme bailar y fue cuando me di cuenta que desde donde estaba podía ver perfectamente por debajo de mi falda. Eso me prendió mucho. Me sentía cada vez más excitada. 

Después de bailar para Leo unos minutos, fijé mi mirada en él y nos estuvimos coqueteando mientras seguía arriba de la mesa. Luego me detuve, me agaché dándole mi mano y me jaló hacia él. Caí en sus brazos y la verdad fue rico sentirme en ellos. Luego a buscar un pretexto para estar a solas con él:

- Me siento mareada, necesito salir a tomar aire - Le dije al oído.

- Vamos al estacionamiento para que te sientas mejor - Contestó tranquilamente.

Salimos tomados de la mano y en cuanto estuvimos afuera me preguntó cómo me sentía.

- Ya mejor, gracias - Dije aun con sus dedos entre los míos.

- Te veías super bien bailando. ¿Ya viste cómo todos te miraban? - dijo con una sonrisa

- Sí, todos y más tú que no me quitabas los ojos de encima - le dije entre broma y reclamo

- Pues me gusta lo bueno. Quién dijera que apenas tienes 18. Te ves mucho más madura - Dijo con un guiño.

- Y disfrutaste el espectáculo? ¡Hasta te acomodaste en primera fila! - respondí solo para ver su reacción.

- Uf, que si lo disfruté! Me acuerdo y tiemblo. Y por cierto, me encantaron tus cacheteros. Se te ven super hot - dijo mientras me rodeaba con su brazo por la cintura.

- Ah sí? Espero que hayas disfrutado el show - dije mientras sentía como su brazo me iba acercando cada vez más a él.

- Y planeo disfrutarlo más - y sin decir nada más me atrajo con fuerza y me besó sin darme oportunidad de echarme atrás. 

Hubiera sido una hipócrita si hubiera hecho por zafarme del abrazo y rechazar su beso. Moría de ganas por sentirlo y le ofrecí mis labios mientras nuestras lenguas se seducían mutuamente. Sentí sus manos en mis nalgas levantando mi falda y acariciándome sobre el cachetero que acababa de admirar.

Mientras con una mano acariciaba mis nalgas, la otra hurgaba entre mi blusa para abrir los botones y acariciar mis pechos. Luego bajó a mi sexo y me estuvo acariciando sobre la tela húmeda de mi cachetero. Estaba en el cielo y gemía suavemente al sentirlo.

Sus manos y sus besos me tenían muy excitada, y dejé que mi mano bajara a su entrepierna a acariciar su erección. Se sentía completamente dura y no podía dejar de acariciarla sobre su pantalón.

- Mámamela Dany - fue un susurro y una orden que no dudé en cumplir.

Lentamente fui bajando por su pecho hasta quedar hincada frente a él, y ahí en pleno estacionamiento saqué su verga dura y empecé a besarla y recorrerla con mi lengua desde la base hasta la punta para finalmente darle una buena mamada que el guiaba con su mano en la parte de atrás de mi cabeza empujando con suavidad para marcar el ritmo. Una de mis manos en la base masturbándolo despacio y mi boca coordinando el movimiento para darle todo el placer y verlo cómo gozaba, hasta que finalmente aumentando el ritmo lo hice estallar en mi boca. Fue lo máximo. 

Descubrí esa noche que me excita sobre manera exhibirme. Me calentó que me vieran bailando en la mesa y hasta que mi ropa interior fuera visible para Leo y quién sabe quién más. Descubrí también que Martín es un pervertido y que había salido detrás de nosotros y no había perdido detalle de la mamada que le di a Leo. Y finalmente descubrí que, en vez de molestarme con Martín, me excitaba la idea de que me hubiera visto en acción con su amigo, y que inclusive me hizo pensar en él de otra forma... pero eso será tema de otro relato.


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