Enciclopedias

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Cuando estamos de vacaciones, como le suele pasar a casi a todo el mundo, me quedaba mucho tiempo libre para husmear por la casa, de repente me ponía a hojear y a oler las enciclopedias que tenía mi papá en su librero, había una con pastas duras, de la segunda guerra mundial, eran 3 libros grandes con muchas fotografías de soldados, campos de batalla, portaviones, submarinos, aviones, una gran selección, todas muy interesantes y algunas impresionantes, pero en la que siempre me detenía era la fotografía de la bomba atómica, ese hongo que pasaba las nubes… se me hacía terrorífico y me ponía a pensar en todas las personas que habían muerto con esa explosión tan grande y destructiva, esas ciudades donde soltaron las bombas se me quedaron grabadas, Hiroshima y Nagasaki, la enciclopedia muestra imágenes de la destrucción completa, algunos cuerpos calcinados, otros de los que solo quedo la silueta en la calle, son imágenes muy impactantes que ojala nunca vuelvan a ocurrir.

En estos libros venían estadísticas de cuantos soldados y armamento se había perdido, recuerdo entonces que le pregunte a mi papá ¿para qué hacían recuento de todo? De los tanques, barcos, rifles, balas, submarinos, portaviones, etc... Me contestó que porque el que pierde la guerra le paga al otro, o los otros, lo que se haya gastado, esta aclaración se me hizo algo que fue muy duro  para el perdedor, porque de por sí ya tenía todas sus ciudades destruidas y todavía tenía que pagar todo lo gastado en la guerra por sus enemigos, se me hizo muy aplastante para el derrotado todavía tener esa deuda. Se me vino a la mente inmediatamente el país de Alemania, que fue dividido, fue como la repartición del botín de guerra, quizás por eso la fracturaron, para quedarse con su parte cada país vencedor. Por eso también empezó la guerra fría, inmediatamente después de la repartición.

Había una enciclopedia de flora y fauna, en donde cada libro exponía los diferentes climas. Cada uno de estos temas estaba ilustrado con fotografías de mucha calidad, desde los animales más conocidos hasta especímenes pocas veces vistos, como el ornitorrinco que es mamífero pero nace de huevo y tiene pico de pato, algo muy loco. Podía quedarme horas viendo cada volumen, solo leyendo lo de cada imagen o mapa de donde era su hábitat, esta colección de libros, me imagino, hizo aumentar la consciencia de muchos cazadores de reliquias animales para en vez de matarlos, mejor conservarlos y cambiar los excelentes rifles por sofisticadas cámaras para fotografiarlos, en vez de cazarlos para disecarlos y guardarlos en un salón al que nadie va tener acceso, ¿para que hacer daño?, mejor tomar imágenes y publicarlas en revistas especializadas.

Cuando íbamos a casa de mi abuelita Lila, nos tenía a los nietos una enciclopedia de Disneylandia, costaba de 3 libros de pastas de diferentes colores, contenía fotografías y mapas de cómo era el recorrido del parque de diversiones, lo veía con la ilusión de un día poder ir a visitar el castillo de Disney. En los libros venían también las historias que pasaban cada Martes en la noche por la televisión, al estar hojeando el libro íbamos diciendo cual historia ya habíamos visto y cual no, yo era fan del programa. Había una historia que recuerdo mucho, de un perro que salvo a su amo del ataque de un lobo, pero como el lobo lo había mordido en la pelea que habían tenido, al pobre perro le dio la rabia, primero lo encerraron en un granero y luego lo sacrificaron, pero como toda historia de Disney salen los hijitos del perro al final, para saber que seguirán teniendo mascotas valientes, siempre eran historia con final feliz. En otro libro venían los dibujos animados de todos los personajes, como el Pato Donald, Mickey Mouse, Pluto y muchos más, en el libro te explicaba como los puedes dibujar y colorear para que te queden igualitos que en las películas.

En casa de mi otra abuelita, Paulita, tenía una enciclopedia interactiva muy moderna para su tiempo, que era sobre religión, tenía ventanitas que al jalar hilos, se abrían mostrando la acción contraria de los buenos hábitos religiosos, cuando estaba la ventana cerrada tenía sus ángeles y al abrirla salían diablos dibujados, lo más entretenido eran esas ventanas cubiertas con un buen habito y si jalabas el hilo para afuera de la hoja tenía otro dibujo de ese mal hábito con diablos, cuando era invierno era un buen pasatiempo y no salíamos al patio a jugar por el frio o lluvia que estaba haciendo.

Un amigo contador, que hace como 15 años trabajaba para un señor que era distribuidor de enciclopedias, me dijo que había perdido el empleo porque los libros ya casi no se vendían, que lo que más se vendía eran las colecciones de libros temáticos con 12 o 15 libros que la gente los adquiría para que sus hijos tuvieran donde consultar las tareas de la escuela, todavía no existía el internet y entonces eran de gran ayuda las enciclopedias, para consultar cualquier tema. Seguimos platicando y en eso soltó una carcajada y le dije ¿de qué te acordaste?, se acomodó en la silla y me dijo: fíjate que un día hace como 5 años llegó mi hijo, el mayor, que estudiaba preparatoria, a decirme que le diera dinero para ir a un cibercafé  para consultar algo sobre el país de Rusia, porque se lo habían pedido de tarea, le dije a mi hijo para que vas al cibercafé si aquí tenemos esta enciclopedia temática muy buena que me costó una fortuna, le aclaró a su hijo: aquí viene todo lo que quieras de muchos temas, sacó el libro y le indico donde venía URSS, el hijo lo vio y empezó a hacer la monografía que le habían encargado de la tarea. “Al día siguiente volvió mi hijo muy enojado conmigo, le pregunte qué te pasa, pues tus libros ya están muy viejos y toda la información que tenían no es verdad, todo lo tuve mal, quizás hasta reprobaré geografía, para empezar la bandera ya no es así; ya no hay primer ministro, hay presidente; el sistema de gobierno no es comunista, total esos libros son un desastre”. Mi amigo le dijo a su hijo que no lo hizo con mala intención,  no había caído en cuenta qué tan obsoleta estaba la enciclopedia. Levanto los hombros y se rio, no le quedó otra

Recuerdo que cuando llegaba a ir al cine en la última función con mis papás, porque era a la que normalmente ellos iban, en el intermedio, puesto que antes pasaban dos películas, se ponía un señor muy bien vestido, a ofrecer libros o enciclopedias completas en una mesa larga recargada en una pared, se me hacia una buena idea porque en la noche iban casi puras personas grandes que podrían comprarle.

Algunos temas van cambiando rápidamente y los libros se van quedando obsoletos ante estos sucesos, también es que anteriormente no había tantos movimientos en los países y los nuevos descubrimientos de la ciencia. Las enciclopedias siempre las consideraré como una ventana en donde quedó plasmado el mundo en un momento de la historia.


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