Estudiando en la capital 2

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Soy Berta, y ahora voy yo a continuar contándoles lo que sucedió en casa de mi amiga Silvia.

Estaba en la habitación de Silvia, completamente desnuda, y entró Raúl, pidiéndome disculpas y pasando deprisa el baño.

Raúl, el hermano de Silvia, tiene su misma edad, dieciocho años, pues es adoptado. Tiene un cuerpo moreno y también es alto, pero un poco menos que su hermanastra, y pelos y ojos negros. Es bastante guapo, me derretí solo de que pasara junto a mi sin camisa y me viera desnuda.

Al salir del baño quiso seguir deprisa para su habitación, al verme solo con mis braguitas, pero yo lo paré y le di dos besos y un abrazo, y le dije que era Berta, amiga de su hermana.

- No me dijiste que tenías un hermano tan guapo, le dije a Silvia cuando llegó, contestándome con risas.

- Te iba a pedir si me dejabas quedar esta noche en tu habitación.

- Por supuesto que sí, yo encantada, me contestó Silvia.

- No te importará que duerma sin pijama, le dije riendo.

- Es que si lo tuvieras te obligaría a quitártelo para acostarte conmigo para poder disfrutar del placer de compartir tetas y culo contigo, dijo Silvia, también riendo,

Comenzamos a besarnos, primero en la boca, intensamente, y luego continuamos por todo el cuerpo. Sus hermosas tetas las lamí, chupé y mordí sus pezones, con su aureola rosada. Silvia tampoco descuidó las mías. La comida de chocho que me hizo fue espectacular, me corrí como nunca.

Ella se quedó dormida profundamente, abrazada a mi.

Yo estaba despierta recordando el maravilloso día que estaba pasando, sin despegarme de Silvia, cuando entró alguien a nuestra habitación, naturalmente debía ser Raúl para pasar al baño, que comparte con su hermana, y ahora conmigo también.

Pude oír el chorro de Raúl orinando. Viendo que tardaba, ni corta ni perezosa me levanté y me dirigí al baño también.

- ¿Necesitas ayuda?, le dije abriendo la puerta y viendo cómo se masturbaba.

No pronunció palabra, pero se paró en seco y se puso rojo como un tomate.

Me acerqué a él y sustituí su mano por la mía para agarrar su polla, continuando con el movimiento que interrumpió.

- Puedes agarrarme las tetas, le dije

Comenzó a estrujarme mis tetas, sin decir palabra, mientras yo continuaba sin bajar el ritmo.

Luego me arrodillé y continué con la boca, agarrándome la cabeza él y apretándola contra su aparato, haciendo que su larga polla llegara hasta mi garganta.

- Sigue sigue, si, comémela toda, dijo Raúl.

A continuación se corrió completamente, con una abundante descarga de semen en mi boca.

Luego fuimos cada uno a su cama, no sin antes darme las gracias de forma efusiva, diciéndome que había soñado con que sucediera esto.

Al momento se despertó Silvia, a pesar de los abundantes gemidos de su hermano no lo hizo antes. Comenzó a abrazarme más fuerte y yo aproveché para besarla y dejarle probar la leche de su hermano.

Se despertó completamente al percatarse.

- ¿Pero que es esto?, ¿otro polvo con Carlos? me dijo. Sin dejar de chuparme la boca y saborear el semen aún caliente en mi boca.

- No, es de tu hermano, le dije.

Se quedó paralizada, se enfadó, no le hizo gracia comer el semen de su hermano.

- ¿Como me haces comer esto, es mi hermano?, es como si se la hubiera chupado yo, dijo Silvia.

- Tranquilízate, fui yo quien le mamó la polla a tu hermano y no tu, le dije.

- Tu no has hecho nada, solo probar el esperma de mi boca, además no es tu hermano de sangre, por lo que podrías hacer lo que quieras con él sin problema, chuparle la polla o follar con él.

Al decirle esto se convenció y tranquilizó. Continuamos besándonos, y noté que su lengua buscaba algún resquicio de la leche de su hermano en mi boca.

- Chúpame el canalillo de mis tetas, que me quedó un poco de crema de Raúl, le dije.

Se lanzó como poseída hacia mis tetas, para chupar bien lo que quedaba de esperma.

Seguimos durmiendo abrazadas una a la otra, hasta la mañana, despertándonos con un nuevo juego de besos y lengua, hasta que apareció Raúl por nuestra habitación para entrar al baño.

- Deberíamos aprovechar para jugar un poco con tu hermano al salir del baño, y que tu empieces a recuperar el tiempo perdido con él, le dije.

Me puse junto a la puerta del baño, y al salir Raúl fui hacia él, le di los buenos días con un abrazo y un fuerte beso en la boca.

- Ahora dale los buenos días a tu hermana, le dije.

Silvia se levantó de la cama donde estaba sentada y fue hacia él.

Lo besó en la boca y lo abrazó. Yo me puse tras Raúl y apreté mi pubis a su culo y con las manos apreté a Silva contra él, haciendo un sándwich entre los tres.

Luego me agaché y le quité el boxer a Raúl, quedando su polla aprisionada con el coño de Silvia, poniéndola a mil.

Me puse por delante, agarré a Silvia de sus hombros y la empujé para que se arrodillara y comenzara a chupar la polla de Raúl, que también estaba algo confuso, por ser su hermana.

- No es tu hermana de sangre, por lo que no debes tener ningún prejuicio con ella, le dije a Raúl.

Yo continué abrazando a Raúl por la espalda rozando su culo con mi pubis y acariciando su pecho.

Raúl comenzó a apretar la cabeza de Silvia contra su polla.

- Chúpasela bien, métesela hasta el fondo, les decía yo, sin dejar de animarlos.

Cuando pareció que Raúl, por los gemidos que emitía, iba a llegar al orgasmo, me puse de rodillas junto a Silvia, para ser mojada por la leche de Raúl. La saboreamos las dos, además de extenderla por nuestras tetas como si de una crema hidratante se tratara.

Fuimos hasta la cama. Silvia y yo nos pusimos cada una por un lado abrazándolo y besándolo, hasta que Raúl tuvo el arma nuevamente tiesa.

- Ahora me toca a mí probar este trozo de carne, pero dentro de mí, les dije.

Me coloqué a cuatro patas en la alfombra y le pedí a Raúl que me follara.

Primero fue Silvia quien se puso arrodillada tras de mí, y comenzó a chuparme mi chochito.

Raúl se acercó y empezó a pasar su polla por mi culo, y a rozarme mi almeja.

Yo estaba a mil con la chupada de Silvia y los roces de Raúl.

- Métemela ya, que me tienes en ascuas, le dije.

Raúl comenzó a meter su polla en mi chocho, primero suavemente y luego como un autómata un mete y saca sin descanso de su herramienta que ya estaba larga y dura.

- Si, si, fóllame hasta dentro, le dije.

- Ahora, ahora, me corro, me corro, dijo Raúl, regándome por dentro con su leche.

Tras esta maravillosa experiencia en la casa de Silvia y Raúl, espero que me invite a venir en otras ocasiones, o me autoinvitaré yo, pues hay confianza,.. y pollas y chochos para satisfacernos.


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