Capitulo 3: la mano en el frigorífico (parte III)

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Maldijo para sus adentros el momento en el que había aceptado su ayuda cuando vio los coches de sus compañeros de vuelta en la oficia. Había pedido permiso a su superior, el comisario Richardson, para llevar a cabo la investigación del caso de la mano en el frigorífico pero había olvidado mencionar el detalle de que contaba con la ayuda de la hija del profesor Buller para llevarlo a cabo, la cual probablemente ni sabía que existía.

Indicó a Deny que esperara tras la puerta de la oficina a fin de que pudiera llegar hasta su mesa y coger el informe sin que sus compañeros vieran que no trabajaba solo en el caso. Sin embargo, sobrepasando de nuevo sus expectativas, ella avanzó a lo largo de la oficina, cogió el informe antes que él y se fue hasta el despacho del comisario Richardson. En  el acto todas las miradas se dirigieron hacia el detective Wayland que observaba estupefacto como se colgaba la soga alrededor de su cuello. Con evidente nerviosismo, entró en el despacho balbuceando palabras sin sentido. A su lado, Deny le sonreía con el informe en la mano.

–¿Desea algo, Detective Wayland?– preguntó el comisario Richardson mirando por encima de sus gafas.

–La decoración no es lo tuyo, Mike– se adelantó Deny señalando los cuadros de arte abstracto colgados de la pared.

–Oh, Deny. No sabía que trabajabas con el detective Wayland. ¿Cómo está tu padre? Mandé a buscarle, ya que no se nada de él desde hace semanas, pero al parecer no ha habido respuesta –miró al detective que parecía estar en estado de shock.

–No sé, dímelo tu– comenzó observar más cerca los cuadros a los que se había referido antes– Yo tampoco sé nada de él. Pensé que si no estaba en casa, debía de estar con su otra familia.

El comisario Richardson soltó un bufido a modo de risa y se recostó contra la silla.

–Tan sarcástica como siempre, ¿a qué debo el honor de tu presencia?

–Vamos detrás del caso de la mano en el frigorífico. ¿Sabes algo en especial? Y con especial me refiero a algo que no esté en el informe. Quien haya escrito esto entiende menos de redacción que tu de arte.

–He sido yo– consiguió articular el detective Wayland.

–Eso lo explica todo.

Deny abrió el informe y lo leyó por encima con rapidez, o eso le pareció a él. Después lo dejó en la mesa del comisario para decirle al detective Wayland que regresaran al coche; debían ir a otro lugar. Con pesar y respirando profundamente se dispuso a seguir a la chica fuera del despacho.

–Un momento –se dieron la vuelta. El comisario Richardson se levantó de su asiento y revisó un fichero, extrayendo una carpeta de él. Se la entregó a Deny.

–Aquí están las fotos tomadas por el forense cuando trajeron la mano. Es lo único que puedo ofrecerte de más. Cuídate y dale saludos a tu padre de mi parte.

–Deja de comer donuts de chocolate y glass. Has engordado 5 libras en sólo un mes– le sacudió las migas de donut del jersey de lana. Salió del despacho con el archivo en la mano y el detective Wayland la siguió, aún sin saber muy qué hacer. Nunca había tenido las suficientes fuerzas como para tomar el control de nada.

 


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