MASAJE

Te imaginas que te pongo en la cama, boca abajo y te descubro la espalda, te echo aceite de masaje y te pido que cierres los ojos.

Te echo aceite por el cuello y la espina dorsal y empiezo a masajearte muy suavemente, despacio, muy despacio, flotando mis manos sobre el mismo cuello. Pongo mi nariz en tu pelo y aspiro profundamente, profundamente todo tu aroma. Huele a ti. Te paso los pulgares sobre tu esternón, trazando una raya que te llega hasta la comisura de los glúteos. Inicio un masaje muy tierno sobre los glúteos. Estos se te endurecen y transmiten el placer a mis manos. Me muestran síntomas de estar gustándote.

Continúo subiendo las dos manos, al unísono. Trazo giros circulares y mis dedos resbalan con el aceite. Giro suavemente una y otra vez y noto que tu respiración se entrecorta. Estas iniciando un episodio de placer. Quieres mirarme, pero yo te pido que permanezcas con los ojos cerrados.

Yo mientras, disfruto viendo tu expresión y percatándome de que tu excitación va en aumento. Te doy bocaditos en el cogote. Mis manos van ascendiendo por tus costados y con las puntas de los dedos, los voy pasando despacio, despacio de forma ascendente buscando la marcación de los pechos. Llegados a este punto, vuelvo a empapar mis manos de aceite y las introduzco hacia el centro, buscando tus pechos. comienzo con ellos un amasamiento y con el extremo de los dedos índices y pulgares, juego con tus pezones. estos comienzan a endurecerse y a ponerse tersos.

Vuelvo a bajar las manos y masajeo tus glúteos despacio, muy despacio, suave. Te circundo con los dedos el pliegue de tus glúteos. Sobre tus muslos, amaso esa zona por los dos lados. Los labios vaginales de tu sexo, formando la rajita, se van mostrando carnosos y tratan de excarcelar su precioso contenido.

Sigo tocándote suavemente con la punta de los pulgares el filo de los labios: Estos empiezan a mostrar la salida de un hilillo de fluido viscoso y transparente. Te doy la vuelta, siempre con los ojos cerrados. vierto más aceite. Inicio un deslizamiento por tu pubis y tu monte de venus. Te acaricio muy suave el bajo vientre y te doy con el dedo meñique en el clítoris. Froto sobre él suavemente y despacio, muy despacio. muchas veces.

Comienzo a ascender las manos hacia tu vientre, resbalándolas hasta tu ombligo, el cual también reclama y recibe su ración de placer. Sigo ascendiendo con movimientos sucesivos y relajados, alcanzando el área de influencia de los pechos. Los acaricio una y otra vez, muchas veces más y tu gemido resuena como manifestación placentera. mientras tanto, tu sexo emite ya derrames abundantes y constantes de flujo. Esta cumpliendo con su labor de lubricar la vagina, esperando llegue su glorioso cometido de sexo.

Bajo la cabeza y dirijo mis labios a tu vulva. Estás reventona de placer. Crees que no puedes más. Me sonrío e introduzco mi lengua en tu vagina con energía y fortaleza, una, otra, otra vez, muchas veces. Tú me pides con cara compungida: mas, mas, maaaas. Yo sigo amándote con la pasión que me gusta y a ti te excita. Te introduzco mis dedos índice y corazón, con el índice curvado para tocar tu punto G. Empiezo el ritual clásico, sacando y metiendo los dedos: mas, mas, mas, maaaaaaas me pides con deleite y sigo, sigo y sigo muchas veces. Me desabrocho la bragueta con la otra mano y tú me coges el pene y te lo metes en la boca.

Tu grito y resoplido de placer me da a entender que estas disfrutando mucho. Yo, por mi parte, sigo estimulándote, hasta que alcanzo el punto G. Me da un fuerte estertor de placer y me corro en tu boca. Tu por tu parte, sientes la llegada de un gran orgasmo y me clavas las uñas. Me aprietas el brazo y me lo dejas apretado. te beso en la boca, te paladeo con fruición, juntamos los cuerpos y nos quedamos profundamente dormidos reposando la laxitud y la postración que el sexo vivido ha dejado en nuestros cuerpos.