Cambio de cuerpo (II)

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Después de hablar con Josefa, quien estaba en mi cuerpo, quedamos que vendría a su casa para hablar conmigo del extraño cambio de cuerpos que tuvimos. Pensando en la distancia que hay entre nuestras casas, calculé que aún faltaba una hora más o menos para que llegara. Todavía me quedaba tiempo para divertirme, así que decidí revisar la ropa interior que guardaba Josefa en los cajones de su habitación. Encontré un montón de sujetadores y calzones de diferentes colores, lo cual me ponía demasiado, así que comencé a probarme cada uno de ellos para ver cómo me veía en el espejo. Al fin y al cabo, estaba viendo un cuerpo femenino en lencería.

Con todo esto se me pasó el tiempo volando y escuché como de repente sonó el timbre de la casa. Debía ser Josefa, así que rápidamente fui a la habitación y me puse un vestido que encontré por ahí para estar presentable jejejeje.

Al abrir la puerta me vi a mí mismo parado allí, sólo que esta vez había una chica ocupando ese cuerpo. Saludé a Josefa, pero ésta entró rápidamente en la casa muy enojada.

- ¿Cómo fue que pasó todo esto? -refunfuñó- ¿Por qué tienes que estar tú en mi cuerpo?

-Eso mismo podría decir yo -contesté- Para mí también fue todo esto sorprendente.

-Sólo espero que no hayas hecho nada tonto en mi lugar -me dijo enfadada.

-Claro que no, ni siquiera he hablado con nadie. He estado sólo en casa.

-Uff, menos mal. Nadie puede darse cuenta de esto. Revisaré mi habitación para ver que no le has hecho nada.

-Vamos, no seas exagerada.

Josefa entró en su habitación y yo la seguí para que viera que estaba todo en su lugar. Obviamente no le iba a decir que me vestí con toda su ropa interior ni que me había metido unos dedos.

- ¿Qué es esto? – preguntó ella mirando las sabanas de su cama y apuntando al charco que estaba encima. Se aproximó a la cama, sacó las sabanas y las acercó a su cara para tocarlas y olerlas.

-A mi no me engañas, te estuviste masturbando con mi cuerpo aquí -me gritó enojada- ¡Eres un maldito pervertido!

Lo negué, pero mi cara se comenzó a enrojecer y ella lo notó.

-Lo sabía, no puedes mentirme. Conozco bien mi cara cuando digo una mentira y me sonrojo.

Estaba atrapado y no podía hacer nada así que lo confesé. Ella comenzó a grítame a la vez que se ponía nerviosa. Yo en mi defensa le dije que no era tan grave, que ella había hecho lo mismo con mi cuerpo, así que estábamos a mano. Ella dejó de gritarme y dijo que no se había masturbado con mi cuerpo.

- ¿Enserio? ¿Por qué no? -le pregunté- Digo, es lo más normal examinar el nuevo cuerpo que tienes y hacer las cosas que los chicos hacen con éstos.

-Pues sí, claro que revisé tu cuerpo, pero no hice nada. De hecho al despertarme lo primero que noté era la gran erección que tenía.

-Jajaja, pues eso es normal en los chicos.

-Si se, al bajarme los pantalones vi que estaba ese gran pene duro y me puse muy nerviosa y avergonzada.

-Jajajaja, yo no le llamaría necesariamente un gran pene.

-Pues es más grande que el de mi novio.

Lo que dijo me gustó, pero también me quedó dando vuelta. Yo pensaba que mi pene estaba dentro de la medida normal. ¿Cómo sería entonces el de su novio? ¿Un pene pequeño? Noté cómo al hablar de este tema, su voz se hizo más aguda y nerviosa, como si se avergonzara de hablar estas cosas, pero a la vez vi cómo un bulto se asomaba en sus pantalones, digo mis pantalones. Se estaba excitando y ya sabía cómo hacer para estar a mano con ella.

 

Me agaché y le desabroché los pantalones para dejar mi cuerpo en boxer y ahí si se veía más claro la erección que tenía. Mis pezones también se estaban poniendo duros.

- ¿Qué haces? -preguntó avergonzada- ¿Por qué me bajas los pantalones?

-Para que estemos a mano – le contesté- Te haré una paja yo mismo. ¿Quién más que yo que sabe cómo frotar esa verga dura de manera exquisita?

Bajé los boxer y salió a la luz ese pene duro que tenía y que Josefa no se había atrevido a masturbar. Coloqué mi mano sobre el y comencé a desplazarla a largo de todo el tronco. De arriba abajo. Luego pasaba mis dedos sobre mis bolas y sobre la punta. Es algo que me encanta y al parecer a ella también, ya que lograba ver en su cara como el placer se apoderaba de ella. Empecé lento, pero poco a poco iba aumentando la velocidad y apretaba cada vez más fuerte. Sentía como cada vez se hinchaba más y más mi verga mientras soltaba ese olor característico al que me había acostumbrado, pero ahora en la nariz de otra persona, se notaba distinto y más excitante.

- ¿Te gusta lo que hago, Josefa? Así es como se pajea un chico.

-Ooooh si! -exclamó ella mientras su cara se transformaba y abría la boca jadeante. Se notaba que lo estaba pasando muy bien.

Al estar tan cerca de mi verga como en esa ocasión, no pude evitar pensar en chuparla, pero pensé después que sería raro. Definitivamente me hice al ánimo ya que a fin de cuentas, estaba chupando mi propio pene, lo que es la fantasía sexual de todos los chicos, pero que obviamente es muy difícil de lograr.

Abrí mi boca e introduje mi amiguito en ella, estaba muy húmedo, caliente y apestoso, pero era mi olor y le estaba dando placer a mi propio cuerpo. Seguí engullendo mi verga dura hasta tenerla completamente en mi boca mientras usaba mi lengua para tocar la punta rosada y palpitante. Así que así es cómo se siente mamar mi propio pene. Así lo gozan las chicas con las que he tenido sexo y ahora comprendo porque siempre piden hacerme sexo oral. Les encanta tenerlo en sus bocas y tomar su lechita.

-Ohh si, sigue así, me encanta -decía Josefa a través de mi voz y poniendo esa cara de pervertido que pongo cuando estoy muy cachondo.

Seguimos así un buen rato hasta que mi mandíbula se empezó a cansar y tuve que sacar mi pene de mi boca. Josefa se tumbó en la cama exhausta y jadeando.

-Sentí un cosquilleo, estaba a punto de correrme.

-Terminemos entonces -dije agarrando mi verga y empecé a pajearla muy rápido y fuerte. Para mayor excitación me saqué el vestido y el sostén, dejando expuestas mis tetas. Josefa puso los ojos como platos y noté como mi pene comenzó a hincharse de repente. Está a punto de salir. Deja fluir todo el semen que quieras.

Josefa lanzó un enorme gemido mientras su pene comenzó a lanzar un enorme chorro de leche que saltó en todas direcciones, incluso cayó un poco en mis pechos.

En eso, escuchamos cómo sonó la puerta de la casa. Alguien estaba entrando. Debe ser la prima de Josefa. No nos puede pillar así. Debemos hacer algo.

Continuará…


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