Cambio de cuerpo (III)

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Yo y Josefa nos vestimos rápidamente para que no nos pillara su prima, pero cuando estábamos por salir de la habitación, aparece ella y nos mira con una sonrisa picarona.

-Buenos días Josefa, no sabía que había un chico contigo, perdón. No me dijiste tampoco que tenías un nuevo novio.

Josefa se sonrojó con mi cara y rápidamente le dijo que no era lo que pensaba. Para apoyarla, yo también afirmé que no éramos novios. Que sólo éramos amigos.

Jajajaja -se rio su prima- No tienen por qué darme explicaciones. Ustedes pueden hacer lo que quieran. Al fin y al cabo somos todos adultos. Bueno, fui a comprar algunas cosas y ahora voy a preparar el desayuno, los dejo solos.

Josefa me miró con rabia y me dijo: -Es mejor que te vayas rápido.

¿Irme? -pregunté- Tú eres quien está de visita jajaja. No debemos levantar sospechas. Todos nuestros conocidos deben creer que seguimos siendo nosotros mismos.

-Tienes razón, me iré. Seguiremos hablando y no se te ocurra hacer nada pervertido con mi cuerpo.

-Tranquila. Además ¿No vas a decirme que no estuvo buena la paja que te hice hace un momento? Botaste mucha leche. Tendré que limpiar tu desastre jajajaja.

-¡Cállate! -me gritó y me lanzó una bofetada.

¡Hey! ¡Eso duele! -exclamé.

Josefa se fue mientras yo me sobaba la cara que me dolía. Creo que había olvidado que ahora ella tenía el cuerpo de un hombre y poseía mayor fuerza para golpear.

Y así pasaron los días con nuestros cuerpos cambiados. Yo trataba de no levantar sospechas, por lo que conviví en la casa de Josefa con su prima, Carla. Ella era muy simpática y dulce. De hecho, varias veces tuve que acudir a ella ya que estuve unos días con la regla y al ser chico no tenía idea de que hacer en esos casos.

Lo más increíble fue un día que hizo mucho calor y mientras yo estaba en el sofá de la sala de estar con el celular, veo que sale del baño Carla totalmente desnuda. Quedé boquiabierto al ver que poseía unos enormes senos bien redondos, lo que provocó que ella se riera al ver mi cara.

- ¿Qué pasa prima? ¿Es cómo si nunca me hubieras visto desnuda? Jajaja.

-Jajajaja, no es eso -respondí- Es sólo que me impresiona lo desarrollada que estás. Debes tener muchos chicos detrás de ti.

-Bueno, solo me queda agradecer a la naturaleza por haberme dado estos senos. No tengo tantos pretendientes, pero hay uno que me encanta. Es muy apuesto y la otra vez me llevó a su casa y ya sabes lo que pasó después jajajaja.

-Claro, yo creo que no aguantaba más.

- ¿Y qué hay de ese chico que trajiste el otro día? -me preguntó- ¿Te gusta?

-No, no, no. Ya te dije que somos amigos -le respondí- Aunque debo admitir que es muy guapo e inteligente.

-Yo lo noté un poco torpe, pero debe ser mejor que el estúpido del chico con el que salías. ¿Cómo se llamaba? ¿Juan?

-Deber referirse al novio que tiene Josefa – pensé y respondí que si- No sabía que te caía mal.

-Pero prima, tu misma me contaste que él sólo te busca para tener sexo y que además se comporta muy agresivo contigo. Claro que odiaré a un tipo que te trate de esa manera.

No sabía que el novio de Josefa era así con ella. Si yo fuera él, trataría con más cariño una mujer tan hermosa e inteligente como ella.

Carla, que seguía desnuda, se fue a su habitación y cerró la puerta. A los pocos minutos escuché unos gemidos y me entró la curiosidad y puse mi oreja en la pared para tratar de escuchar que pasaba en su habitación. Los gemidos se oían más fuertes. Eran gemidos de placer. Se estaba masturbando y yo podía escuchar todo. Sentí como mis pezones se endurecían. Me estaba excitando demasiado.

De repente se abre la puerta y sale ella desnuda.

- ¿Qué haces escuchando tras la puerta, pervertida curiosa? -me preguntó- No te culpo, fue mi culpa gemir tan fuerte que hizo que te excitaras, pero es que me acordé del chico que me cogió la otra vez en su casa y tenía que masturbarme o si no me volvería loca.

-Tranquila, yo ya me voy. Tú sigue.

-No, no, no. Tu vestido deja ver cómo tus pezones se endurecieron. Tú estás igual de caliente que yo, así que ven para acá y masturbémonos juntas.

Me tomó de la mano y me condujo a su habitación. Ella se tumbó en su cama y continuó tocándose su conchita rasurada. No lo podía creer. Estaba viendo cómo ese bombón de mujer con grandes tetas se estaba tocando delante de mí. A fin de cuentas, ella me había invitado a tocarme con ella, así que acepté la propuesta, me quité la ropa y me acosté a su lado con las piernas abiertas.

Tenía a mi lado a Carla masturbándose salvajemente y yo la seguí de a poco. Podía ver como sus tetas se movían de un lado a otro y me tenían hipnotizado. Quería tocarlas, pero sería raro si lo hacía yo en el cuerpo de Josefa, así que me limité a apretar las mías mientras metía mis deditos en cada zona de la húmeda vagina que ahora tenía. Carla seguía en lo suyo y de repente tomó mi mano izquierda y la colocó sobre uno de sus pechos para que la apretara mientras ella seguía jugando con su clítoris y lanzando gemidos placenteros que me calentaban cada vez más. Tocar esas tetas exquisitas era un sueño que estaba cumpliendo y decidí ir un paso más allá y acerqué mi boca y comencé a chuparlas.

Aaaaah, que rico -decía ella entre gemidos. Me voy a correr.

Yo seguí mamando esos enormes melones como si fuera un bebé buscando su leche y metí uno de mis dedos en su mojada conchita para tomar sus jugos y llevarlos a mi boca. Mmm, era el sabor de Carla y era muy fuerte y muy rico. En eso, Carla lanza un grito como si fuera a morir y veo como de su vagina salen disparados sus fluidos sobre la cama mientras ella cae rendida ante la merced del placer de la masturbación. Yo continué tocándome hasta que acabé también y recosté mi cabeza sobre los pechos de Carla.

-No sé qué fue lo que pasó aquí, pero no me importa -me dijo Carla- Fue una experiencia muy deliciosa.

En eso Carla se queda dormida y a su lado continúo lamiéndome los dedos que aún tenían los fluidos de ella. Hay días que extraño ser hombre, pero hay momentos cómo este que se siente genial ser mujer.

Continuará…


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