CHISPAS DE VIDA (2)

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Ella: Fue tan efímero este momento, que realmente las llamas tras de mí no me preocupaban, sólo quería morir con el placer de tener un orgasmo a manos de éste hombre. Lo tomé por su camisa arrancándola de su piel, no dije una sola palabra, con mirarlo me bastaba, quería devorarlo. Lo empujé hacia una de las sillas quitando su pantalón sin dificultad... Estaba erecto, ¡Si! - Mátame - dije casi muerta de placer mientras espacios la gasolina que había quedado en mis manos al despojarlo de su ropa. -El infierno será más divertido contigo allí. 

Él: Era el cáliz de la vida, sus suaves manos divagando entre mi miembro, que no tardaría en encenderse como una vela - tu y yo nos uniremos por la eternidad - le dije mientras se subía sobre mí, y sus movimientos eran tan perfectos, que no cabía la posibilidad de estar lúcido, su cuerpo era la droga más extraña que jamás había probado.

Ella: Mis senos llenos de gasolina y él besando sobre ellos, mientras sentada sobre él hacía de su miembro el mejor juego a manos mías. Mi cabello se esparcía por todo el lugar, mis uñas sacaban sangre de su espalda, mi labial ya corrido de mis labios y el calor que nos invadía. Era más el que él y yo generábamos al que había por culpa del fuego. -Penétrame ahora.

Él: ¡Ah! - sus gemidos de placer me estremecían, como sus senos al rebotar creando un infinito imaginario, que me transportaba a otro lugar del espacio, al sol quizá, la penetraba con tal fuerza que el sonido se asemejaba a un reloj, el sudor y los fluidos solo hacían el éxtasis más intenso sus manos ya, llenas de sangre me envolvían en un frenesí, mientras el fuego avanzaba lentamente en dirección a nosotros, mi lengua y sus pezones bailaban sutilmente al ritmo de él va y ven de sus caderas

Ella: No lo había besado hasta ahora, y quería hacerlo. Sólo me acerqué a sus carnosos labios sin dejar de mover mis caderas y halé de ellos escuchando un delicioso grito que me hizo entrar aún más con los demonios que me rodeaban. Movía mis caderas más fuerte sin dejar de morder sus labios, podrían llamarme caníbal en ese mismo instante, gritaba mientras él también lo hacía, mientras tomaba de mi cabello tan fuerte moviendo mi cabeza en diferentes direcciones. -¿Quieres que me detenga?- dije sin soltar su labio ya sintiendo la sangre que emanaba de sí.

Él: ¡NO! Le grité mientras me quedaba con sus cabellos en mi mano, fue el beso más violento y excitante que las más crudas historias podían contar, la sangre recorría el cuerpo, ya no había dolor, ni molestia, todo era placer y vida, era vida en su más pura forma, el fuego nos consumía mientras el amor más despiadado y salvaje, libre de pecado y engaños, nos llenaba hasta las venas, me vine dentro de su ser, mientras nuestras figuras en llamas se perdían en el incendio, éramos uno con el universo, éramos inmortales.


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