Un día soñado (parte 3ª)

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El último reto aún sigue ahí, sentada sobre su toalla Alba mira el movimiento de las olas como ponderando el acercarse o no a ellas. Curiosidad y temor comparten sus pensamientos en este momento, aunque al final se pone en pie decidida a enfrentarse a aquello que tantas ganas tiene de conocer.

Cogida de una mano de papa y de otra de mama se dirigen hacia donde las ondas terminan su camino y parecen desaparecer bajo la arena. Los pies tocan por primera vez el agua que parece bastante fría y da gana de volverse atrás.

 Pero no, cuanto mas se internan y mas avanza el nivel del agua más a gusto se siente Alba que ahora ya juega saltando las olas como si este fuese su medio de siempre.

Es feliz y dichosa por haber cumplido su sueño.

La tarde avanza y el sol desciende poco a poco camino del ocaso, los tonos azules del cielo se van volviendo anaranjados conforme el astro rey se oculta. A cierta distancia sobre unas rocas, se enciende una luz que gira sobre una edificación muy alta. Mama dice que es un faro, para guiar a los barcos en la noche.

Alba en su interior desea poder vivir algún día en uno, tan cerca de este nuevo mundo que acaba de descubrir, poder pasear por la playa y jugar con las olas y correr junto a Leo mientras el agua acaricia sus pies, contemplar la salida y la puesta del sol mientras saluda a lejanos buques que recorren el horizonte.

Es momento de partir, tan solo una lejana y lánguida claridad permanece iluminando  momentáneamente la costa mientras se recogen las personas y los enseres y se inicia el camino de vuelta.

Alba esta cansada pero contenta,  ahora a través del cristal no se divisa más que lo que iluminan los vehículos que pasan o las farolas de las distintas poblaciones que atraviesan y que parecen tan distintas a como eran por el día, el tiempo parece ralentizarse fuera cubierto por el manto de la noche, pero en los ojos de Alba todavía permanecen los reflejos solares sobre el agua, en sus oídos ese rumor constante y maravilloso cuando rompe sobre la playa y en su boca el sabor a sal  que ya nunca olvidará.

El viaje termina, así como terminó el día, llegan por fin a la estación de autobuses, Alba mira al cielo donde destacan dos cuerpos brillantes, según mama dice son Júpiter y Venus que interpretan una hermosa danza en la bóveda celeste, mientras que la Luna hermosa y brillante los contempla.

¡Hay tantas cosas increíbles por conocer y descubrir!-piensa Alba- Hoy es el mar y quizá mañana puedan ser las estrellas.

Vuelve la vista hacia la zona donde están estacionados los vehículos y allí descubre que Plácido les espera de nuevo para llevarlos de vuelta a casa.


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