Afán de que se lea lo que escribo/ fragmento de personales 1

Hay días en que me siento con ganas de renunciar, luego creo que debo renunciar a la renuncia, y hacer lo que estoy haciendo donde lo estoy haciendo. Me imagino dos posibles líneas de vida. Hay días en que me veo cuidando de una vaca y un perro, en un rancho, un pedazo de terreno plano, con árboles, cerca de un riachuelo, cerca de un remanso donde crecen apacibles flores acuáticas, donde los peces dejan a sus crías, donde los renacuajos evolucionan. Pero en todos los casos tratando de encontrar la misma cosa, la tan ansiada felicidad, sosiego de espíritu día tras días. Pero y si… Siempre el pero, siempre el y sí, y sí esto, y si lo otro, y si no sucede lo que quiero, si de pronto de entre un arbusto brota una hierba desconocida durante muchos años y mortalmente toxica al contacto, y como el sonido de un rayo, todo termina, hasta ahí llega mi vida, hasta ahí quedo, ahí mi tumba. Qué horror. Cosa de verdad horrorosa. Y mis intentos vagos de literatura. Y mis intentos desgraciados de conseguir mujer, mis idolatras ganas de amistades, de aventuras y sucesos extraordinarios. Morir sin haber vivido lo suficiente. No sé por qué creo que lo que he vivido hasta ahora no basta para contar como una vida plena. Pero si, a sido plena dentro de lo que abarca los sucesos de mi vida, mi experiencia, dentro de lo que han visto estos ojos y los que han oído estos oídos míos. Debo admitir, estoy ávido de amor. No de que me aman si no de amar totalmente, de envolverme con el cuerpo de una mujer, cálido mensaje femenino, como una carta total, de cuerpo entero que me haga sentir como que eso es todo en la vida, que la vida es todo un cuerpo, que en el cuerpo de esa mujer deseada, cualquier mujer, la que fuese, en ella están todos los sucesos del cosmos, de este universo y los secretos de mas allá de la muerte. ¿Suena esto lo suficientemente literario?