Hombre en Tacones. La Zapatería Parte1

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SERIE UN HOMBRE EN TACONES

RELATO I.

LA ZAPATERÍA, PARTE 1.

Me presento como un hombre bisexual que tiene una adicción por los tacones. Desde que tengo memoria siempre me han gustado. Los considero el accesorio perfecto e infaltable para toda mujer. Hay una frase muy famosa que dice: “Dale a una mujer los zapatos adecuados y conquistará el mundo”. Y vaya qué hay mucho de cierto en esta frase, pues un hombre se doblega ante un par de buenos tacones.

Cabe aclarar que no soy gay, pero me fascina este tipo de zapatos. Me gusta usarlos en la intimidad y siempre que puedo los acompaño con pantimedias naturales y una tanga de mujer. Me encanta su forma, su diseño, la sensación de calzarlos en mis pies y ese peculiar sonido que hace el tacón al caminar. Este es mi mayor secreto.

El relato que les presento es sobre mis inicios en este fetiche. 

Hace algunos años trabajaba en unas oficinas administrativas en el centro histórico de la CDMX. En la calle de 16 de Septiembre había una zapatería que vendía unos tacones exquisitos y era atendida por un hombre mayor. Cada que podía pasaba por la tienda y me detenía a admirar los zapatos. Hasta que sucedió lo que ahora les cuento:

- En mi vida de zapatero nunca he visto a una persona admirar tanto los zapatos como tú lo haces. -Me dijo el encargado.

- ¿Gustas que te muestre alguno? -Me preguntó después. 

- ¡Eh! No, muchas gracias. Solo estoy mirando. -Le respondí yo.

Me sentí incómodo por el acercamiento del encargado y quise salir de la tienda, pero enseguida sucedió algo que no me esperaba:

- Discúlpame, pero ningún chico viene aquí solo a mirar tacones. Por favor, no te molestes por mi comentario, es sólo que como buen zapatero deseo que el cliente se sienta cómodo y esté feliz con su compra. -Me dijo él.

- No se preocupe. -Le respondí yo indiferente.

- Por qué no pasas adentro y me permites ayudarte. -Me dijo el encargado posando su mano sobre mi espalda para hacerme pasar al interior de la tienda.

Sin imaginarlo, el encargado me condujo a la parte trasera de la zapatería, que era el lugar donde guardaba los zapatos con mayor movimiento de ventas. Yo me sentí a disgusto y me puse muy nervioso de estar a solas con el encargado en ese lugar.

- ¿De qué número calzas? -Me pregunto el encargado, sacándome de mis pensamientos.

Su pregunta me sorprendió muchísimo. No sabía qué hacer, si aprovechar la oportunidad y confianza para con el encargado y hacerme de una vez por todas con mi primer par de tacones o salir huyendo y no volver a esa tienda jamás.

- Soy del 6.5. -Le respondí dubitativo, pensando en lo embarazoso de la situación.

- Dame un minuto por favor. –Me dijo él y no tardó mucho en volver conmigo. Mira, pruébate estos. Te vendrán muy bien. -Me dijo mostrándome unos stilettos negros de 12 cms.

- No. Ya le dije que no son para mí. -Le respondí muy nervioso.

- Pero si acabas de decirme qué calzas del 6.5. -Me dijo. No temas, ni te apenes. No eres el primer chico que se presenta en mi tienda. -Me dijo para tratar de tranquilizarme.

En seguida el encargado dejo el par de tacones sobre un banco y salió de la bodega para atender a los clientes. Al quedarme yo sólo, me sentí más tranquilo. Tomé una de las zapatillas y, como si algo mágico hubiera ocurrido, mi miedo desapareció y me llené de emoción. Con suma reserva y mirando en todo momento a la puerta, me descalce mi zapato de hombre, retire el calcetín y enfunde mi pie en la zapatilla. Nada más meter el pie en el calzado más deseado por mí, me hizo sentirme realizado y que cualquier cosa que hubiera pasado, valió la pena para vivir ese momento. Entonces el encargado entro a la bodega y me descubrió luciendo el zapato frente al espejo.

- Me da gusto que lo hayas hecho. –Me dijo el encargado. Me hace muy feliz el poder ayudar a mis clientes. Hay un zapato para cada quien y este es el tuyo. –Volvió a decirme.

- Gracias. –Le sonreí tímido.

- ¿Por qué no te pruebas el otro y das unos pasos? –Me incitó.

Apenado, retiré mi otro zapato y cuando quise tomar la otra zapatilla, el encargado se adelantó y la tomo por mí para ayudarme a calzarla. Él se arrodilló frente a mí, tomó mi pie y exclamo:

- Me he vuelto a enamorar de mis zapatos a través de tu pie. Tienes unos pies hermosos y estos tacones están hechos para ti. –Me dijo y luego inclino su cabeza para besar mi pie.

Me sentí como en un sueño. El encargado me calzo con mucha delicadeza la otra zapatilla y me extendió la mano para ayudarme a levantar. Al calzarme ambas zapatillas un hormigueo recorrió todas mis piernas hasta entremezclarse con un cosquilleo en mi sexo. Ensimismado empecé a dar mis primeros pasos y caminé con mis tacones cuál si fuera una chica.

- ¡Son divinos! –Le dije al encargado sonriendo. Me gustaría llevarme este par si no tiene inconveniente. -Volví a decirle.

- Llévatelos son tuyos y para tus pies. –Me dijo el encargado adulando.

- ¿Cuál es su precio? –Pregunté.

- Son un obsequió de mi parte. –Me respondió.

No puedo aceptarlos a si nada más. –Le contesté yo.

- Será la próxima vez, por ahora quiero que con estos zapatos seas feliz. –Me dijo.

Le agradecí con una ligera reverencia y salí de la tienda muy contento. Para cuando llegue a mi casa me calce los tacones nuevamente y los disfruté el resto del día, hasta dormí con ellos. No deseaba quitármelos nunca.

Hasta aquí mi primer relato, espero les haya gustado y aunque no tiene mucho contenido erótico quise contarles cómo comenzó todo. Si el relato fue de tu agrado no dudes en hacérmelo saber; así también si prefieres relatos cortos o largos. Hasta pronto.


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