La Adrenalina

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La Adrenalina

Estábamos en plena campaña para la gubernatura del estado donde vivo, y por esas cosas de la estrategia política que busca tapar cualquier oportunidad de que gane otro partido que no sea el nuestro, a alguien se le ocurrió que era indispensable contratar a 3 personas para que se hicieran cargo de cubrir los eventos del candidato en cuestión de prensa, estos camaradas venían de Hidalgo, otro estado cerca de la capital del país y lejos de Coahuila, que alguna anécdota cierta dice que está tan lejos del centro, que la Revolución no alcanzó a llegar. Total que  la campaña iba a durar sesenta días, sería un trabajo muy intenso, el estado tiene la particularidad de ser muy grande en extensión y trasladarse de una punta a la otra se lleva como 5 horas en automóvil, es largo y cansado.

Estos reporteros eran muy experimentados, se veía que les gusta mucho su profesión, Felipe es muy buen camarógrafo, José Luis, un reportero bueno para entrevistas y Enrique, el asistente de audio, traían un equipo muy completo para realizar el trabajo, pero además rentaron un vehículo nuevo, mediano, para trasladarse a los diferentes municipios en donde se presentaría el candidato, ellos formaban parte de la avanzada.

Cuando iban en la carretera casi para llegar a San Pedro, delante de ellos, iba un tráiler con una plataforma que llevaba rollos gigantes de alfalfa, quizás el chofer del camión no los amarró bien o no se sabe que pasó, el caso es que se le cayó un rollo cuando iban detrás y José Luis pudo esquivar el rollo, pero cuando quiso incorporarse de nuevo a la carretera, cayó un segundo rollo y este no lo pudo evitar, chocaron de frente con él a 100 kilómetros por hora aproximadamente, con el impacto que a pesar de no estar fijo, el carro que era más ligero se clavó y la parte de atrás se levantó haciendo volteretas de atrás para adelante, dieron 4 vueltas, una en el aire y 3 sobre el asfalto, salieron las bolsas de aire, el carro se detuvo 15 metros afuera de la carretera, levantando mucha tierra, los 3 estaban en shock pero vivos, los dos que iban adelante por ir amarrados con los cinturones no estaban tan lastimados, pero el de atrás, Enrique que iba dormido estaban muy golpeado.

Felipe después de ver pasar la nube de polvo, les pregunta: ¿están bien? Ambos contestan que sí, sugiere que deben bajarse del carro para evitar que se vaya a incendiar por la gasolina que se pudiera haber tirado, poco a poco se bajan y se alejan del vehículo para evitar alguna explosión, en eso una camioneta se detiene para ayudarlos, ellos no saben en donde quedaron sus celulares ni nada, están aturdidos pero conscientes. El hombre de la camioneta les prestó su celular para que llamaran a una ambulancia que los auxilie y revise si no tienen un daño interno, con la adrenalina pueden moverse aparentemente bien.

Después de una hora, llega la ambulancia y se los lleva a los 3 a un hospital de Torreón, para recibir atención médica. Yo me entero que están hospitalizados y me voy a Torreón a ver en que los podía ayudar, le avisé al dueño del carro rentado para que mandara gente a ver la cuestión del seguro y los gastos hospitalarios. Me dijo que todos los carros estaban asegurados y que tenían una cobertura hospitalaria de 100 mil pesos para cada ocupante del vehículo.

Llegue al hospital y estaba Jose Luis en la sala de espera, me dijo --yo estoy bien--, me gustaría irme a un hotel para descansar, que le consiguiera una habitación para irse, le dije –mira, sé que te sientes bien, pero mejor quédate esta noche en el hospital, los gastos hospitalarios están cubiertos por el seguro, sería mejor que te quedes aquí, mañana vemos cómo te sientes, y tomamos la decisión--, se quedó algo renuente. Pase a ver a Enrique que era el más golpeado, se veía bien en apariencia, solo tenía golpes en varias partes del cuerpo pero ninguna fractura. Felipe estaba en la otra cama porque también le dolía el cuello de la zarandeada tan fuerte que se dio, le habían puesto un collar rígido. Platicando con Jose Luis sobre como había estado el accidente, me decía que habían vuelto a nacer, que el idiota del tráiler --¿cómo se le ocurre ir aventando rollos de 5 toneladas por la carretera?, que todo el equipo que tenían para hacer su trabajo se había esparcido por todos lados, que quizás nada funcionaria, la cámara, los micrófonos, los telepronter--, lo interrumpí le dije que no se apurara, que se tranquilizara y que todo se arreglaría, que lo mejor era que estaban vivos.

El dueño del carro rentado llego al hospital junto con el ajustador del seguro, para hacerse cargo de todos los gastos, yo le comenté del equipo de ellos y dijo que estimaran el costo y que se lo exigirían al responsable, porque sí habían capturado al chofer del tráiler que había ocasionado el accidente.

Jose Luis insistió que se quería ir a un hotel a descansar, y el dueño del carro igual que yo le dijo que mejor se quedara en el hospital a pasar la noche, que todo estaba cubierto. Jose Luis medio renuente acepto y le asignaron un cuarto en el hospital para que se fuera a descansar, le dieron un bata de esas de enfermo tan coquetas y se la puso.

Me esperé un rato platicando con ellos y me fui a un hotel de ahí mismo, era noche para regresarme a Saltillo y también para estar al pendiente si se necesitara algo. La campaña seguía su cursó, estábamos en la recta final.

Al otro día, desayune rápido y me fui al hospital para ver cómo estaban, al llegar vi a Enrique el más golpeado, lo tenían con sedantes para el dolor, Felipe seguía con el collarín pero le avisaron que no tenía lesiones en el cuello, y Jose Luis cuando lo vi, el que aparentemente no tenía nada y que se quería ir a un hotel, estaba como un viejito, no se podía mover, ya se le había pasado el efecto de la adrenalina del cuerpo y ahora sí que le dolía todo, no podía ni levantarse de la cama de los dolores que tenía, me dijo: --Gracias Compa que me insististe de quedarme en el hospital, porque me siento como un guiñapo. Sí, le dije, pues yo porque todo está cubierto por el seguro, debes aprovecharlo, quédate unos tres días tranquilos y luego vemos que sigue.

Les avisé que les traería unos celulares para que se pudieran comunicar, los dejé en buenas manos, y me regresé a Saltillo para seguir la campaña.

Moraleja después de un accidente normalmente te sientes bien, pero los días siguientes te empiezan los dolores más fuertes porque se te pasa la adrenalina del cuerpo, y otra… que bueno que eran rollos de alfalfa, y no de acero de los que salen de las fábricas de Monclova, pesan lo mismo… pero no son tan suavecitos…


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