WELTSCHMERZ - A veces el mundo duele. 04.1

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Miraban hacia las escalaras. Cada uno con un pensamiento diferente. Aun así, subieron, el aire era más pesado para Koma, la Bruja no mostraba cambios sobre esto. La felicidad de la ignorancia. Si este sufrimiento era necesario para ayudar a Mercy, con gusto lo aceptaba. Solo soy un extra en tu historia, con mi muerte uno nuevo vendrá y si este muere, otro aparecerá. Un ciclo hasta que mi Ama muera. Solo soy un fiel.

Pisaron los escalones con la delicadeza de alguien que camina sobre cascaras de huevo, no habían visto la segunda planta y si la primera donde estuvieron les extraño, temían a lo desconocido. Con pasos silenciosos llegaron a subir. Era algo curioso, pese a estar a un nivel más alto, todo parecía igual, la misma atmosfera, solo cambiaba la infraestructura, no pudieron evitar pensar que este era la primera planta, el ver la escalera que los comunica les hizo caer en cuenta de su ubicación y que tan solo era un efecto. Porque en las Sombras no existe una profundidad clara, puedes estar en lo más hondo o sentirte igual, pero estar apenas a un palmo de la Luz, es confuso, nos confunde, eso es las Sombras.

La segunda planta era solo habitaciones, estaba compuesto con cuatro dormitorios y dos baños, mientras que el primero era solo sala, comedor y cocina. Un modelo simple. Pero gigante para una sola persona. ¿Qué sentirá al momento en que se va a dormir?, tener que cruzar las escaleras en el silencio de la noche y ver que existe habitaciones vacías o llenas de las telarañas, depende de quién lo mire, de cuanto sepa.

Callaron con el fin de poder escuchar un ruido de alguien, un mínimo sonido de alguien que aun vive. Vamos, se que puedes hacerlo, puedes vivir. Pronto descubrieron el sonido ligero de la madera, algo se mueve y guiados por los sentidos de Koma llegaron a las puertas de una habitación que se encontraba abierta, el sonido se hallaba en bucle, con un mismo ritmo. Era obvio que se trataría de la señora Hojeham, asomaron la cabeza con la timidez de alguien que espera ver lo peor, pero lo que observaron fue algo normal, algo que haría alguien, pero algo esta mal, era que no era el momento para eso. La habitación se encontraba decorada, tenía peluches por todos lados, ropa de bebes agrupadas en pequeñas montañas, juguetes por todo el piso. Dos peluches se hallaban en la puerta, como se tratase de guardianes y los juguetes se encontraban estaban esparcidos sin orden, como la ropa, pero trasmitían una sensación de que los juguetes te observasen, como si mirasen tus movimientos, esto era un espacio dentro de otro. Los guardianes dispuestos a echar a los intrusos y los juguetes como ultima línea de defensa esperaban a que entrase a su área de acción, tenían unos ojos acosadores que resaltaron después del último rayo del atardecer. Uno. Dos. El Sol deja la escena.

En el centro del cuadro se encontraba la señora Hojeham, protegida por las materias sin uso ni razón de ser; juguetes. Se hallaba meciendo una cuna, un movimiento simple, ir y venir, lejos y cerca, era para ella algo adictivo, la física facilitaba el movimiento como prometía un placentero sueño, pero no había un soñador, nadie quien duerma en la cuna, nada ni nadie. ¿Soledad?, pensamos que se había hospedado en la casa, pero nos equivocamos, Soledad es la casa; frágil, profunda y peligrosa como arena movediza. Esto no era una casa, ya no más. ¿Desde cuándo? No lo sabemos y creo que ella tampoco, nadie suele percatarse de cuando llega y cuando nos damos cuenta, ya es muy tarde. Triste. Si solo ella es mala, imagínate cuando llegue su familia completa. Su llegada es nuestro fin. ¿Sentimientos o emociones? son nuestros jinetes del apocalipsis.

La Luna aparece en la escena. Y los hilos mueven a los personajes, los dos del extremo ingresan torpemente al centro. Toda la habitación oscurece y el reflector los ilumina. Los invitados indeseados miran con temor a la anciana, ella voltea al oír el ruido. Se miran. Ojos vacíos, o ¿llenos de oscuridad?, profundos, no existe una tercera dimensión, nada escapa de ellos. Las expresiones se contrastan uno del otro; extrañes, pánico e indiferencia. La anciana regresa su mirada a la cuna, su Sombra les cubre, ellos tienen frío. Es verano. La Bruja quiere hablar, pero las palabras son tragadas por la Sombra, Koma quiere advertir, pero no sabe cómo expresar la muerte. Mercy mira su espalda, una frágil, ¿Si lo toco desaparecerá? ¿Esto es un sueño? Cuando despierte, todo volverá a la normalidad, volveremos a tomar té, me hablaras de nuevo de las personas, ¿Verdad?,, oye, contéstame, ¿Volveremos?, dime, ¿Quién eres?, esta no es una Sombra, ¿Ya es hora? La Bruja estira la mano para llegar a la señora, veinte centímetros, diez, cinco, se detiene por la voz. "No puedo hacer frente a los hechos, estoy tensa y nerviosa.... no me puedo relajar, si dejo de mover los brazos no poder salir, pensé, jaja, que mal por mí, ¿Verdad?, creía que podría salir, pero no me di cuenta que ya no tenía salvación, leguas abajo"

Mercy dejo de moverse, el frío de la Sombra y de las palabras lo detenían, los dedos de la mano estirada se congelaban, se romperán, duele, el punto más lejano del Sol. ¿Ella vive siempre así? Mírame, señora Hojeham, mírame, ¿Porque estamos en esta situación?."¿Sabes lo que se siente empezar una conversación que no puedes terminar?, hablar mucho pero decir .. nada, no tener nada que decir de ti, da miedo, miedos que suplo con apariencias y eso, ¿Adónde me llevo?, aquí". ¿De qué hablas?, eres una gran persona, si te sentías sola, yo podría venir todos los días a visitarte, si tan solo hubieras dicho "ven" hubiera ido. "Recuerdo cuando me despedí del Sol, me alejé de todos, pero luego supe que la gloría no es para los prudentes, ni para los que no tienen suerte, así de simple, eres o no eres. ¿Luchar por cambiar?, lo que la naturaleza hace que el hombre no lo deshaga. Tener que nadar en la mentira, en la nada, ¿Adónde me llevo cuando me agote?, aquí. ¿Dónde estamos?, en la nada. ¿Sabes?, ya no veo"

Sucumbir a las lágrimas, esas lagrimas que salen directo del alma, dando ese tipo de ceguera blanca que sin darnos cuenta lo tenemos. Lo único que supe fue que ya estaba ciego, luego muerto. Ni acidas, ni saladas, ni amargas, siniestras. El tic-tac de un reloj inaudible. La manecilla de la hora se detiene, solo corre los minutos y segundos. Tic-tac.


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